Plantas que suenan, plantas que sienten
El Centro de visitantes del Parque Natural del Turia de Vilamarxant (Casa de Madera) acogió el sábado por la tarde la actividad "El mundo secreto de las plantas", organizada por la Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Vilamarxant y el Parque Natural del Turia. En ella se expusieron reflexiones como por ejemplo si las plantas sienten, si se mueven o si se comunican entre ellas.
La cita estuvo presentada por el concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Vilamarxant, Manolo Bernad, quien destacó que "se trata de una actividad diferente y muy curiosa, lo que demuestra que este espacio está abierto a todo tipo de propuestas que estén relacionadas con la naturaleza y su puesta en valor".
En primer lugar, el biólogo Aurelio Peña Rivera habló de algunas "pseudociencias" basadas en experimentos no científicos de personajes muy reconocidos de la historia, como por ejemplo Charles Darwin. Según explicaba, "no hay ninguna ciencia que estudie el comportamiento de las plantas, pero si muchas personas de prestigio que se han interesado en ellas como seres vivos que no tienen que ser inferiores a otros como los animales o los humanos".
Así, explicó que Charles Darwin, después de publicar "El origen de las especies", se dedicó a investigar el mundo de los vegetales y experimentó, sobre todo, con plantas carnívoras y trepadoras. De hecho, según explicaba Aurelio Peña, Darwin aseguró que las raíces no crecen sin sentido, sino que buscan el agua y esto puede significar "que tienen algo pareciendo, con toda la prudencia necesaria, a un cerebro".
Después, hizo referencia al biofísico y botánico bengalí Jagdish Chandra Bosa, que fue miembro de la "Royal Society". Inspirado en Darwin, creó un aparato llamado "crescógrafo" que podía medir y grabar el movimiento de las plantas. "Él atacaba a las plantas con ondas electromagnéticas y algunas de ellas reaccionaban. Estuvo considerado un avanzado a su época, alrededor de los años 30 del siglo pasado", relataba Aurelio Peña.
También se habló de Cleve Backster, un norteamericano miembro de la CIA que puso los electrodos de un polígrafo en las hojas de las plantas y se dio cuenta de que algunas respondían a estímulos, como por ejemplo cuando las expuso al fuego y el polígrafo empezó a hacer movimientos bruscos. Sus investigaciones no fueron consideradas científicamente válidas, porque este tipo de reacciones no se repetían ni se han repetido a lo largo del tiempo en todas las plantas.
Además se proyectó un vídeo del italiano Stefano Mancuso, creador del Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal y que propone que hay que aprender a valorar la inteligencia del reino vegetal. Podéis ver su intervención en las prestigiosas TED Talk en el siguiente enlace: Las reíces de la inteligencia de las plantas.
La música de las plantas
Inspirado en los aparatos anteriormente mencionados, se creó el que empleó Boro Ferrer para extraer la música que generan las plantas. Durante toda la sesión, había una serie de especies vegetales de la misma Caseta de Madera que generaban determinados efectos que se convirtieron en la banda sonora del acontecimiento. Se trata de un dispositivo denominado U1, con el cual se colocan sensores eléctricos en las plantas que generan sonidos cuando reciben estímulos que aún no están determinados.
El resultado es una música suave y relajante, con silencios y sonidos estridentes. Estos electrodos se conectan a las raíces y a las hojas. "A partir de ahí, se generan medidas eléctricas que son consideradas como los biorritmos de las plantas. Concretamente la diferencia voltáica entre la raíz y las hojas es la que se transforma en música", explicaba. "Así, con estos silencios y sonidos de más o menos intensidad, parece que las plantas respiren", continuaba.
Muchas de las personas asistentes expusieron sus experiencias personales. Un jardinero de un centro de personas mayores destacó que los vegetales que están en contacto con las personas se mantienen vivos y bonitos, mientras que los que están alejados están mustios y, en muchos casos, mueren.
Después, Boro Ferrer pidió silencio a las personas asistentes y, durante unos minutos, subió el volumen del aparato y se reprodujo de forma continúa el sonido que transmitían las plantas, con algún momento en el que las vibraciones sonoras se hicieron más estridentes, lo que algunas de las personas asistentes interpretaron como pequeños enojos de alguna especie vegetal.
Por último, se intentó repetir el experimento con dos personas y una perrita, pero en estos casos el aparato no emitió ningún sonido. Según Boro Ferrer, "con las personas y los animales pasa como con las plantas, algunas cantan y otras no".
El público asistente calificó esta sesión como muy satisfactoria, curiosa y generadora de inquietudes para saber más cosas sobre el mundo vegetal que, a pesar de que no se desplace ni viva como nosotros, no deja de tener vida y de transmitirnos informaciones, conocimientos e incluso sentimientos en nuestro día a día.