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El grito del Palleter vuelve a Valencia

El grito del Palleter vuelve a Valencia
  • La ciudad ha recuperado el homenaje

La Delegación de Cultura del Ayuntamiento de València ha concluido la restauración de la escultura de bronce del Palleter, erigida a los pies de las Torres de Quart. Gracias a las labores llevadas a cabo por la empresa Noema Restauradores, la icónica figura de bronce de Vicente Doménech mantiene viva su pose rebelde contra las tropas de Napoleón. La delicada intervención se ha centrado, fundamentalmente, en la restauración de la totalidad del bronce y piedra que conforman la obra, con el objetivo de restituir su integridad y estabilidad, por un lado, y conseguir una óptima conservación y la recuperación del aspecto original del conjunto, por otro lado.

A pesar de que los años no han hecho mella en su patriótico ademán, los técnicos municipales habían detectado que el mástil que sostiene el Palleter en su mano derecha estaba craquelado y se había quebrado el revestimiento de plancha de bronce que lo recubre. Además, la pieza escultórica presentaba detritus de aves en escultura y pedestal, además de suciedad depositada a consecuencia de la acumulación de partículas ambientales, de las inclemencias del tiempo y de la contaminación del tráfico rodado. En el rostro de la figura, por ejemplo, se había detectado una coloración marrón rojiza debida a óxidos de cobre generados por la humedad ambiental del entorno.

La rehabilitación de la escultura ha consistido en la limpieza de suciedad superficial, en la eliminación de pátinas inestables y en la estabilización y protección de la superficie con el fin de detener los procesos corrosivos. Así mismo se ha llevado a cabo la restauración del pedestal de piedra. Todo ello por un importe total de 15.826,80 euros.

El personal experto ha eliminado la suciedad ambiental, excrementos de aves y diferentes tipos de elementos como piedras y vidrios que se encontraban depositados en la figura. Para ello se realizó una limpieza mecánica en seco con cepillos suaves y brochas, que no perjudican la superficie metálica. A continuación, para las partículas más incrustadas se emplearon cepillos metálicos pequeños, bisturís y lápices de fibra de vidrio. Se ha recurrido igualmente a la limpieza química para eliminar costras de deformación y cloruros de bronce y el sellado químico de cloruros. Tras la limpieza se decidió que no era necesaria la aplicación de inhibidores de la corrosión debido a que el material de la obra estaba en muy buen estado y su aplicación podía alterarla cromáticamente. Se ha respetado la primera pátina de corrosión del bronce como capa natural protectora. 

Desmontaje del mástil

El banderín fue desmontado y trasladado al taller, ya que debido a su estado de conservación se consideró lo más adecuado por razones de seguridad y practicidad. Una vez allí se eliminaron masillas de anteriores intervenciones y se vació el contenido de la caña, ya que al haber estado abierta durante tiempo acumulaba diferentes tipos de residuos que resultaban perjudiciales para su correcta conservación. El paso siguiente fue la consolidación de la lámina de bronce que recubre la caña, ya que después de un estudio exhaustivo y siguiendo el criterio de mínima intervención y respeto por el original se decidió conservar. Para ello se utilizaron diferentes tipos de masillas de relleno (epoxi) y acabado (poliéster) que le confieren estabilidad y durabilidad.

Una vez finalizada la limpieza y antes de poner masilla a la escultura se aplicó una resina acrílica transparente que presenta óptimas características de dureza, brillo y adhesión especialmente en metales, y actúa como primera capa de protección. Así se asegura a medio plazo el aislamiento frente a los agentes externos. También se limpió el pedestal de piedra con cepillos y brochas y se repusieron las juntas con un mortero pétreo.

La obra del escultor Emilio Calandín fue erigida a petición de 110 ciudadanos que en 1906 querían rememorar la figura del humilde labrador vecino de Patraix y nacido en Paiporta, en vísperas del centenario de la invasión napoleónica. En 1966, la corporación municipal tomó la decisión de derribar unos locales que estaban junto a las Torres de Quart y ampliar los jardines de Cervantes sitos en la calle Guillem de Castro. Este fue el lugar elegido para colocarla ese mismo año, delante de un pequeño trozo de la antigua muralla que todavía perdura. En el pedestal sobre el que está izada la figura, se esculpió el escudo de la ciudad y la siguiente dedicatoria: “Valencia a Vicente Domenech el Palleter”. La figura ahora restaurada es una copia de la que el propio escultor Emilio Calandín presentó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1901, donde fue premiado junto a Mariano Benlliure y Joaquín Sorolla.

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