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Dra. Simó: ’Un médico siempre corre en dirección contraria a la que lo hace la gente’

Dra. Simó: ’Un médico siempre corre en dirección contraria a la que lo hace la gente’
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    Nada te haría pensar que estás ante una auténtica eminencia en el campo de la medicina. Si por algo destaca a primera vista la Dra. Susana Simó es por su cercanía, su simpatía, su desparpajo y, por supuesto, su llamativo tinte. Pero, detrás de todo esto, hay una mente prodigiosa. Simó, valenciana de origen, nació hace 48 años y tiene treinta de experiencia en el sector sanitario. Prácticamente una vida dedicada al paciente y, en concreto, al paciente de urgencias.

    Estudió medicina en Valencia, se especializó en Francia y lleva cerca de veinticinco años en Cataluña. Ha trabajado durante diez años en la noche barcelonesa, también a bordo del Helicóptero Sanitario de Urgencias y ha vivido acontecimientos como los Juegos Olímpicos de Barcelona, el Año Xacobeo, la Operación paso del Estrecho o, recientemente, los atentados de Barcelona. Todos ellos con un uniforme y un leitmotiv: "Correr en la dirección contraria a la que lo hace la gente".

    Es la filosofía de vida de Susana Simó, tal y como nos ha contado en esta extensa entrevista en la que hemos podido conocerla un poco más. Simó ha escrito libros sobre su especialidad, las urgencias, campo en el que es docente en varias universidades españolas y en la andorrana. Y, entre el trabajo y las clases, todavía encuentra tiempo para estudiar otra carrera, leer, escribir -su blog no tiene desperdicio alguno- o hacer un puzzle, uno de sus muchos pasatiempos. Y, por supuesto, visitar a su familia en Valencia. Se podría escribir un libro sobre su vida pero, de momento, nos quedaremos con esta entrevista.

    ¿De dónde le nace esa pasión por la medicina?

    Es algo que tienes dentro. Mi madre dice que con tres años ya me pedí mi primer disfraz de enfermera así que desde bien pequeña ya apuntaba maneras.

    Estudió en Valencia, pasó por Francia para especializarse y acabó ejerciendo en Barcelona ¿Se ha movido mucho con esta profesión?

    Sí. Empecé de voluntaria socorrista en Cruz Roja y, cuando había acontecimientos importantes, pedían voluntarios de otras comunidades. Estuve dos años en el Paso del Estrecho, en el Xacobeo para recibir a los peregrinos y también colaboré en los Juegos Olímpicos de Barcelona del 92. Justo ese año estaba en quinto de medicina y me asignaron como socorrista ayudante de los médicos de la familia olímpica.

    ¿Fue así como acabó en Barcelona?

    Más o menos. Durante los Juegos Olímpicos atendimos algunos casos graves y el Director Médico me dijo que, cuando terminara la carrera, volviera a Barcelona. Y así lo hice, terminé, envié cartas a todos mis contactos allí y, con mis ahorros para tres meses, me fui a la aventura. El primer día que llegué, esa misma tarde, ya tenía un mensaje del Director Médico. Él estaba entonces de Director Médico del 061 de Barcelona, que era justo donde yo quería trabajar.

    Posteriormente se especializó en Urgencias y Reanimación en la Universidad Paul Sabatier de Toulouse. ¿No había esta especialidad médica en España?

    No, y de hecho sigue sin estar reconocida. Hay un borrador de Ley presentado y el Cuerpo Doctrinal creado, pero existen conflictos de intereses que están impidiendo que se cree. Por ejemplo, muchas de las salidas de los especialistas de Medicina de Familia son en urgencias, de hecho muchos de los que están en urgencias son médicos familia, que la hacen porque no pueden estudiar nuestra especialidad, pero todos hemos de entender que son especialidades diferentes.

    ¿Es una especialización necesaria?

    Absolutamente. Estamos obligados por normativa europea. La formación es concreta para lo que luego vas a desarrollar en tu día a día. En la medicina de urgencias trabajas con niños, adultos, traumatología, medicina general, ginecología... Una cosa es que estés formada como médico general o de familia, como intensivista o anestesista, en atención a cualquier franja de edad o patología y otra cosa es que puedas resolverla en un contexto como el extrahospitalario. En estas situaciones, el enfermo no está en una cama sino en un vehículo atrapado, en un quinto piso sin ascensor desde el que tienes que plantearte cómo bajarlo, en la montaña... Adecuar todo lo que puedes aprender en un hospital a situaciones extrahospitalarias es una formación que es necesario recibir pero que actualmente se aprende a base de rotaciones de máster y postgrado y también de manera autodidacta.

    'Movilizaciones e inmovilizaciones. Técnicas de abordaje en atención extrahospitalaria'. Es el título del último libro que ha escrito en colaboración junto con otros compañeros de la profesión y que usted misma has dirigido ¿Pretende cubrir esa laguna que me explicaba previamente?

    Algo así. Intentamos explicar cosas concretas que no están cubiertas actualmente. Es como mi primer manual, el de "Incidentes de Múltiples Victimas y Catástrofes". Decidimos publicarlo con un contenido práctico que tuviera la base genérica de cómo gestionar un incidente de esas características. Ahora en mayo salen otros dos, relacionados con las urgencias extrahospitalarias.

    Al trabajar fuera de hospital, atendiendo urgencias, debe encontrarse una con situaciones muchas veces extremas, ¿no?

    Trabajar en la calle tiene una cosa y es que que eres tú quien va al lugar en el que está el enfermo. Esto de entrada es una situación diferente a cuando el enfermo viene al hospital y estás protegida por una gran estructura y por más compañeros. En mi caso, he estado haciendo la noche de Barcelona durante diez años y puedo asegurarte que es una ciudad diferente. He tenido peligro físico más de una vez, nos han agredido, hemos tenido que negociar, o ir a buscar ayudar par a un compañero, entrar a un servicio con Mossos d'Esquadra...

    ¿Nos podría contar algún caso concreto?

    Una anécdota diferente me pasó hace unos años cuando fui a asistir a uno de los presos de la Modelo en Barcelona. Antes Había un servicio médico en la cárcel y cuando existía riesgo vital nos llamaban para que trasladáramos el enfermo al hospital. En una ocasión, llevamos a un paciente al que se le había diagnosticado erróneamente un infarto y se le estaba dando medicación para ello. Yo dije que era una pancreatitis, cambié el tratamiento y más tarde se confirmó que así era. Dos años después, en una de las zonas más peligrosas de la ciudad tuvimos un servicio muy conflictivo en la vía pública porque nos estaban complicando la asistencia con empujones y amenazas. De repente, apareció un señor y dijo: 'A la doctora ni la toquéis que es la que me salvó la vida'. Era el hombre al que le había cambiado el tratamiento en La Modelo.

    ¿Y alguna anécdota divertida?

    Sí... (ríe) En la noche nos conocemos todo el mundo. En una ocasión le robaron el coche a una compañera y decidimos correr la voz entre los que conocíamos de la noche barcelonesa. Al día siguiente estaba el coche en la puerta de su casa, aunque con la cerradura rota, con una nota de disculpa.

    A los amigos cerca... y a los enemigos aún más.

    Eso es. De todas formas estas son anécdotas de la noche barcelonesa. Cuando cambié desde el 2000 a zona rural la cosa se tranquiliza. Ahora estoy en Manresa y la verdad que me encuentro muy a gusto.

    También estuvo en los atentados de Barcelona del pasado año. ¿Le pilló trabajando?

    No estaba de guardia en ese momento. Me entró la alerta por WhatsApp y fui hacia allí porque estaba muy cerca.

    ¿Qué se encontró?

    Llegué, me identifiqué para poder entrar a la zona de seguridad y la policía me pidió que atendiera a la gente que había huido y estaba confinada en unas tiendas porque el SEM (SAMU en catalán) todavía estaba en las Ramblas atendiendo a los heridos más graves. Me encerré en una de las tiendas y evacuamos a todos los que podían caminar que se encontraban allí porque la zona no era segura. Yo me quedé dentro lo más al fondo que pudimos, con las persianas abajo y los responsables de la tienda, con un señor y su mujer, que tenía una fractura de cadera y no podía caminar. Intenté tranquilizarla y le inmovilicé la pelvis con lo que allí había, un pañuelo de esos largos de cuello. Así estuvimos más de treinta minutos hasta que vinieron mis compañeros a por ella. Luego me quedé ayudando fuera. En la zona justa del incidente no llegué a estar.

    ¿Y qué se le pasa en esos momentos por la cabeza? El instinto de supervivencia le pide a uno que salga...

    Sí, pero yo entro. Un médico Siempre corremos en dirección contraria a la que lo hace la gente, es algo que tienes dentro. Eso no quita que pases miedo, recuerdo que en Las Ramblas tuve mucho. Se pasa mucho peor de paisano que de uniforme y con material y más compañeros. Pero, por encima de ese sentimiento, está el de querer ayudar a la gente. Es lo cotidiano. Estás, fuera de la ciudad, lejos de un hospital, con una persona cuya vida depende de lo que estás haciendo... claro que te asusta, pero gratifica cuando acaba bien, aunque es muy duro cuando no es así. Y cuando todo pasa, es cuando te das cuenta de lo que has vivido.

    Tiene un blog muy interesante en el que toca muchos temas. El título del mismo me ha llamado la atención: 'Vivir es una casualidad'. ¿Lo es?

    No te lo puedes ni imaginar. Porque depende de dónde tengas la urgencia, a qué hora, quién vaya a por ti o a qué hospital te manden, puedes seguir adelante o quedarte en el camino. No somos, ni debemos ser, conscientes de todas las casualidades que hay alrededor de una urgencia sanitaria y de la vida misma. He visto mucha gente de todas las edades que sale de casa como cada día y ya no vuelve, aunque también hay mucha que sigue aquí por nuestro trabajo. Al final, vivir es una casualidad.

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