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Valencia a través de los ojos de 12 llaves

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    Mucha gente no sabe que en Valencia hubieron 12 portales o que había un circo romano del cual todavía se conservan restos. Estas y otras curiosidades que esconde el centro histórico de la ciudad fueron conocidas, ayer, por 40 vecinos y vecinas de Vilamarxant que acudieron a una excursión para visitar los escenarios de la novela 'Las doce llaves', de María Villamayor, en un acto organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Vilamarxant.

    La autora fue la guía de esta visita en la cual recordó algunos de los argumentos de su libro y los acertijos que tienen que ir descifrándose y que están relacionados con la arquitectura del 'cap i casal'. También hizo apuntes históricos muy curiosos que forman parte de la intriga de la novela.

    Al inicio del recorrido, María Villamayor narraba la historia de los muros y de los portales de Valencia, desde la época musulmana hasta la cristiana. Recordó como la muralla medieval tenía 12 puertas, que se corresponden con las 12 llaves que protagonizan su obra. Como dato curioso, también destacó que buena parte de esta muralla fue derruida en el siglo XIX, a iniciativa del gobernador civil Cirilo Amorós. Según ha estudiado la autora, lo hizo "por la crisis de la seda, por razones de insalubridad y para dar trabajo a las personas desocupadas". Pero Valencia no fue la única, buena parte de las ciudades prósperas hicieron que cayeran sus muros.

    De estas puertas, por lo tanto, no quedan muchos restos, excepto las Torres de Quart y las de Serranos que se salvaron porque hacían las funciones de prisión en aquellos momentos.

    Desde las Torres de Quart, la primera parada del recorrido fue en la calle de Carniceros, donde se encontraba el 'Portal Nou', también conocido como Portal de San José. Fue el último en ser construido y era muy parecido a las Torres de Quart.

    La historia del 'pardal de Sant Joan'

    La siguiente parada fue en la iglesia de los Santos Juanes, junto al Mercado Central, y en la parte posterior de la misma, donde se puede ver el conocido 'pardal de Sant Joan'. La escritora contaba la que, dicen, es su leyenda. En épocas de pobreza, muchos campesinos venían a la ciudad con sus hijos pequeños buscando un trabajo para ellos. A menudo no lo conseguían, y los padres les decían que la bola de oro que lleva el ave caería en algún momento y que, si estaban allí, se harían muy ricos. Los niños se quedaban contemplando el pájaro y, cuando se daban cuenta de que su padre no estaba, se echaban a llorar. Los comerciantes estaban acostumbrados a estas escenas y muchos de estos pequeños acabaron en casa de algunos de ellos.

    La ruta continuaba por el Mercado Central, la Plaza del Ayuntamiento y se hizo una parada para tomar algo en la Plaza de los Pinazos. Allí estaba el Portal de los Judíos, situado cerca del cementerio judío, sobre el cual se construyó la iglesia de Santa Catalina de Siena. Encima de estos terrenos, hay un conocido centro comercial y, por esa zona, hay también algunos túneles que, durante la Guerra Civil, se utilizaron para esconder cuadros del Museo de Prado, igual que pasó con las Torres de Serranos.

    La riqueza histórica de San Juan del Hospital

    Continuando el recorrido, se pasaba por la Glorieta, donde estaba el Portal de la Mar. La autora hacía, después, una parada en uno de sus lugares preferidos y destacados del libro, San Juan del Hospital, la iglesia más antigua de Valencia después de la Reconquista. Como datos curiosos de este lugar de estilo gótico, está la capilla barroca de Santa Bàrbara, donde se conservan las reliquias de la emperatriz Constanza de Grecia, quién pidió refugio en Valencia porque era familia de Jaume I. También hay un cementerio medieval, que puede visitarse entre semana, y algunos restos del Circo Romano de Valencia. María Villamayor también destacaba la capilla de San Miguel Arcángel, donde hay unas pinturas murales del 1270 que fueron descubiertas recientemente bajo diferentes capas de cal.

    Una parada casi obligada era el 'Micalet', uno de los escenarios importantes de la novela, así como el Museo de la Almoina. Para acceder, los asistentes se dividieron en dos grupos para visitar algunos de los restos más antiguos de Valencia y de los edificios de la fundación de la ciudad, como unas termas o algunas partes de la trama viaria principal de la época.

    Final del recorrido

    La visita finalizaba en la Plaza de la Virgen y en las Torres de Serranos. En el primer lugar, María Villamayor hacía referencia al Tribunal de las Aguas, por la importancia que también tiene en la trama de su libro. Y como curiosidad, la autora hizo que el público se fijara en el rosetón judío que hay en la Catedral, un detalle bastante atípico en un templo de estas características. Según explicaba, "parece que fueron los prestamistas judíos de la época los que financiaron la obra y, a cambio, pidieron que se pusiera este símbolo".

    En la última parada en las Torres de Serranos, muchos de los asistentes descubrieron las gárgolas que hay en esta construcción. Finalmente, María Villamayor agradecía a todos los participantes su interés y prometió que, cuando acabe la segunda parte de 'Las doce llaves', vendrá a presentarla a Vilamarxant.

    Coloquio sobre las novelas de María Villamayor

    El viernes, fue la escritora quién visitó Vilamarxant para participar en un coloquio en la sala de actos del edificio cultural la Cisterna. Allí, habló abiertamente de sus tres novelas y de la intrahistoria que hay detrás de la creación de cada una.

    La sala se llenó de lectores y lectoras del pueblo que querían conocer a la autora y profundizar en sus obras.

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