Primeras dos páginas de lectura libre de la novela «Mundo al revés: HISTORY», de Ángel Padilla (Hades ediciones)
Novela: Mundo al reves: HISTORY
Autor: Ángel Padilla
Editorial: Hades ediciones, primera edición abril 2023; Segunda edición julio 2023
Páginas: 174
Capítulo 1
Los Camarógrafos
—¿Ya estás grabando? —susurra una voz femenina, levemente ronca.
—Creo que sí, espera… —pitidos de presión de botones, otros ruidos, pasos. Total oscuridad en la imagen—. Sí.
El enfoque se mueve mucho, sube y baja al paso de quien porta la cámara de grabación.
No se logra ver demasiado, son tomas llenas de oscuridad y con cromatismo en grises. Como de film de cine del antiguo mundo.
La subida vertiginosa de la cámara es mareante: barrotes negros parecen caer larguísimos hasta que se asienta la grabación, gruesos, imponentes y tortuosos, una jaula. Ruidos dentro de la jaula, inclasificables, rápidos, crepitan y cesan. Se expande por el aire un hedor putrefacto, triste.
¿Qué demonios se mueve por allí dentro proyectando sonidos tan locos?
—Aléjate un tanto, Orión —ruega la chica, notoriamente tensa—. Entonces apreciamos con mayor amplitud, pasmo, la diminuta cárcel; por su estructura es la usual de los primitivos zoos de animales. Allí dentro, entre la neblina, se vislumbra un humano, en pie, andrajoso, famélico y lívido, como un aparecido, cuando ya el camarógrafo —amateur, claramente— encuentra posición y
enfoca.
Horrible la cara del reo. Tenebrosa y hostil.
Viste traje de equipo de fútbol, que parece haber soportado tempestades, edades, batallas. Moscas y mosquitos revolotean alrededor de su cabeza, parecen entrar y salir de su reseco pelo negro. Mira fijamente a los visitantes, abriendo y reabriendo mucho los ojos. Sobre su cabeza sostiene un balón de reglamento.
—Di algo sobre tu mascota, Tango —pide Autopista. Es una de las ayudantes de cámara que, al lado de Butano, asisten al camarógrafo Orión; constituyen estos un grupo que, junto a muchos otros, se entrenan en los usos de la tecnología cinematográfica, aunque únicamente –y así debe anotarse– como útil de Prevención y de Defensa.
Butano garabatea en su libreta:
A menos de 3 hipertablones azabaches antes del
Color en las cosas.
Familia Wind.
Giroestelar Zas!212 posterior a la ruptura
con el dígito 2437.
—Es un humano futbolista —informa Tango—. Es lo primero que quería que filmaseis, a esta mascota. Porque… sé que no se ven muchos. Nosotros encontramos este hace seis centroveranos. Es sencillo mantenerlo. Come dos veces al día, luego el resto del tiempo se lo pasa jugando con el balón. Es muy exigente con su juego. Yo diría que demasiado. Lanza, sobre todo, con su pie el balón a la portería. La portería son esos hierros de allí —señala Tango a un punto entre la bruma—. Si cuela el balón entre los palos se alegra; si no, se enfada.
La cámara intenta con el zoom enfocar la parte trasera del animal futbolista dentro de su jaula, pero la escasa luminosidad del lugar, unido a la densa niebla matutina y a que el operario no logra dar con cómo se convierte la captación a color con la cámara cuando da error y solo capta en acromáticos, de ese allí lovekraftiano indicado por Tango, impide ver algo más claro que una intrigante estructura de oxidados hierros con forma rectangular cubierta por una agujereada red cenicienta, tejida con telas de araña o pelachos de borrego, cae a desordenados colgajos entre la vaporosa bruma que, como agrupaciones de ánimas, se desplaza a galopes lentos levitando sobre el césped.