Juanjo López “el Peño”, ocho años después
Para algunas culturas, el ocho simboliza el infinito, lo máximo a lo que se puede aspirar. Este verano se han cumplido ocho años desde que un toro cogió a Juanjo y tuvieron que amputarle la pierna. Desde entonces ha hecho atletismo, bicicleta, triatlón, running, montaña y ahora natación y surf. Siempre batiendo récords en el deporte paralímpico. Pero ahora prepara algo más. Quiere celebrar el décimo aniversario de su cogida con un desafío legendario: cruzar a nado el estrecho de Gibraltar… y si el tiempo acompaña, hacer el viaje de ida y vuelta. El ocho es el infinito; el diez, la perfección.
El Peño era un recortador muy conocido en Puçol, siempre presente en los días de bous al carrer y también en la plaza. Precisamente en la plaza, durante la Semana Taurina de junio de 2010, un toro le corneó la pierna izquierda. Tras 12 operaciones, 2 by-pass, multitud de transfusiones y, justo al cumplir 30 días de estar hospitalizado, a espaldas de su familia pidió al cirujano que amputara la pierna.
“Estaba casado, quería tener hijos y poder jugar con ellos algún día. Si me dejaba la pierna inservible, iba a acabar siendo un minusválido… y ahora no lo soy”, afirma tajante Juanjo López. “Pedí que me amputaran la pierna. Salí a los ocho días del hospital. Fui al fisioterapeuta de La Fe unas cuantas veces, pero era una rehabilitación para gente muy sedentaria, así que pedí el alta voluntaria. Vine a un gimnasio de Puçol y monté mi propia rehabilitación. Además, compré una prótesis deportiva y a los ocho meses, en el Gran Fondo Vila de Puçol de 2011, corrí mi primera prueba de quince kilómetros”.
Una prueba que puso un nudo en la garganta a todos los que estábamos esperándole en la línea de meta. Todo un pueblo. Pero no iba a ser la única vez que superara retos que antes ni siquiera habría podido imaginar.
En 2012 se proclamó campeón de España de Medio Ironman, campeón autonómico y tercero del mundo en larga distancia. En 2013, campeón de Europa de Medio Ironman. En 2014, Juanjo es el primer amputado en España que termina una maratón, la de Valencia, y el único europeo que compite en carreras de montaña: el running pasa a ser su prioridad. En 2015, multitud de travesías a nado y, sobre todo, la Titan Desert en bicicleta por el desierto del Sáhara.
“Pero no podíamos llegar a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, así que había que tomar una decisión y la volví a tomar: abandoné la alta competición y empecé a plantearme mis propios retos. El objetivo ya no era competir y ganar, sino intentar concienciar a cualquier persona que no hay barreras imposibles de superar y que la palabra minusválido no debe existir: somos más válidos que otras personas por la cantidad de retos que tenemos que superar día a día”, continúa el Peño.
Retos deportivos que debía combinar con el lado humano: trabajar, la familia, la niña y el niño (que ahora tienen 6 y 3 años), cumplir su sueño de jugar con ellos… y entrenar cada día.
En 2016 finalizó la maratón de Valencia y multitud de carreras de montaña. Pero es en 2017 cuando alcanza su gran desafío: la Transvulcania, con 74 kilómetros y 8.000 metros de desnivel en la isla de La Palma, lo que le convierte en un atleta legendario.
“Fui el primer amputado que corrió un ultra trail y lo finalizó. Transvulcania fue para mí algo especial: en cada avituallamiento el speaker avisaba a meta y todos seguían mis tiempos con el mismo interés que los del ganador de la prueba. En el pueblo de Los Llanos, donde está la meta, me esperaban corredores en las inmediaciones, para acompañarme a meta y allí todo el mundo se volcó conmigo… No he vivido nunca algo tan emotivo: imposible olvidar aquel día, pero también es imposible transmitir todas aquellas sensaciones”.
Ni siquiera ahora, mientras su hijo de tres años se duerme en sus brazos, oyendo las hazañas de su padre, pero más interesado en descansar porque eso de ir al cole cada día es agotador para él.
Juanjo recuerda emocionado la edición de este año de la Transvulcania, donde fue recibido como un héroe: firmaba autógrafos, asistió como invitado a multitud de ruedas de prensa, charlas, incluso centros para motivar a personas con discapacidad. Todo muy profesional.
Pero también agotador. Quizá por ello tuvo que abandonar la prueba a los 20 kilómetros, por molestias con la prótesis. No importaba, el reto estaba conseguido: muchos se habían acercado a decirle que habían hecho suyo el eslogan que Juanjo ha venido utilizando todos estos años y que ahora la vida les sonreía.
Un eslogan inolvidable: “Si yo puedo, tú puedes”.
Y ahora, más allá
Hoy, un jueves de septiembre, como cada madrugada, Juanjo ha entrenado. Luego al trabajo, mientras los peques están en el cole, la familia, jugar con los niños y, por la tarde, nuevamente a entrenar. Otra vez a cuidar niños, la familia, los amigos, algo de descanso y mañana, a ver el amanecer entrenando.
La natación es ahora su gran reto. Participa en la liga de natación en aguas abiertas, la OceanMan. El 23 de septiembre nadó en Valencia, como simple entrenamiento. También se plantea nadar de Puçol a Valencia, siempre supervisado por su inseparable entrenador Xavi Munera, el hombre que ha sabido acompañarle en todo momento… y no es un supuesto: juntos han corrido multitud de pruebas con el Tripuçol, el equipo local de triatlón, y también algunas carreras populares, como la Volta a Peu de Puçol.
Su nuevo reto sólo es comparable a la Transvulcania… y quizá esta vez intenta ir un poco más allá.
“Espero cruzar el estrecho de Gibraltar y hacerlo cuando se cumplan diez años de mi cogida. Además, voy a intentar hacer la ida y la vuelta a nado, algo que sólo han hecho cuatro personas en la historia. Estoy seguro que en un lago o en un río lo conseguiría, porque ya hice los 32 kilómetros por el Ebro, pero aquí es más complejo: necesito el equipo de apoyo en todo momento, que no haya temporal, que las corrientes no me arrastren demasiado, que los tiburones me respeten, que el tráfico de barcos tampoco interfiera demasiado esos días… Son demasiadas variables”, asegura Juanjo con una sonrisa.
Para conseguirlo se centra más en el asfalto y el agua. Correr y nadar para prepararse a fondo. La montaña queda ahora a un lado, porque castiga más la prótesis y exige otro tipo de entrenamiento.
Va cumpliendo etapas. Recuerda con cariño sus carreras en la élite, con el Tripuçol, del cual además mantiene a su amigo y entrenador, Xavi, pero no puede cuadrar sus horarios de entrenamiento con los de un club deportivo convencional. Ahora también ha descubierto el surf y se ha convertido en otra de sus pasiones.
“Lo toco todo… menos los hombres”, afirma con esa sonrisa que ya es una carcajada. “Pero lo más duro no es entrenar ni cualquiera de las pruebas en las que he competido. Lo más duro es escribir: no sé cómo empezar cada capítulo, no sé cómo ordenar las ideas, no sé qué fragmentos elegir y cuáles desechar… y estoy escribiendo un libro con mis memorias, así que imagina lo complicado que es para mí ponerme delante del teclado cuando lo que de verdad me atrae es la actividad deportiva”.
Acepta cualquier reto. Lo estudia. Lo prepara. Y lo consigue.
El próximo lo va a estar preparando durante dos años.
Cruzar el estrecho a nado, ida y vuelta, una persona con una pierna.
Promete ser el no va más.
Aunque con Juanjo nunca se sabe: siempre está dispuesto a llegar hasta el infinito y más allá.