Yupis, trepas

Son yupis, arrogantes, trepas, de actitud chulesca, enamorados del lujo, de las joyas, de los halagos, de la buena mesa adornada con vino de muchas añadas y altísimo precio. Son espabilados que se han metido en política para enriquecerse, como lo sabemos todos y como lo han manifestado, sin recato, a micrófono abierto, algunos de ellos.

Los he conocido en el PSOE, pero se han reproducido como ratas en el PP hasta convertirse en una plaga difícil de extirpar, por un líder que se pone “delante y detrás” de ellos. Son una nueva élite que empezaron a “situarse” en la época de Aznar y han ido creciendo en descaro y osadía, utilizando el paraguas del partido al que se han afiliado  solo para medrar.

Son los Bárcenas, Camps, Álvarez Cascos, Costa, Pedro García, Milagrosa Martínez, Jaume Matas, Fabra,  Barberá, Ginés López, Guillermo Ortega, González Panero,  Víctor Campos, Jesús Merino, López Viejo, Pablo Crespo, Rafael Betoret, Jesús Sepúlveda,… son una legión que insistiendo en austeridad  (para los demás), o han recibido dádivas en forma de regalos o han llenado sus bolsillos sin ningún pudor.

Al lado de ellos, la derecha que yo considero razonable, sensata,  seria y limpia permanece agazapada, casi escondida en baúles polvorientos. Son los Feijoo, Basagoiti, Ruiz Gallardón,…y con ellos   miles  de desconocidos segundones, casi anónimos, que trabajan honradamente como alcaldes y concejales.

Aunque el sumario del Gürtel recoge los pagos de muchas facturas del partido pagadas por terceros, por empresas como Facsa y Batalla,  ahora sus dirigentes se aferran a afirmar que “no ha habido financiación irregular del PP”. En un intento de desmarcarse de  Filesa, consideran normal que tantísima gente  se haya “situado” en el partido para enriquecerse. Lo destacable es que no haya habido “financiación ilegal del partido”, según dicen acosados, con la panza boca arriba,  exhalando todo  el hedor que desprende la mayor  trama corrupta levantada por un juez en España.

El informe, que ha levantado el cuestionado Garzón a instancias de una empleada de Special Events (y no  de Esperanza Aguirre, como ella ha manifestado buscando sacar réditos), recoge que la trama corrupta se ha “garrapateado” con mayor fuerza en Madrid, Valencia y Baleares, precisamente las autonomías más ricas. Allí, por lo que ha trascendido, los que alardean de presunción de inocencia y deberían colocarse la etiqueta de “presunción de culpabilidad”, han utilizado el poder político para pasar dinero a sus bolsillo privados, convertido en palacetes, coches de lujo, relojes, viajes,  joyas… Loewe, Cartier, Vuitron, Milano… y cuentas oscuras en paraísos  fiscales situados en Andorra, Caimán, Suiza o Gibraltar. Todo, enlatado en un “Te quiero. Te queremos mucho” que el Bigotes compartía  con la mujer de Camps y  la de Costa.

La magnitud  del escándalo demuestra que no se trataba de “una trama  contra el PP”, ni que “es una conspiración del gobierno contra el partido de la oposición”, ni tan siquiera es que “unos cuantos se han aprovechado del partido”. No eran unos pocos, son una legión que ha asaltado el poder político para ponerlo a su servicio y obtener beneficios para ellos y para sus amiguetes.

Acorralados, acusan a Garzón, el juez que con audacia se atrevió a indagar en sus oscuros sótanos con paciencia y discreción. Por eso han ido a por él, cogidos de la mano de quienes no olvidan que este juez encarceló a Rafael Vera y de quienes añoran  la “democracia” única y a paso firme de Millán Astray. La mala suerte, para ellos, es que las pruebas, según parece, son muy sólidas y van mucho más allá de las escuchas invalidadas.

Destapado el pastel, desde la dirección  del partido se calla y se habla de presunción de inocencia ¿Por qué no dirán presunción de culpabilidad? Y se actúa de forma blanda, al más puro estilo Rajoy: “Creo en su inocencia” “Le deseo lo mejor” “Ha dimitido para defenderse mejor” “Se le suspende temporalmente” “Estoy a su lado” “Le agradezco lo que ha hecho”,… Rajoy niega lo evidente, aunque lo evidente  hay que llamarlo “presunto”. Mientras  Arenas es categórico: “A nosotros nadie nos gana en honradez” y Cascos pone el ventilador en marcha: “La policía que investiga al PP es una policía de camarilla; hay una camarilla policial instalada en Canillas, dedicada a fabricar y preconstituir (¿?) pruebas”.

Con  el Gürtel encima de la mesa, los discípulos de la escuela de Aznar, nuevos ricos y hasta  muchas veces groseros, están a  punto de concluir una página de su historia.

Mientras acaba de escribirse  una historia que nos produce indignación a quienes no queremos taparnos los ojos, muchas familias, a las que les cuesta llegar a fin de mes con cierta dignidad, contemplan impertérritas  como un listo compra, con el dinero de todos, una escobilla  de 300 euros para su wáter, que  sería muy útil si sirviera para limpiar las heces que  están más fuera  que dentro de su inodoro.

La justicia y el electorado los pondrán o no en su sitio, pero quienes no están de acuerdo con el PSOE no tienen otra opción que abstenerse,  o seguir votándoles aunque sea  con un pañuelo en la nariz, recordando a la élite que mientras hablaba de austeridad y no sé qué más, practicaba el derroche, el despilfarro, el robo institucional  y  el enriquecimiento ilícito.

Dicho sea todo, respetando la presunción de inocencia y evidenciando la presunción de culpabilidad.