La autorregulación a través de Twitter agiliza el proceso de aprendizaje del periodismo con perspectiva de género
Una investigación de la Universitat de València apunta que el papel, que hoy ejercen especialmente asociaciones de periodistas feministas, es una opción complementaria al resto de estructuras de autorregulación
Periodismo y Teoría de la Educación se han unido para abordar el activismo profesional de asociaciones de mujeres periodistas que, a través de sus cuentas en Twitter, contribuyen a la expansión del valor de la igualdad entre mujeres y hombres; se trata de un papel autorregulatorio, de un aprendizaje entre iguales, que revitaliza los códigos éticos o deontológicos del periodismo.
Quienes están detrás de esta investigación son la profesora María Iranzo y el profesor Vicent Gozálvez, quienes han analizado de manera manual 7.424 tuits publicados entre el 1 de mayo de 2018 y el 1 de mayo de 2019 por las cuentas de 14 asociaciones de mujeres profesionales de la comunicación en España. La mayoría de estas plataformas se han ido constituyendo desde la huelga feminista del 8 de marzo de 2018, a raíz de la cual centenares de periodistas tomaron conciencia como colectividad tras un proceso de comunicación de experiencias individuales.
Los tuits de estas asociaciones proponen mejoras en la expresión y redacción de noticias, denunciando usos sesgados, estereotipados o denigratorios del lenguaje de los grandes medios de comunicación e información españoles; y paralelamente reconocen y aplauden los contenidos que dignifican a las mujeres o las sitúan en el lugar público que les corresponde.
Donde más se evidencia la falta de perspectiva de género es en el tratamiento de la violencia de género (25%), en el uso sexista del lenguaje (10%) y en el fomento de los estereotipos (8%), de entre los 51 temas entresacados de las denuncias. La petición que con mayor frecuencia exigen los colectivos de comunicadoras feministas es la de conseguir que en las noticias sobre violencia de género se ponga el foco sobre el agresor y no en la víctima. En este sentido, reclaman el uso de verbos que evidencien la violencia –en lugar de “morir”– y piden colocar al criminal como sujeto de la oración para remarcar la responsabilidad de los hechos. En esta línea, otra de las sugerencias más reiteradas apunta a no especular con los motivos del ataque (https://bit.ly/32Y3OXq) y evitar detalles escabrosos que solo aportan morbosidad a la información y que pueden herir la sensibilidad de la víctima y/o sus familiares y amistades. Asimismo, se insiste en la necesidad de evitar testimonios que normalicen la actitud del agresor o resalten los aspectos positivos de su personalidad. También se recomienda evitar el efecto narcotizante que supone presentar la agresión como “un caso más”. Por tanto, exigen menos detalles y más contexto a través de testimonios de profesionales y mujeres supervivientes, así como la explicación de las consecuencias penales que suponen estos actos.
El uso discriminatorio del lenguaje se observa especialmente en los titulares, donde no se visibiliza el nombre propio de las mujeres que son protagonistas de la información periodística; se las presenta mediante la descripción de atributos. Otro de los aspectos que se recomienda es evitar considerar como positivas actitudes machistas. Se condena también el servir de altavoces de opiniones machistas de personas entrevistadas o colaboradoras. Y por lo que respecta a los estereotipos y prejuicios que fomentan la desigualdad entre sexos, la principal queja apunta a piezas donde las mujeres no son sujeto sino objeto de la información y en las que el foco de la información se pone en sus características físicas o condiciones personales, como la maternidad. Este prejuicio se detecta sobre todo en la sección de deportes y de sociedad.
Si atendemos al sexo de las personas que firman las piezas denunciadas, exceptuando aquellas en que la autoría es desconocida, el 34% han sido elaboradas por un varón, el 28% por una mujer y el 9% por ambos conjuntamente. Por ello, llama la atención que en los temas ‘violencia de género’ y ‘estereotipos’, sea ligeramente mayor el número de mujeres autoras de las piezas denunciadas, lo que evidencia una falta de concienciación de la profesión en general; mientras que son más los hombres que firman piezas criticadas por su machismo o falta de valores deontológicos (#periodigno es el hashtag que utilizan estas asociaciones). En esta línea, “quisiéramos apuntar que la mayoría de piezas desconocidas apuntaría por lo general a piezas de portada, que generalmente no van firmadas, o a noticias extraídas de teletipos, de ahí la importante responsabilidad de las agencias informativas”, explican los investigadores. No obstante, “si nos fijamos en las piezas aplaudidas con autor reconocido, el 80,5% han sido elaboradas por mujeres, el 16,5% por varones y el 3% por ambos”.
Otros de los objetivos de este estudio, publicado en Feminist Media Studies, ha sido analizar las reacciones suscitadas por las menciones a medios y/o periodistas. Solo tres periódicos generalistas han accedido a la corrección demandada. En otros dos casos, periodistas responsables de la información señalada han reaccionado justificando el motivo de sus decisiones y han agradecido el debate. En este punto señalaremos que la gran mayoría de contenidos denunciados se encuentran accesibles en Internet.
Por lo que respecta a la creación de nuevas secciones dedicadas a garantizar la perspectiva de género -El País, eldiario.es-, si bien han fomentado la publicación de informaciones donde se inserta la mirada de mujeres, se demuestra que no es un eximente de errores deontológicos.
Esta falta de autoexigencia profesional y de compromiso ciudadano se observa especialmente en los medios de comunicación con mayor tirada y difusión. Desde ahí, “concluimos en la necesidad de incidir en prácticas de autorregulación y diálogo profesional como las presentadas”, apuntan Iranzo y Gozálvez. La mención directa al medio o al autor/a responsable de la pieza “permite resolver de modo más rápido y con menor coste una cierta reparación moral al daño producido en las personas afectadas, en este caso, mujeres”, indica María Iranzo, investigadora del grupo Mediaflows de la Universitat. Además, “al ser denuncias y aplausos públicos, la sociedad digital puede ser testigo y aprender de esta ética dialógica de manera que el periodismo resulta regulado por la interacción colectiva”, añade Vicent Gozálvez, especialista en la investigación y docencia de las materias de Filosofía de la Educación, Educación para la ciudadanía, Pedagogía Intercultural y Educación mediática.
Esta acción autorreguladora entre iguales obedecería de hecho a una de les recomendaciones de la UNESCO, que propone el monitoreo interno periódico y/o continuo sobre contenido mediático para medir la eficacia y evaluar resultados de códigos de ética sensibles a la igualdad. Esta labor puede ser realizada por estas plataformas profesionales compuestas por periodistas formadas en perspectiva de género. “Además, garantizan al público un foro para realizar reclamaciones y críticas, como hemos constatado en la investigación, pues en ocasiones sus denuncias han venido apuntadas por una ciudadanía crítica. Con todo, la construcción de esta ética mediática en línea y en abierto solo será una realidad si está infundida en los principios de tolerancia, respeto y autorreflexión”, apuntan.
Las cuentas de las 14 asociaciones de mujeres profesionales de la comunicación en España analizadas son: Asamblea de Mujeres Periodistas de Sevilla (@Periodistas_M); Asociación de Periodistas por la Igualdad (@apfeministas); Asociación de Periodistas Feministas CyL (@apfcyl); Colombine, Plataforma de Mujeres Periodistas Feministas de la Región de Murcia (@PColombineRM); Periodistes Feministes (@PeriodistesFem); Xornalistas Galegas (@asxornalistas); Les Beatrius. Xarxa de dones professionals valencianes per un periodisme feminista (@lesbeatrius); Vivas. Asociación Canaria de Mujeres de la Comunicación (@Vivas,Comunican); Xarxa de comunicació feminista de les Balears (@ComfemIB); Plumas Moradas (@PlumasMoradas); Comunicadoras 8M (@comunicadoras8m); Red Internacional de Mujeres Periodistas y Comunicadoras (@redperiodistasM); Mujeres RTVE (@MujeresRTVE) y CIMA. -Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (@CIMAcineastas).