«La Bella Revolución», el Parto que se exige con premura. Reseña por Mercedez Hernández

Si “hay un lugar más allá del Sol”, su refugio se encuentra explícito como grito de liberación en la Revolución más Bella que devora cada palabra encadenada y versada, el libro La Bella Revolución, rompiendo formalismos y el sistema conceptual, formal, de la poesía impuesta por creencias y con canon acordado de métrica y rima asonante y/o consonante… Y entre tanto absurdo, surgen estos versos primando la explosión emocional que genera su lectura, rompiendo estas cadenas y dulcificada con empatía y amor en una simbiosis que no deja indiferente al lector.

Perfecta Bella Revolución donde el amor engulle la pena.

El libro no lo leí, sino que lo devoré, en dos días.

Pasando hojas, sintiendo en alerta la compasión, para muchos tantos aún dormida, el sufrimiento de los otros seres, sobre todo en su mayoría los animales no humanos, los más aplastados por una cultura (la antropomorfa) y unos hábitos (el especismo) por los humanos; el amor a Iratxe (quien es para el autor el mundo, todos los animales y la raíz natural de donde parte todo), la rebeldía antisistema, el yugo y las cadenas que oprimen en un lapso de tiempo que pareciera eterno pero que grita esperanza en su lectura, en los 'Porfinllegados' [que se nombran en el poema “Carta a los aún no nacidos” y en muchas otras partes del libro], en un cambio que se está gestando y que envolverá a un círculo infinito en un parto que se exige con premura.

La cautividad con carácter lucrativo y por puro enriquecimiento de quien maneja sin escrúpulos una imagen de bienestar que se instaura en una mentira más. El yugo animal, las cadenas, la herida de sangre (misma sangre en animales no humanos que en humanos), el látigo, el chantaje emocional de las acciones acrobáticas exigidas, de seres a los que su libertad le ha sido robada.

No todo son “olmos negros” [imagen que aparece al inicio del apartado EL LIBRO NEGRO].

¡Que bullen y ondeen en ese cielo celeste [los olmos negros], una brisa que refresque los hocicos hacinados de tantos seres explotados!

Es la proclama. Reverdecerán los reinos Vegetalia y Animalia y tendrán el podium que se merecen por derecho propio.

Es ese grito encadenado de versos, esencia pura de sensibilidad, se sintetiza el libro azul de la esperanza en La Bella Revolución.

Ese grito desgarrador de pena que no cobija el corazón porque lo destroza. No obstante, todo cambiará cuando triunfe la compasión, advertía ya en sus líneas Jesús Mosterín.

Eres lo que comes, piensas, sientes, haces, en total alienación.

Es la razón por la que mi esencia de alma se une al autor, alzando la voz, para los Sin voz.
Porque como apunta Ángel Padilla, aun con todo, la rosa dio espinas y siguió.

Nosotros, fuertes por la visión del mundo anunciado: Continuaremos.