Un estudio desarrolla una metodología pionera para precisar el tiempo transcurrido entre fuegos neandertales
El estudio en el que participa la Universitat de València se ha realizado en varios fuegos del yacimiento de El Salt (Alcoi)
Un equipo de investigación interdisciplinar conformado por la Universitat de València, la Universidad de Burgos, la Universidad de La Laguna, la Universidad de Alicante, la Universidad Complutense de Madrid, y el Instituto de Geociencias, ha logrado determinar con enorme precisión el tiempo mínimo transcurrido entre varios fuegos neandertales en el yacimiento de El Salt (Alcoy, Alicante). La investigación, publicada en la revista Nature, aborda uno de los grandes desafíos de la arqueología prehistórica: la escala temporal en la que se llevaron a cabo actividades humanas en el Paleolítico. Este avance ha sido posible gracias al estudio de los fuegos u ‘hogares’, y sus restos arqueológicos asociados, mediante una metodología muy novedosa que combina análisis arqueomagnéticos y arqueoestratigráficos.
Los resultados del estudio muestran que la formación de la secuencia de fuegos estudiada conllevaría al menos 200-240 años, con diferencias de décadas entre algunos de ellos. Es una resolución temporal sin precedentes y con importantes implicaciones arqueológicas. Esta secuencia temporal implicaría que los grupos humanos que hicieron estos fuegos estuvieron separados por varias generaciones. Esta técnica supone un gran paso adelante para la arqueología que ayudará a entender mucho mejor el comportamiento humano en el pasado.
Para el investigador de Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua de la Universitat de València Santiago Sossa-Ríos este trabajo resulta fundamental para entender que el problema del tiempo en la Prehistoria sigue muy abierto: “Cuando excavamos superficies arqueológicas con mucho material depositado intuimos que procede de muchos eventos de ocupación humana, pero hasta este momento no conocíamos el tiempo mínimo transcurrido entre ellos. No sabíamos si era cuestión de decenas, cientos o miles de años, mientras que ahora podemos conocer que como mínimo transcurrieron incluso décadas”. Sossa-Ríos explica que con este estudio se abre una puerta para alcanzar resoluciones muy altas usando un elemento común en los yacimientos paleolíticos como es el fuego. “A partir de ahí, con estos marcos temporales, podremos abrir nuevas líneas para explorar, por ejemplo, patrones de movilidad, cambios tecnológicos o diferencias en el uso del espacio. El tiempo está ahí, el reto es combinar y extraer todo lo que los métodos nos ofrecen para llegar a él”, apunta el investigador de la Universitat de València.
El estudio, desarrollado durante casi 10 años, analiza una secuencia de 6 hogares procedentes de una misma unidad arqueológica (unidad X), de unos 52.000 años de antigüedad. El abrigo de El Salt es un yacimiento neandertal conocido, entre otras cosas, por los numerosos hogares documentados en un excepcional estado de conservación. Estos hogares pueden aparecer sobre una misma superficie o separados por pocos centímetros de sedimento, y se asocian a numerosos restos de utensilios de piedra, fragmentos de hueso y carbón derivados de distintos episodios de actividad humana. Hasta ahora, el orden y el tiempo transcurrido entre este tipo de conjuntos de hogares y restos de actividad, que son comunes en el registro paleolítico a nivel mundial, era una incógnita que dificultaba el estudio de las sociedades prehistóricas. El estudio determina que, al 99% de probabilidad, transcurrieron como mínimo unos 200-240 años entre la realización del primer hogar y el último, con diferencias de al menos 2-3 décadas entre algunos de ellos. Se trata de una resolución sin precedentes en la arqueología paleolítica y que cambia de manera significativa las concepciones previas sobre la frecuencia de las ocupaciones humanas en las sociedades cazadoras-recolectoras prehistóricas.
Hasta ahora, las técnicas de datación disponibles para contextos tan antiguos como la unidad X de El Salt solían tener incertidumbres temporales muy altas. En la reciente investigación, mediante estudios de arqueoestratigrafía se infirió la posición estratigráfica relativa en la que se encuentran los hogares y sus restos asociados. Una vez inferido el orden estratigráfico de los fuegos, se procedió a cuantificar el tiempo mínimo transcurrido entre sus quemas y este es el principal aporte metodológico del estudio. Para ello se recurre al arqueomagnetismo, disciplina geofísica que estudia el registro de la dirección y/o intensidad del campo magnético terrestre (CMT) en materiales arqueológicos quemados.
Resultados
En el caso de la unidad X de El Salt, los resultados obtenidos tienen implicaciones muy importantes e inesperadas. Los hogares, que se distribuyen en unos pocos centímetros de espesor de sedimento y algunos de ellos aparentemente en la misma superficie, representan al menos dos siglos. Este descubrimiento pone en tela de juicio la práctica arqueológica habitual de estudiar los materiales como si pertenecieran a un único grupo cultural o a un periodo de vida humana, e insta a las investigaciones a reconsiderar su enfoque.
Que el tiempo mínimo de formación de la secuencia de fuegos sea de unos 200-240 años implica que los grupos humanos que los hicieron estuvieron separados por varias generaciones. Hablamos quizá de individuos que, incluso, nunca llegaron a conocerse. Las implicaciones arqueológicas son enormes. No hay que olvidar que son grupos cazadores-recolectores, que se mueven constantemente en busca de recursos. Lo que se excava en un yacimiento como este no es más que una imagen aislada y concreta de todo un conjunto de actividades realizadas en un territorio mucho más amplio. Lo que aquí se ha obtenido son pequeños fotogramas de una película muy larga, pero se ha logrado establecer su contexto temporal con una precisión desconocida. Además, es una metodología aplicable no sólo a cronologías paleolíticas, sino a cualquier otro período que tenga estructuras de combustión bien preservadas. “Sin duda, se trata de un gran paso adelante para la arqueología que nos ayudará a entender mucho mejor el comportamiento humano en el pasado”, explican desde el estudio.