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Finaliza la prueba sobre la jornada de 4 días en València con un balance desigual entre la sociedad

Finaliza la prueba sobre la jornada de 4 días en València con un balance desigual entre la sociedad
  • Esta prueba piloto ha generado sentimientos encontrados entre los valencianos, mientras algunos se muestras a favor, otros denuncian pérdidas debido a los cierres

La prueba piloto sobre la semana laboral de 4 días en València ya ha llegado a su fin. Este lunes, 1 de mayo, fue el último festivo que formó parte de este estudio que se ha llevado a cabo en la capital del Turia, con el objetivo de conocer si este sistema es más beneficioso tanto de manera económica, como a nivel social y medioambiental.

Según el alcalde, Joan Ribó, esta prueba “creo que ha dado buenos resultados por los datos provisionales, como los accesos a determinados temas culturales como la feria del libro, los accesos a las playas o la disminución clara de la movilidad”, aspectos que tal y como ha recordado el primer edil “habremos de evaluar objetivamente mediante una encuesta muy amplia”.

Ribó se ha mostrado contento con que esta experiencia “haya sido un elemento para abrir un debate importante sobre reducir la jornada laboral, reducirla es importante para aumentar la conciliación familiar o repartir el trabajo”. Pero ha recordado que su implantación, en cualquier caso, “no es una tarea municipal, sino que las patronales, sindicatos y el Gobierno se lo habrán de plantear en su momento”.

Mientras, los comerciantes del centro histórico no comparten una visión tan optimista y señalan que han sido “demasiados festivos acumulados, han convertido abril en un mes muy complicado para el pequeño comercio”.

La Asociación de Comerciantes del Centro Histórico de València ha trasladado que “no era necesario eliminar un día más de venta”, puesto que “contribuyó a que el gasto de los residentes saliera de la ciudad, y que los del área metropolitana se fuera a la periferia, y los que no se habían enterado, no entendían por qué ese lunes estaba cerrado”.

Sin embargo, indican que “los que optaron por abrir el 24 en el área del centro histórico les fue bien” y añaden que “en la zona del Ensanche había público, pero la mayoría de establecimientos estaban cerrados. Muchos en esta zona no abrieron porque pensaban que no habría público al no estar abiertos los grandes”.

En cuanto a la hostelería, el presidente de la Federación de Hostelería de València, Manuel Espinar, ha indicado que “el balance del posible impacto de la jornada de 4 días ha sido muy desigual”.

En un sondeo realizado con hosteleros de la ciudad “para muchos el impacto ha sido negativo, con caídas de facturación. Nos han trasladado que sus clientes habituales se han ido fuera de la ciudad aprovechando los puentes, y esto ha hecho que no es que no hayan trabajado bien no solamente el lunes, sino tampoco el fin de semana, calificando de desastre el balance” ha transmitido Espinar.

Mientras tanto, “en la playa de Valencia, nos trasladan un balance positivo,  al convertirse el lunes festivo en un día extra del fin de semana, y por el impacto del turismo”.

La jornada de 4 días despierta sentimientos encontrados en la sociedad valenciana

Por otra parte, en cuanto al terreno social, la jornada laboral de cuatro días está despertando sentimientos encontrados. Por un lado, los trabajadores de pequeños comercios, empresas o de la administración pública afirman que “estamos muy contentos con ella porque mejora nuestra calidad de vida y facilita la conciliación, pues yo que soy padre de dos hijos puedo dedicarles mucho más tiempo” cuenta Adam. Además, “es una forma de llevar a cabo una frase tan tópica como real de que ahora podemos vivir para trabajar y no trabajar para vivir” explica el propietario de una librería.

También los jóvenes ven con buenos ojos su llegada, pues “incorporarnos al mercado laboral con estas garantías es un alivio, ya que tenemos más tiempo para desconectar, pero no pensamos que sea viable a largo plazo en el ámbito privado porque puede suponer pérdidas”.

No obstante, tanto los autónomos como propietarios de diversos negocios como una peluquería o un taller de coches consideran que “los ingresos se reducen y los grandes beneficiados de esta situación son las grandes superficies comerciales que no aplican la reducción de jornada”. Esto tiene como consecuencia que las ventas se trasladen hacia ellos, ya que “si la gente no se puede esperar y compra por Amazon un domingo cómo no va a hacerlo un lunes si yo cierro. Creo que la clave está en la concienciación de la ciudadanía, un camino largo que requiere un sacrificio por su parte, que no siempre están dispuestos a hacer” explica el dueño de la librería.

Por otro lado, los trabajadores del sector servicios opinan que la jornada debería aplicarse, pero para ello es imprescindible “contratar a más personal, trabajadores que por ejemplo estén de lunes a jueves y otros de jueves a domingo”. Unos contratos a los que no siempre puede hacer frente el dueño y que necesitarían de “ayudas económicas mayores para poder efectuarlos” explica María, propietaria de un restaurante.

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