Salvador Boix: “Las fallas son mi pasión, el único ‘hobby’ que he tenido en la vida”
Este domingo 10 de marzo, Burriana rendirá homenaje fallero a Salvador Boix por su amplia trayectoria
Salvador Boix, un fallero destacado de Burriana, cuenta con una larga trayectoria dentro del mundo de las fallas. Es hijo de presidente de Junta Local Fallera y padre de la actual presidenta del mismo organismo, su primer contacto con la falla fue en 1972, siendo el caballero acompañante de la reina infantil. En ese momento Boix no era consciente de que ese era el inicio de un gran recorrido dentro de las fallas.
Con tan solo 19 años, en 1980 se puso al frente de la Falla Barri Sant Blai, convirtiéndose en el presidente más joven de la historia. Su camino continuó unos años dentro de esta comisión, y posteriormente, en la falla Don Bosco. Además, fue miembro de Junta Local Fallera en distintos periodos de su trayectoria.
Ahora, en 2024, el colectivo fallero ha decidido por unanimidad reconocer la dedicación y el trabajo de Boix por las fiestas josefinas durante su vida. Fallero por pasión, según reconoce, esta vez es él quien se convierte en el protagonista de sus queridas fiestas. Burriana le mostrará su admiración y agradecimiento el domingo 10 de marzo donde se le acatará en el tradicional homenaje fallero. Hacer esta entrevista ha sido un gran regalo ya que he tenido el placer de aprender muchas cosas sobre las fallas y su historia que no conocía. Salvador Boix ha hecho un repaso por toda su vida fallera hablando de anécdotas y compartiendo su experiencia con mucho cariño. Además, asegura que fue una noticia inesperada para él pero que acoge con mucha ilusión.
¿Desde cuándo está vinculado al mundo de las fallas?
Todo empezó gracias a mi padre. Yo soy el pequeño de cinco hermanos, por ello mi padre me llevaba mucho con él. Fue presidente de Junta Local Fallera en dos ocasiones, la primera desde el año 1958 hasta el 1964 y la segunda desde 1972 hasta las primeras elecciones democráticas. En mi casa las fallas siempre han estado presentes, pero no fue hasta el año 1972 cuando empezó mi vinculación directa.
Ese mismo año, mi padre me preguntó si quería ser fallero, yo le dije que sí y así me convertí en el caballero acompañante de la Reina Fallera Infantil, Anabel Llopis. A partir de entonces mi padre empezó a llevarme a muchos actos con él y así mi interés y afición por las fallas creció. Más tarde, al salir del instituto pasaba por el taller donde Joaquin Ortells hacía el tapiz para la ofrenda de flores. Normalmente, me quedaba allí para ayudarle y aprender, pasaba muchas horas con él y, a partir de entonces, entré de lleno en el mundo fallero.
En 1977 Javier Perelló vino al taller a ver el tapiz. Allí me ofreció que fuese a la Falla Barri Sant Blai para ayudarles con la carroza para la Cabalgata del Ninot y así pasé a formar parte por primera vez de una comisión. Durante 1978 y 1979, Perelló fue el presidente, pero en este último ejercicio entró en el Ayuntamiento de Burriana como concejal de fiestas, convirtiéndose en el presidente de Junta Local Fallera. Por eso en el año 1980, con 19 años, me puse al frente de la comisión. Fui presidente de la misma en los años 1980, 1981 y 1991. Además, ocupé la vicepresidencia de Sant Blai en 1982 y 1983.
[Tras hablar con mucho cariño de su trayectoria fallera, alza la vista para adentrarse en su memoria y sonríe].
Como anécdota, recuerdo que el día de mi exaltación infantil como caballero acompañante, un buen conocido me preguntó: “Salva, ¿tú de dónde vas a ser fallero?” Y yo, en aquel momento, siendo un niño y sin haber pertenecido a una comisión antes, le contesté: “de Sant Blai”, y casualmente, años más tarde, así fue.
¿Qué son para usted las fallas?
Son mi pasión. [Responde sin dudar]. Son el único ‘hobby’ que he tenido en la vida. Las fallas son unas fiestas muy completas que se disfrutan durante todo el año. Es muy bonito, sobre todo si te encuentras a gusto con el grupo de gente que hay en la comisión que estás o incluso en la Junta Local Fallera. Se crea un vínculo de hermandad y una gran amistad con mucha gente. Yo, dentro de las fallas, lo único que he hecho son amistades y no solo aquí en Burriana, sino que te dan la oportunidad de entablar relaciones y de crear vínculos de amistad fuera. Por ejemplo en Castellón, en Valencia, en Alicante e incluso en Benicarló; al fin y al cabo, en todos los pueblos que visitamos y con los que compartimos nuestras fiestas. Gracias a las fallas siempre se hacen amistades.
Hablando de amistades, ¿cómo es su relación con la falla Císcar-Burriana?
La falla Císcar-Burriana es mi segunda falla. Yo voy a su casal y es como si entrase aquí en el casal de cualquier comisión. [Se explica tras responder con seguridad]. Porque aquí en cualquier falla me siento en casa, tengo amistad con mucha gente del mundo de las fallas.
[Levanta la mirada echando la vista atrás y recordando con nostalgia los viejos tiempos].
El año 1983 fue el primero que entré en esta comisión y los hijos de los amigos que hice, quienes en esa época eran los de mi edad, ahora son quienes llevan la falla. El vínculo surgió acudiendo a reuniones y cenas con ellos. En la comisión, tradicionalmente celebraban una cena el último jueves de cada mes a la que llamaban la cena de ‘Perol’. Para esta cena, cocinaban allí en el casal y nos invitaban a la Junta Local Fallera de Burriana. En aquella época, cuando éramos jóvenes, era muy sencillo ir y el mes que nos apetecía, cogíamos el coche e íbamos a cenar con ellos, nos quedamos un rato de fiesta y hablando. Siempre estábamos muy a gusto y así empezó mi relación con ellos.
Actualmente, esta relación continúa, de hecho hace poco se cumplieron 50 años desde que la falla viene a Burriana. Celebramos un acto de aniversario en el que, sin yo esperarlo, me dieron la insignia de plata de la falla porque dentro de la Junta Local el que más años de relación con ellos había tenido era yo.
¿Cuántos años ha formado parte de Junta Local Fallera?
[Empieza a contarlos, aunque duda un poco]. Creo que 17 años, [vuelve a repasar las cuentas] sí 17 en total y 11 de ellos como secretario general. Este es el cargo que más veces he ocupado y en el que más he disfrutado. Hoy en día la informática es una gran ayuda y facilita el trabajo, en aquella época era todo manual y más costoso, pero era un trabajo que yo disfrutaba. Los años que fui presidente de la falla también los disfruté mucho, aunque de otra forma.
¿Cómo es formar parte de Junta Local Fallera? ¿Es un trabajo agradecido?
La Junta Local Fallera, en muchas ocasiones, es una desconocida. [Hace una pausa]. Es decir, la gente sabe de su existencia, pero no entienden cuáles son sus funciones ni conocen el trabajo que realmente supone. [Se pone serio]. Siempre hemos estado al servicio de las fallas, lo que las comisiones deciden es lo que la Junta Local Fallera ejecuta. Trabajamos por las fallas y nos encargamos de la organización, pero la imagen que la gente interpreta es otra. Parece que para el colectivo fallero vayamos ‘de gorra’ y estemos siempre de fiesta y de ocio. Cuando un fallero pasa a formar parte de la Junta se da cuenta de lo que realmente supone y muchas veces se sorprenden porque no es como esperaban.
¿Cuántos tapices para la ofrenda de flores ha hecho en Burriana?
He hecho siete tapices, el primero fue en el año 1978. Tras ir a ayudar a Joaquín Ortells a su taller después del instituto y hacer las carrozas en Sant Blai, con 17 años me presenté al concurso de tapices y lo gané. [Ve que me sorprendo y explica lo del concurso]. En aquella época el tapiz se escogía a través de un concurso donde se presentaban varios tapices candidatos y de todos se escogía uno. El del año 1978 fue el primero que pude hacer. También realicé los tapices de los años 1980, 1981, 1982,1984,1985 y 1986.
Si vemos su trayectoria, desde pequeño forma parte de este mundo. ¿Cuál ha sido el momento más emotivo que ha vivido dentro del mundo fallero? ¿Y el más triste?
[Para esta pregunta, tras un tiempo pensando y buscando el momento adecuado en su mente, no encuentra respuesta].
Ni idea, no encuentro ningún momento que pueda destacar. Han sido tantas cosas, tantas experiencias y tantos momentos emotivos y especiales que es difícil quedarme con uno.
[Por el contrario, hablando del más triste, le viene a la mente uno que destaca de inmediato].
El más triste dentro de las fallas fue en el año 1987, cuando Mari Carmen Marín era la Reina Fallera. El 4 de marzo recibimos una mala noticia. Paco Villanova, miembro de la Junta y amigo, falleció. A los pocos días, en uno de los actos previstos se le hizo un homenaje.
¿Qué siente al ser padre e hijo de presidentes de Junta Local Fallera?
Mi padre fue presidente en dos ocasiones, fue promotor de varios actos que no existían y que hoy en día todavía se mantienen. Ahora, ser padre de la actual presidenta de Junta Local Fallera es una alegría, aunque también sé el trabajo que le va a suponer [bromea].
¿Cree que la tradición fallera se hereda?
Creo que sí se hereda, pero que pasa igual que con cualquier otra afición. Yo, aparte de ser acompañante de la Reina Fallera Infantil de Burriana, empecé a cogerle afición a las fallas yendo con mi padre a los actos, al igual que mi hija, que también ha venido conmigo a muchos actos. [Empieza a recordar con cariño]. Siendo secretario de Junta Local Fallera con Salvador Molina, algunos días recogía a mi hija Paloma del colegio y, si mi mujer estaba trabajando, ella venía conmigo a las oficinas de la Junta y hacía allí los deberes mientras yo hacía mi trabajo. Aunque no lo parezca, todo eso hace que vayas interiorizando las fallas sin darte cuenta. Cuando tu padre te lleva detrás y te enseña su afición y su pasión, al final termina gustándote y la haces tuya.
Cuando le informaron del homenaje, ¿cuál fue su reacción?
Decir que no. [Responde riendo]. Dije que no por mi hija, no quería que ser yo el homenajeado le repercutiera en nada. Luego me explicaron que ella no sabía nada, que la decisión había sido de las fallas y que el alcalde estaba de acuerdo, pero que a Paloma no se lo habían dicho aún. Entonces dije que vale, que si lo habían decidido las fallas y ella no sabía nada… Pero también me dijeron que esa llamada solo era para informarme, no para preguntarme si quería o no. Tras comunicármelo a mí, llamaron a mi hija y se lo contaron. A ella le expliqué lo mismo, que si le iba a repercutir que no, pero Paloma dijo que no, que si las fallas querían hacerme el homenaje, ellas son las que deciden. Ella está muy ilusionada y seguro que es un momento emocionante.
¿Esperaba que las fallas le propusieran como homenajeado?
No, nunca. Además, siempre que he hecho algo en el mundo de las fallas ha sido desinteresadamente, sin esperar nada a cambio. Siempre han sido mi afición y he estado encantado de colaborar en lo que me han pedido. Que las fallas hayan pensado en mí me hace mucha ilusión, el ver como el trabajo que has hecho de forma altruista dentro del mundo de las fallas se te reconoce es muy gratificante.
¿Cómo ve las fallas actualmente? ¿Cree que han cambiado desde que empezó su amplia trayectoria?
Sí, han cambiado mucho. Antes había mucha más actividad, las fallas de ‘barrio’ salían a vender la rifa, la lotería, iban por las casas haciendo las cartillas, ahora todo eso se ha perdido. Después, a nivel de actos, algunos se han eliminado, otros han cambiado y otros han surgido nuevos. Antes, durante la semana de fallas las comisiones se reunían en La Llar Fallera, ahora cada comisión está en su carpa o en su casal. Las cosas evolucionan y se van adaptando, como dijo una vez un alcalde, las fallas serán lo que los falleros quieran.
Una vida dedicada a las fallas
Salvador Boix nos cuenta toda su trayectoria que, como ha mencionado anteriormente, empezó en 1972 siendo el caballero acompañante de la Reina Fallera de Burriana. Su primera comisión fue la del Barri Sant Blai, donde fue presidente en los años 1980, 1981 y 1991 y vicepresidente en 1982 y 1983.
“Aunque años más tarde volví, en 1983 dejé la falla por motivos personales” asegura. Boix relata que fue justo en ese momento cuando Paco Villanova, que era muy amigo de su padre, le propuso formar parte de la Junta Local Fallera y tras presentarle al nuevo concejal de fiestas, Salvador Asensio, empezó a formar parte de la comisión ejecutiva del colectivo.
En el primer año, 1984, fue delegado artístico y los otros tres, 1985, 1986 y 1987, delegado de falleras. Después con Alfonso Ventura como concejal y presidente de Junta Local ocupó el cargo de secretario general durante los ejercicios de 1988, 1989 y 1990. “Ese último año, por temas personales, tuve que dejar la Junta y en 1993 volví como secretario general con Salvador Molina. Estuve tres años con él, pero en 1995, cuando Molina terminó, me lo dejé otra vez”, afirma.
Tras un tiempo de descanso, con Paco Isaac de presidente los años 2008 y 2009, regresó como vicepresidente.Más tarde, durante los ejercicios de 2012, 2013 y 2014, perteneció a la falla Don Bosco donde su hija Beatriz fue Corte de Honor Infantil. El currículum de Boix en Junta Local fallera entra en la recta final dos años más tarde: “mi última vez como miembro de Junta Local fue bajo la presidencia de Maria Lluïsa Monferrer, de 2016 a 2020, cuando desempeñé de nuevo el cargo de secretario general”.