Protesta en Valencia contra el Halloween perpetuo de los animales
"Hemos querido aprovechar esta fecha para sensibilizar sobre lo que está ocurriendo con millones de animales y hemos dado información acerca de lo fácil que es evitar esta situación mediante el veganismo, la filosofía ética de vida que busca la liberación de todas las especies sin distinción", declara Jose Ferrer, uno de los coordinadores de València Animal Save, la organización que desplazó activistas para representar un 'escalofriante' acto frente a la plaza de torturas de Valencia, en aras de mostrar lo que se esconde tras los mataderos, granjas, laboratorios de vivisección o peleterías (en suma, en todo aquel lugar donde los animales se usan para los privilegios y los caprichos de los humanos).
El lema para el colectivo en este creativo acto fue "para ellos todos los días son Halloween", que resume que, así como la sociedad humana celebra fiestas -en este caso Halloweeen- donde disfrutan de una ficción de terror durante un día, los animales padecen ese terror, pero real e insoportablemente atroz y humillante, todos los días de sus violentadas vidas.
De esta forma, los voluntarios animalistas explican que "El veganismo es un posicionamiento coherente y lo mínimo que podemos hacer por los animales. La verdadera película de terror, está en estos lugares en los que los animales conocen una corta 'vida' de miseria hasta la muerte en el oscuro y apartado matadero." Añaden: "Igualmente, es un deber moral de todas educar a la infancia en valores antiespecistas y sin ocultarles la inconcebible realidad de los demás animales", dijo Diego Nevado.
Desde el colectivo exponen que "aunque centran su lucha en los animales, que es lo que define el veganismo, señalan la responsabilidad que todas las industrias tienen en la crisis climática que estamos atravesando o en el hambre en el mundo tras criar a millones de animales alimentados masivamente con recursos vegetales, soja transgénica y utilizando constantemente antibióticos."
Rosa Más, bióloga y colaboradora en colectivos como Feumve por la infancia vegana, informa que:
"Los demás animales merecen respeto porque poseen capacidades cognitivas y sociales complejas, análogas a las nuestras; de hecho, cuanto más sabemos sobre su naturaleza, más comportamientos asombrosos descubrimos, particularmente en cuanto a cuidados y cooperación.
Rechazar los productos de origen animal puede tener como consecuencia un significativo menor impacto sobre el medio ambiente: el consumo de productos de la huerta locales y de temporada minimiza la huella de carbono y favorece la agricultura de proximidad, contribuyendo a la soberanía alimentaria."
No soy yo de celebrar fiestas de los humanos, porque todas me parecen realmente estúpidas, y no solo eso, considero que las tradiciones que reúnen a un gran número de personas, y más aún si es en términos mundiales, para hacer una misma cosa, per se son destructivas, porque muestran que el individuo no es capaz de generar imaginación y creación sin seguir la estela de la masa y unirse a ella, haga lo que haga, si es tirarse tomates (la tomatina), o si es recrear la matanza racista que fue la expulsión de los árabes de España durante la llamada Reconquista y la posterior expulsión de los que quedaban por parte de Felipe III, con la fiestecita casposa "moros y cristianos", o si es meterse entre petardos para parecer muy valientes, o si es maltratando animales (casi todas las festividades que reúnen a millones de humanos se centran o terminan en holocaustos animales), o tengan el objetivo o temática que tengan, en fin, la cosa, creo, al final, es no pillar un libro, creerán que las tapas de los libros te queman las manos... Los reyes magos, el día de todos los santos, Halloweeen o la madre que los parió. Todas estas fiestas excusas para dar rienda suelta a las borracheras y a sentir una identidad, aunque sea grupal. El humano es un ser vacío, no se recrea con la cultura, el arte, la naturaleza. Se aburre y se juntan para hacer el imbécil, siempre bebiendo, porque son tan frustrados y deprimidos que no se pueden mirar cara a cara ellos sin haberse tomado antes unas birras.
Por cierto, Halloweeen recuerda a la película "La purga", que recomiendo a quien no la haya visto aún, tiene varias partes ya grabadas con esa temática el film. En "La purga", donde en América hay un día en que se permite realizar lo que cada uno desee, incluso matar gente, con motivo o sin él, se muestra la verdadera cara del ser humano, verdadera porque es capaz de matar, y de hacerlo en masa. La película "La purga" desagrada y horroriza, pero es porque la gente mata a la gente, humanos a humanos. Si ocurre, como ocurre en la realidad y no en la ficción, que humanos matan a animales, solo por capricho (el veganismo es más sano y la vía a tomar si queremos llamarnos seres justos), entonces no produce horror sino "normalidad". Una normalidad que luchamos por que en un futuro en retrospectiva sea observada como el mayor y más extendido en el tiempo holocausto perpetrado desde un grupo mayoritario y sobre todo en posición ventajosa hacia otro que no puede replicar ni defenderse.
Los activistas que el pasado día mundial en que se celebra Halloweeen, y que se disfrazaron de los verdaderos monstruos y psicópatas de la actualidad del especismo endémico que degrada al humano y a todo lo que lo rodea (matarifes, pescadores, cazadores, vivisectores), poniendo frente a las caras de los viandantes dónde está el terror real, a mi juicio hicieron un acto necesario.
La pregunta es: ¿sabrá la gente que los vio y los que se detuvieron a escucharlos, el mensaje que dieron, la dureza, realidad e importancia del mensaje que transmitieron?
Deseo que sí, porque los animales en manos de los humanos cada día sólo sienten terror terror terror en el estómago. Y la sangre que estalla y recorre como ríos los suelos de los mataderos es real, en los laboratorios de vivisección, las lágrimas de los caballos y los bueyes usados, las de los animales marinos usados y secuestrados del mar, de los cielos, de sus casas naturales: las personas no humanas que se matan a billones en los mataderos del mundo, eso es real. Y que los maten otros no exime al consumidor de su culpa en el hecho. Quienes compran las amputaciones de los animales asesinados en el Halloweeen perpetuo de los muertos vivientes (los consumidores), o sea la Demanda, son los Freddy Krueger, los Candyman, los fantasmas que con sólo mirar sus espantos nos paralizan el corazón, los zombies verdes con las motosierras eléctricas y los Charles Manson y los payasos mortales para los animales, ahora, en este segundo, en que van a morir. Y es de verdad. Sus vidas no son una película. Ni un día de risas en que te vistes de "la momia" y sales con los niños a pedir caramelos puerta por puerta. Los matas tú. Los matas tú si no eres vegano. No acompañes a los niños a pedir caramelos, acompáñalos en la cultura del respeto a los que no saben qué es un dulce, porque por culpa de los no veganos sus vidas son agrias, grises y horribles hora a hora, todos los días, ahora, en este maldito segundo terrorífico que vibra malévolamente.