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“Llegué a pensar que se me llevaba la corriente, todavía cierro los ojos y escucho el agua”

“Llegué a pensar que se me llevaba la corriente, todavía cierro los ojos y escucho el agua”
  • Este es el testimonio de una vecina de Catarroja que vio pasar su vida y la de su suegro ante sus ojos a causa de la DANA

Hoy se cumplen 10 días de la DANA que cambió la vida en cuestión de horas a miles de valencianos. Llenos de indignación, rabia y frustración, los vecinos de las zonas afectadas recuerdan la angustiosa noche del 29 de octubre y luchan por volver a la normalidad.

Este es el caso de Carla, una vecina de Catarroja que vio pasar su vida y la de su suegro ante sus ojos, al estar a punto de ser arrastrados por la furia del agua. Por suerte, su historia tuvo un final feliz, “me tranquiliza saber que aunque vivimos un momento catastrófico, estamos todos vivos”, afirma la joven de 30 años.

Carla volvía de entrenar cuando de repente le alcanzó el agua, e igual que la de muchos de sus vecinos, su primera reacción fue ir a sacar el coche del garaje. Consiguió sacar el coche y dejarlo en la acera, no obstante, “en cuestión de minutos ya me llegaba el agua por la cintura, se fue la luz y no se veía nada, ahí aún eran las 18:50”.

Sus vecinos consiguieron entrarle de nuevo a casa, “empecé a gritar y la gente hizo una cadena humana para poder entrar al portal, yo llegué a pensar que se me llevaba la corriente, todavía cierro los ojos y escucho el agua”, lamenta la vecina de Catarroja.

Aunque ella consiguió volver a casa y parecía que el momento de angustia ya había pasado, fue justo en ese momento cuando comenzaron las dos horas más catastróficas de la noche. Su suegro, de 62 años, había bajado a ayudar a sus vecinos y fue el único que no había subido, “el agua ya subía al primer piso y mi suegro no estaba, habían subido todos mis vecinos menos él”.

En un primer momento sus vecinos intentaron subirlo con un cable, pero la corriente era tan fuerte que les resultó imposible, “el agua subía a un nivel muy rápido, lo intentamos con una escalera y no pudimos, pensábamos que se iba a morir de una hipotermia, el agua estaba muy fría y llevaba dos horas ahí”, explica Carla.

La desesperación aumentaba por minutos, “empecé a gritar: ‘¡Ayuda, necesitamos fuerza, se nos muere!’, y enganchando varias sábanas, entre 20 vecinos, pudieron subirlo finalmente. Cuando conseguimos subirlo el agua le llegaba al cuello, a mi suegro lo tuve en brazos a las 21:45, pensaba que se moría, no abría los ojos”.

Pasaron las horas y con los primeros rayos de sol fueron conscientes de la magnitud de lo sucedido, “todos nos quedamos en shock, parecía el tercer mundo”. “Los primeros días fueron de llorar mucho y sentir mucha rabia, no entender que esto nos haya pasado a nosotros”, afirma la joven.

Tras 10 días, ella junto a todos sus vecinos luchan por volver a la normalidad, pero el sentimiento de frustración y desesperación al ver que “no avanzamos y seguimos como al principio”, les invade. “Aquí solo hemos visto ayudar a bomberos y voluntarios, y respecto a lo que dicen de que no se necesitan más voluntarios, es mentira, sí se necesitan”, asegura la vecina de Catarroja.

Los miles de afectados por la DANA solo piensan en volver a su rutina y a su “vida de antes”, pero no se lo están poniendo fácil, “el tema de las ayudas también es muy desesperante, porque no sabemos cuando las recibiremos, solo nos dicen que ya nos llamarán, y nos desesperamos porque pensamos que llegará un día que nadie se acordará de nosotros”.

“Da igual el color que nos gobierne, creo que se han quedado mucho tiempo discutiendo cuando podrían haber hecho mucho más. No dejan ayudar a muchos cuerpos de seguridad mientras que nosotros seguimos hundidos en la miseria, mientras que nosotros tenemos que ducharnos con agua fría, y aún damos gracias por tener agua”, concluye Carla.

 

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