"Parece que haya pasado una docena de jabalíes": la locura 'boletaire' levanta ampollas entre los valencianos aficionados a la micología
Vuelve la temporada de setas y se reabren viejos debates: ¿Cómo podemos disfrutar de ellas sin poner en peligro nuestros bosques?
La Comunitat Valenciana vive una nueva temporada de setas, y con ella, una creciente pasión por la micología que atrae a miles de aficionados a los montes en busca de estos preciados hongos. Las lluvias de septiembre han propiciado las condiciones ideales para su proliferación, y los bosques valencianos se han convertido en el destino de numerosos “boletaires” ansiosos por llenar sus cestas.
Sin embargo, esta fiebre micológica también está generando cierta preocupación por el impacto que esta actividad puede tener en el medio ambiente. La masificación de buscadores de setas en algunos parajes naturales está provocando problemas como la acumulación de basura, el deterioro de los senderos y, en algunos casos, prácticas incorrectas de recolección que dañan el ecosistema.
El debate sobre la regulación
Ante esta situación y con la llegada de la temporada de setas, se reabre el debate de si es necesario regular la recogida de setas para garantizar la sostenibilidad de los recursos naturales y preservar la biodiversidad. En algunos municipios, especialmente en zonas limítrofes con otras comunidades autónomas como Aragón, ya se han establecido cotos micológicos, es decir, zonas delimitadas en las que se exige el pago de una tasa para poder recolectar setas. Esta medida permite controlar el número de recolectores y destinar los ingresos obtenidos a la conservación del entorno natural.
¿Podría aplicarse este modelo a los municipios valencianos?
La implantación de cotos micológicos en la Comunitat Valenciana podría ser una solución viable para gestionar de forma sostenible la recogida de setas. Estos cotos permitirían:
- Limitar el número de recolectores: Evitando la masificación y el deterioro del entorno.
- Generar ingresos para la conservación: Los fondos obtenidos podrían destinarse a la mejora de los senderos, la señalización, la limpieza y la reforestación de los bosques.
- Fomentar el turismo sostenible: Los cotos micológicos podrían convertirse en un atractivo turístico, generando beneficios económicos para las localidades.
- Concienciar sobre la importancia de la conservación: A través de la gestión de los cotos, se podrían llevar a cabo campañas de sensibilización para promover prácticas de recolección responsables.
¿Qué piensan los vecinos de las localidades dónde se recolectan setas y aficionados a la micología?
Desde elperiodic.com hemos recogido distintos testigos de vecinos de localidades de Castellón donde es muy habitual encontrarse con estos aficionados a la micología, y preguntarles qué opinan al respecto de esta práctica que cada vez va a más en sus poblaciones.
"Respetamos los bosques"
Por ejemplo, José Granell vecino de Castellón y aficionado a la micología, nos comenta que hace 50 o 60 años durante el recorrido entre una masía y otra ya llenaban la cesta, porque "casi nadie salía a buscar setas, eran solo gente de la zona. Incluso las madres le decían a los niños: salid a por 'rovellons' para comer'". Según José, ya fue a partir de los años 80 cuando la 'fiebre' por las setas empezó a desatarse, cuando en Vistabella del Maestrat veía una "caravana de luces de coches subiendo para llegar al pinar los primeros".
Sobre el comportamiento de los 'boletaires', él mismo asegura que respetan los bosques y se intenta dejarlo tal y como se o encuentran, aunque algunos "hurgan demasiado".
Además, denuncia que habría que controlar a aquellos que intentan hacer negocio llenando furgonetas con cajones y cestas repletas para su posterior venta.
Como anécdota relata que la última vez que salió a por setas vio a algunos con una hoz, algo que no es aconsejable a la hora de recolectar setas.
"Múltiples bolsas de basura colgadas de los pinos como árboles de Navidad"
M.N., vecino de El Toro, una localidad muy frecuentada por los 'boletaires', relata que en su zona siempre recuerda gente que subía desde l'Horta, Camp de Túria o desde la Plana y que, por supuesto, los últimos años ha ido a más: "A mediados de los 2000 ya era demasiado", asegura.
Sobre la recolección explica que quizás habría que poner medidas al menos "a nivel local, limitar el acceso a monte privado y regular las zonas dependientes de Conselleria, o cobrar un canon a foráneos, y que se respete la ley de recogida de máximo 5 kilos".
Además, afirma que en temporadas de gran recolección debido a buenas cantidades de lluvia, la invasión es tal que "pasan muchos coches por el pueblo a cierta velocidad, no suelen parar a comer en el pueblo la mayoría, y levantan setas comestibles y no comestibles en muchos casos". Destaca que "hay gente que tiene negocio y le interesa que venga gente y a otros -la mayoría- no les gusta mucho tanta gente de golpe.
Por último, y a diferencia de otros testimonios, este vecino denuncia que no se respeta mucho el entorno, relatando que en dos zonas del término municipal ha llegado a ver múltiples bolsas de basura colgadas de los pinos "como árboles de navidad", con pañuelos, botellas y latas por todos lados. Además, "la gente se pierde con facilidad con la niebla, algunos han pasado la noche al raso, desde que hay móviles sale barato perderse, llamar y que te rescaten". Este vecino cree que se deberían cobrar esas intervenciones, pues en 2020 "el volumen de extravíos fue espectacular".
"Da beneficios a comercios y bares del pueblo"
Otro testimonio es el 'boletaire' Raül Monferrer, de Vistabella del Maestrat, otra de las localidades 'capital' de los aficionados a la micología. Este, nos explica como en otros casos, que solo la gente de la localidad recolectaba setas y que en su caso notó a finales de los 90 un gran incremento de ciudadanos subiendo hasta esta localidad de l'Alt Maestrat. Eso sí, destaca que a los vecinos de este municipio no les supone ningún problema, es más, da beneficios a comercios y bares del pueblo.
Sobre la limpieza del entorno asegura que hay de todo y no hay que generalizar, pero si que destaca que "la persona que en la ciudad tirar la basura o colillas al suelo, en el bosque hace lo mismo". Como en el caso de José, explica que hay gente que lleva herramientas para recoger las setas y "se cargan las rovelloneras y en unos años no vuelven a salir, es una lástima".
En el caso de la regulación, este vecino propone algo que comentamos en esta noticia: "controlar o acotar como se hace en Aragón, pagando una tasa y con este dinero poner medios para vigilar que se cumplan las normas", asegura.
Por último, relata que una vez se encontró una furgoneta con 6 o 7 personas, todas con rastrillos, llevaban más de 30 cajones de rovellones y habían dejado toda la montaña "levantada". "Claro que era para vender después en algún mercado, pero se trataba de una finca particular y la dejaron arrasada", denuncia.
"A veces parece que haya pasado una docena de jabalíes"
Belén Agut, vecina de Atzeneta del Maestrat, siempre se ha encontrado vehículos de gente conocida o vecinos de pueblos próximos, y en el caso de su localidad el 'boom' empezó hace unos 12-15 años atrás.
La experiencia que ha tenido esta 'boletaire' es que "la gente no tiene miramiento", denunciando que cada vez se respetan menos los bosques que visitan los aficionados micológicos. Cree que "esto no es cosa de la administración, que es cuestión de respeto y educación de cada uno".
Nos explica que su pueblo es "de passera", es decir, una auténtica procesión que cruza el pueblo en época de recolección de setas, y no solo en fin de semana, también cualquier otro día laboral. Eso sí, cree que entre el vecindario no hay problema al respecto.
Finalmente, denuncia que algo que le molesta es encontrarse con basura, ya sean bolsas de papel de aluminio, latas de cerveza, pieles de mandarina, plátano, pañuelos, bolsas de plástico, etc. También le disgusta que "acaben con todas las setas que encuentre a su paso, tanto los comestibles como los que no son, a veces parece que haya pasado una docena de jabalíes".
"Es maravilloso sobre todo si vas con la familia o amigos"
Miguel Ángel R., vecino de Llíria, es un apasionado del mundo micológico que, tras casi 40 años, se recorre muchos bosques valencianos en busca de estos tesoros tan preciados.
Su zona favorita; el Rincón de Ademuz y la Sierra del Toro. En ellas nos explica que no se ha encontrado mucha basura en el monte, si bien es cierto que ha notado que los últimos años ha ido a más.
Este vecino de la localidad del Camp de Túria si que denuncia que hay una mala praxis que es muy habitual entre algunos aficionados a la micología: "Remueven mucho el suelo, después de coger setas hay que tapar los agujeros".
Por último, rompe una lanza en favor del mundo de las setas y explica que "es maravilloso, sobre todo si vas con la familia o amigos, pasas un día en la montaña con la mejor compañía y vuelves muy feliz, más aún si has conseguido encontrar muchas setas", concluye.
Sin duda, todos coinciden en varios aspectos: en que hay que dejar el bosque tal y como la gente se lo encuentra a su llegada.
Recomendaciones para los aficionados a las setas
Mientras sigue el debate de la regulación de la recogida de setas, es fundamental que los aficionados adopten prácticas responsables:
- Respetar el medio ambiente: Evitar tirar basura, no salir de los senderos y recolectar solo las setas que se vayan a consumir.
- Utilizar herramientas adecuadas: Emplear cuchillos afilados para cortar las setas por la base del pie, evitando dañar el micelio.
- Tapar los agujeros: Una vez recolectada la seta, cubrir el agujero con tierra para proteger el micelio y favorecer su regeneración.
- Informarse sobre las especies: Identificar correctamente las setas antes de consumirlas para evitar intoxicaciones.
- Respetar las normas locales: Informarse sobre las regulaciones vigentes en cada zona y cumplirlas.
La recogida de setas puede ser una actividad muy gratificante si se realiza de forma responsable. Al cuidar el entorno natural y respetar las normas, los aficionados a la micología pueden disfrutar de esta pasión sin poner en peligro la sostenibilidad de los bosques.
Buscar setas: una actividad que combina salud, naturaleza y gastronomía
Salir al campo en busca de setas se ha convertido en una afición cada vez más popular, como bien sabemos. Y no es para menos, ya que esta actividad ofrece numerosos beneficios tanto para la salud física como mental. Caminar por el bosque, respirar aire puro y disfrutar del entorno natural son solo algunas de las ventajas de esta práctica. Además, la búsqueda de setas se convierte en una excelente oportunidad para aprender sobre la naturaleza, identificar diferentes especies y conocer las propiedades de cada una de ellas.
Los beneficios de buscar setas van más allá del simple placer de estar en contacto con la naturaleza. El ejercicio físico que implica caminar por el bosque ayuda a mejorar la salud cardiovascular, fortalecer los músculos y reducir el estrés. Además, muchas setas son ricas en vitaminas, minerales y antioxidantes, lo que las convierte en un alimento muy saludable.
Sin embargo, es importante recordar que no todas las setas son comestibles y algunas pueden ser altamente tóxicas. Por ello, es fundamental contar con los conocimientos necesarios para identificar correctamente las especies y evitar cualquier riesgo para la salud. Se recomienda acudir a cursos especializados o ir acompañado de personas expertas en micología.
Así pues y pese al eterno debate de la regulación, buscar setas es una actividad que combina ejercicio, conocimiento y placer gastronómico. Permite disfrutar de la naturaleza, aprender sobre el entorno y degustar productos de temporada. No obstante, es esencial hacerlo de forma responsable y siguiendo las recomendaciones de los expertos.