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Per J. P. Enrique
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Somos honestos o sinvergüenzas

    Etiquetamos con la intención de descalificar lo que alguien dice o escribe: “eixe es d´esquerres/molt d´esquerres” o “de detres/ molt de dretes”.

    Con el binomio tan simple de derechas-Izquierdas, tenemos suficiente para clasificar a todas las personas. Solo si queremos ser un poco más explícitos añadimos demócrata-cristiano, liberal, de extrema derecha, social-demócrata, socialista, radical, comunista, bolivariano, leninista…. Es así de simple.

    Con la clasificación hecha, demasiadas veces subjetiva, quedamos etiquetados y todo los que hagamos/decimos se analiza desde esa adscripción: ” eixe diu això perque es d´esquerres.”

    ¿Quiero decir con esto que no son importantes las ideologías? Para nada. Hay ideología en cualquier decisión. Las ideologías determinan cómo se organiza una sociedad. Cómo se distribuyen los impuestos. Qué impuestos se deben pagar. Cómo se reparten las ayudas. En qué sectores se invierte. A qué empresas se ayuda. Cómo se regula el mercado laboral. Como se ayuda a los desempleados. Se decide si un banco ha de ser público o privado. Si el impago de una deuda da derecho a dejar en la calle a una familia, etc.

    Las ideologías son determinantes, pero por encima de ellas, para mí, hay (o debería haber) una clasificación previa de las personas en dos grandes apartados:

    Personas Honestas y Sinvergüenzas

    (Dicho esto con la salvedad de que nadie busque la honestidad absoluta en un país en donde uno acepta un presupuesto y luego te dicen “si quieres factura tienes que pagar el IVA”. Algún día, el fraude, también el pequeño, se verá socialmente como algo malo. )

    Honestos son quienes defienden sus ideas siguiendo sus principios o al dictado de su conciencia. Los honestos actúan, cometiendo errores sancionables o no, pero con las manos limpias.

    Sinvergüenzas son quienes ponen sus principios y actuaciones al único objetico de obtener beneficios a cualquier precio.

    Honestos y sinvergüenzas los hay en todos los grupos sociales.

    Hay muchas personas honestas en el PP (algo que ese partido repite demasiado con la intención de tratar de esconder a tantos sinvergüenzas que ocupan cargos en sus élites). Las hay en el resto de partidos. También en la CUP y en Bildu. Y digo esto –que yo considero tan obvio- para apartar demonios.

    Personas deshonestas o dicho con más claridad, sinvergüenzas, son:

    -Quienes se instalan en política para forrarse.

    - También lo son quienes arrojan pesticidas sobre sus cosechas y las venden sin respetar los plazos de seguridad o engordan el ganado con productos prohibidos.

    -Lo son quienes ocultan, sabiéndolo, que exponen a otros a radiaciones o al polvo del amianto.

    -Deshonestos son quienes mienten causando daño, conscientes de que lo hacen.

    -Son deshonestos o sinvergüenzas quienes se aprovechan de la información privilegiada de su cargo para lucrarse, etc. etc.

    Deshonesto o sinvergüenza es, en resumen, quien roba o delinque para lucrarse en beneficio propio o de los suyos. Son demasiado abundantes y unos pocos salen a las portadas de los periódicos todos los días. Además de conocidos políticos en la mente de todos, están quienes hacen quebrar fraudulentamente una sociedad o contratan por dos horas y exigen trabajar ocho, o… Los hay y los habrá siempre pero debería haber leyes duras que desincentiven esas prácticas.

    Nada tienen que ver los sinvergüenzas con los malos administradores o con los se han equivocado en su gestión.

    Se puede actuar con honestidad, aunque sea con descontrol, pagando de buena fe a un miembro de la Casa Real para que promocione un evento deportivo, pero es un sinvergüenza quien cobra con el engaño de un inexistente evento. Una cosa es equivocarse en el impulso de un proyecto urbanístico y otra muy distinta es lucrarse comprando hanegadas antes de que nadie se entere. Se pueden dar, mal y sin control, subvenciones a empresarios quebrados, tal como se ha hecho en Andalucía. Se puede hacer una inversión errónea en unos estudios de cine o en gastar demasiado dinero en la visita del Papa. Cosa distinta es desviar dinero desde esas (equivocadas pero presumiblemente honestas inversiones) y ponerlo a buen recaudo en Suiza, en el partido o en la propia cuenta corriente.

    Mejor que nos gobierne una persona honesta, aunque sea un inútil y cometa errores (que debieran castigarse con algo más fuerte que con una inhabilitación para ocupar cargos políticos durante diez o quince años) que nos embauque y robe un sinvergüenza. Este país no está para que lo expolien más. Andamos faltos de buenos gestores pero sobran sinvergüenzas.

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