Silvestre Segarra, un empresario con vocación de servicio y entrega a los demás
Este incansable trabajador, amante de la novela histórica, tiene entre manos la tesis doctoral y tiene tiempo para prestar servicio con la hospitalidad de Lourdes
Silvestre Segarra, nacido en la Vall d’Uixó hace 56 años, es el actual vicepresidente del Grupo Porcelanosa, al que lleva vinculado desde 1987.
Casado con María José Soriano, padre de cuatro hijos y orgulloso abuelo de una nieta, es la continuidad de una de las sagas familiares más conocidas e importantes de la provincia de Castellón. Su abuelo, Silvestre Segarra, fundó la Fábrica Segarra en la Vall d’Uixó, un negocio familiar que continuaron su abuelo y su padre.
Amante de la novela histórica, este Licenciado en Derecho tiene entre manos la tesis doctoral sobre el Derecho Foral Valenciano, sigue al Villarreal CF, ha sido mantenedor en las fiestas patronales de Sant Vicent Ferrer de la Vall d’Uixó y pregonero de Semana Santa en la parroquia del Santo Ángel de su ciudad natal, es un gran aficionado a la montaña y pese a sus obligaciones laborales todavía saca tiempo para prestar servicio y ayudar a quienes lo necesitan en Lourdes (Francia).
Quiso ser militar pero la vida le tenía preparado otro destino. Ahora, este vallero afincado en Vila-real dirige una de las empresas más importantes de España con más de 850 tiendas en todo el mundo.
¿Cómo ha afrontado Porcelanosa la crisis del covid?
Al principio con mucho miedo. Tuvimos que coger medidas fuertes, cerramos una semana antes del confinamiento total y las oficinas se incorporaron poco a poco al teletrabajo. De los 2.500 trabajadores que tenemos en Vila-real, afortunadamente, solo han habido 12 positivos y la gente joven casi todos son asintomáticos.
¿Considera que las administraciones están a la altura de las circunstancias?
Es difícil decir si están a la altura. En principio no sabían nada y no se podía esperar más. Aunque hay países que han funcionado mucho mejor que aquí, como es el caso de Inglaterra, Francia o EEUU, donde nosotros no hemos realizado ningún ERTE.
Desde luego, España no ha estado al nivel que ha podido estar Francia, Inglaterra o Estados Unidos, donde se decretó un ERTE prácticamente del 100% y la empresa que en cuatro meses retornara a los mismos trabajadores que tenía al principio, se le daría una subvención a fondo perdido, y ya se ha cobrado. Y en España, todavía hay quien no ha cobrado el ERTE y hay autónomos que están padeciendo una barbaridad.
¿Cómo es su día a día en Porcelanosa?
En un año la situación ha cambiado mucho. Desde hace 30 años, de lunes a viernes he estado casi siempre fuera de casa, he realizado muchos viajes. Pero este año, hemos hecho cambios en la dirección, y ya les toca salir de viaje a mis hijos, pero no han salido tampoco (entre risas).
Desde 1983, este año será el primero que no iré a Estados Unidos, donde he ido todos los meses y hay meses que hasta dos veces.
Suelo llegar a la oficina a las 7.20 de la mañana y termino sobre las 7 de la tarde. Y aunque ya no se trabaja los sábados, yo vengo algún rato.
¿Cuál es el éxito de Porcelanosa?
Indudablemente fue la comercialización del producto. Hacer un buen producto distinto a todos, de mucha calidad y saber llevarlo al segmento de mercado. También ha tenido una gran importancia la internacionalización. Yo diría que es la suma de muchos factores.
¿Qué retos se plantea en el futuro la empresa?
Este año el reto será que acabaremos un 8% por debajo del año pasado, dato que no está mal porque es la pérdida de un mes que ha estado parada la empresa.
De cara al futuro, mantener la generación de riqueza para todos, mantener los 4.800 puestos de trabajo (2.500 en la provincia y 2.300 por el resto del mundo) e ir cambiando el producto conforme lo requiera el mercado, adaptarnos a la necesidades del mercado e ir por delante, creando tendencia en el mercado.
¿Se lleva el trabajo a casa o intenta desconectar cuando sale de su despacho?
Es difícil porque está mi mujer en el despacho de al lado y ahora también mis hijos.
Hijo, nieto y biznieto de empresarios. ¿Se imagina su vida de otra manera?
Sí. De pequeño quería ser militar. De hecho hice las pruebas de acceso a la Academia Militar y el irme a Zaragoza fue algo ocasional. El mismo año que me presenté en la Academia Militar de Zaragoza le detectaron cáncer a mi padre. Lo dejé y empecé a estudiar Económicas y allí cambió toda mi vida. De haber continuado ahora sería, como mínimo, coronel (se ríe).
Hace poco aún me invitaron a comer unos compañeros que hicieron el preparatorio conmigo y que acaban de ascender a generales.
Hablemos de la Vall d’Uixó, su ciudad natal. ¿Qué recuerdos le quedan de aquella época gloriosa de la Fábrica Segarra?
Cuando mis padres dejaron de estar yo tenía 12 años, pero tengo una memoria bastante clara de la situación, sobre todo de la ultima época, que fue la peor. De la Vall tengo muy buenos recuerdos, como de todos los sitios, la memoria es muy agradecida y los malos recuerdos se borran. Es igual que del colegio o de la mili, te acuerdas siempre de los buenos momentos.
¿Algún recuerdo que todavía conserve de aquella época?
Tengo una grabación de un NO-DO que salgo con 7 años, de la mano de mi padre, recibiendo al entonces ministro de Gobernación, Garicano Goñi. Es un recuerdo que me gusta mirar muchas veces.
¿Cuáles son sus aficiones?
Me gusta leer novela histórica. El derecho foral valenciano es una de las cosas que más me gustan, soy licenciado en Derecho y llevo años preparando el doctorado sobre derecho foral valenciano, espero poder acabar la tesis algún día y poderla presentar.
Sigo el futbol, el Villarreal CF. Antes seguía el ciclismo con Induráin y tengo un recuerdo para mi ídolo de juventud, Eduardo Castelló El Mosca, vallero que murió hace pocas semanas. Cuando yo era pequeño, fuimos a recibirlo porque había ganado el premio de la montaña y fuimos al centro de la Vall d’Uixó y salió al balcón del ayuntamiento. Otro recuerdo que todavía conservo es una gorra que me dió personalmente y cuando él tenía la tienda de deportes en Huertos Sogueros, en Castellón, siempre pasaba a tomarme un café con Eduardo Castelló.
También me gusta andar. He hecho ultra trails, cinco veces de Olot a Sant Feliu de Guixols que son 100 km en 24 horas. Pero por problemas en las caderas, ahora solo voy y vuelvo andando a casa, hay días que hasta tres veces. Más lo que ando por dentro de la fábrica, hago de 12.000 a 14.000 pasos diarios. Ahora prefiero ir paseando a mi ritmo.
Si le digo Lourdes, ¿qué le viene a la cabeza?
El otro día estaba mirando una foto de 1972 con mi madre, casi todos los que aparecen ya han fallecido. En Lourdes he vivido vivencias humanas, todas las que uno se puedan imaginar. Ha habido épocas en las que he ido mucho, otras que por el trabajo he dejado de ir. Pero ahora vuelvo a ir con mis hijos, y espero ir de nuevo y con la nieta.
Siempre he ido a Lourdes con la Hospitalidad Segorbe-Castellón y este verano y el anterior he ido por mi cuenta a prestar servicio a la Hospitalidad Internacional. Tengo muchos recuerdos y muchos amigos.
Lourdes es una lección de vida. Te das cuenta de lo que ha cambiado el mundo. Cuando yo empecé a ir íbamos en tren por el País Vasco francés y eran 13 horas de viaje.