Condenan a 22 años de cárcel al joven acusado de robar y asesinar a un cofrade de Gandia
Los hechos tuvieron lugar en 2021 y el asesino estuvo usando la tarjeta bancaria del fallecido a quien suplantó la identidad
La Audiencia Provincial de Valencia ha condenado a 22 años de prisión al acusado, Carlos Raúl Y.M., al que un jurado popular declaró culpable a principios de este mes de febrero de robar y asesinar en 2021 a un conocido cofrade de Gandia, Carlos Almiñana, como ya les contó elperiodic.com en un caso que llevó a la cárcel de Picassent al asesino, un panameño de 29 años.
La sentencia, que puede ser recurrida en apelación ante la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, establece que el reo es autor de un delito de asesinato, por el que se le impone 18 años de prisión, y de un delito de robo con violencia, castigado con otros cuatro años.
Además, el magistrado que presidió el juicio ha acordado que, una vez que cumplidos los 2/3 del total de la pena impuesta, el condenado sea expulsado de España y tenga prohibido regresar durante diez años. Asimismo, deberá indemnizar a cinco familiares del fallecido con un total de 42 euros por los daños morales.
Los hechos, de acuerdo con el veredicto emitido por el jurado popular, sucedieron el 17 de febrero de 2021 en la vivienda de la víctima, que vivía sola y mantenía una relación de amistad con el acusado.
En un momento dado, al final de la mañana y por causas no conocidas -según declara probado la sentencia- el acusado golpeó al propietario de la casa en la cabeza y otras partes del cuerpo.
A continuación, con el agredido semiinconsciente, el agresor le ató las manos al cabezal de la cama con unas bridas de plástico, hizo lo propio con las piernas usando un cable anudado a la pata de la cama y le colocó en la boca, a modo de mordaza, una camiseta que le impedía respirar.
La víctima “en la situación descrita carecía de posibilidad alguna de defensa”, según explica el magistrado, y el acusado con su forma de actuar aceptaba que podía causarle la muerte, “lo que finalmente sucedió, pues falleció poco después a causa de una insuficiencia cardio-respiratoria provocada por una asfixia mecánica”.
Mientras el perjudicado se hallaba maniatado y amordazado en la cama, el ahora condenado buscó objetos de valor por la casa y se apoderó de un teléfono móvil y de tres tarjetas bancarias. Luego bajó al garaje del edificio y se marchó del lugar a bordo del vehículo propiedad del fallecido.
En los fundamentos jurídicos de la sentencia, el magistrado destaca la “falta de empatía y el desprecio” exhibidos por el procesado hacia la víctima, “a la que dejó amarrada como un animal en una situación que le aseguraba una muerte dolorosa y lenta”.