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Per J. P. Enrique
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Señores, ante Uds. el Mercado, el mago más grande del mundo

    Hace  poco tiempo, apenas dos años, solo dos años y ya casi no nos acordamos. En ese momento estuvo a punto de producirse un enorme colapso de la economía global a causa de la crisis que comenzó de la mano de Leman Brothers,  por el efecto dominó de unas prácticas bancarias, que rozaban el fraude, inventadas   en EEUU y   exportadas al resto planeta, como  ya todos conocemos. Se produjo una enorme crisis de liquidez y  los  bancos de todo el mundo empezaron a chirriar en sus cimientos.

    En ese instante los gobiernos,  siguiendo las directrices del FMI (el mismo que ahora se fija en los déficits y en la deuda) se coordinaron para aportar toda la liquidez que fuera necesaria, con el fin de que los activos tóxicos,  en poder de los bancos, no arruinaran el sistema y se produjeran quiebras encadenadas. Los Tesoros públicos, inyectaron en el mercado  enormes sumas de dinero, emitiendo deuda  al cero por ciento, y los políticos defendieron que así se hiciera. El FMI, desde su observatorio, daba la bendición urbi et orbe.

    Los Estados, con dinero público, fueron a defender el dinero privado  para que el sistema no se derrumbase. El FMI apoyó que así se hiciera y que los gobiernos  apoyaran, sin límites, a las entidades bancarias.

    Y ahí viene el momento mágico: Sin pronunciar la palabra abracadabra, la deuda que primero fue privada (de bancos, inmobiliarias y empresas de automóviles), con la decidida intervención de los Estados, pasó  a convertirse en Deuda Pública que, ahora, ahoga a los gobiernos, y éstos, siguiendo la “lógica” del mercado, se ven predispuestos a reducirla, aceptando las abusivas condiciones que los “mercados” imponen.

    La culpa de lo que pasa -según nos dicen y nos hemos creído- no es del funcionamiento errático de los mercados impregnados de una ideología desreguladora nacida hace 30 años con Thatcher-Reagan: “No existe la sociedad, existe el individuo” “El Estado es un estorbo” y que aquí tuvo la máxima expresión con el desarrollo de la Ley del Suelo del 98.

     Ahora, con la lección aprendida, los ciudadanos tenemos claro que la culpa es de los gobernantes: Zapatero, Sarkozy, Merkel, Berlusconi,…  Y los votantes, descargamos contra ellos nuestras iras y entendemos la “lógica” del funcionamiento del mercado, mientas, asustados y amenazados,  escuchamos atentos  las instrucciones que nos van dictando: reforma laboral, reforma de pensiones, reducción de las cotizaciones empresariales, reducción  del  coste del despido, adelgazamiento del sector público, etc., Todo  con una ortodoxia tradicional inmutable que fue dictada por Dios y traducida por su profeta, el neoliberalismo.

    Quienes no tengan claro lo que todos hemos vivido hace apenas dos años que repasen las hemerotecas. Encontraran allí que, al estallido de la crisis, se postulaba una intervención keynesiana en la economía y dirigentes como Sarkozy hablaban de “reformar el capitalismo”. Obama postulaba la necesidad de introducir reglas para que no volviera a pasar. Se debatía sobre la tasa Tobin y sobre los paraísos fiscales. Fueron todo alucinaciones.

     En aquellos momentos crecía el paro  en EEUU y el Estado inyectaba dinero abundante a  General Motors. Alemania sacaba de donde no había 400.000  MM  (sí 400.000, casi tanto como el fondo europeo recién creado) para salvar a sus bancos,  y así en todas partes. Más cifras: El Commerzbanck ha recibido 20.000 millones. El Royal Bank of Scotland 200.000. En España las ayudas rondarán los 30.000 millones. En total  Europa, solo Europa, ha comprometido con los bancos 3 billones de euros. Es bueno pasar esas cifras a pesetas y recordar que en el empeño de recortar los déficits se esconden intereses, como quedó claro en EEUU: Allí el senador  republicano Ben Nelson, en nombre del equilibrio presupuestario, se opuso a pagar 77.000 millones de dólares en ayuda a los parados, y en cambio aceptó de buen gusto el primer recorte de impuestos de Bush por 1,3 billones de dólares. Evidentemente hay ideología detrás del déficit, de la deuda  y de su reducción drástica. Atravesamos una larga etapa de doctrina neoliberal  insaciable en sus exigencias contra los más débiles.

    Volvamos a  España. Aquí, tocados, seguíamos un poco ajenos a todo lo que se estaba montando  en el mundo e incluso sacábamos pecho. Nuestro Estado, que no necesitó, en el primer golpe, ayudar a nuestros bancos, se volcó en planes de estímulo y en incrementar las ayudas sociales. Zapatero sin entender la que estaba cayendo, miraba para otro lado. Mientras, el Santander salía de compras fuera y aquí no pasaba nada, salvo que el grifo  obturado dejaba de gotear y  la necesaria savia del crédito no fluía (y sigue sin fluir.)

    Por aquellas fechas, en Burriana, se celebraban elecciones municipales. Recuerdo que, en un mitin en la Caja Rural, en el que hablaban todos los candidatos a la alcaldía, un constructor que sufrió la anterior crisis y se movía  en la abundancia, preguntaba a todos los alcaldables algo sobre los desarrollos urbanísticos. Recuerdo que, tras la exposición, dijo satisfecho: “Me alegro porque todos estáis a favor del progreso”.  El “progreso” entendido como especulación y  endeudamiento irresponsable, le ha hundido otra vez.

    Tras recordar el pasado, volvamos al presente. Ahora el FMI se está fijando  en que los Estados están endeudados, en que han gastado demasiado, en que hay que recortar los estímulos fiscales y hay que centrarse en la reducción del déficit, vía recorte de gastos (es una temeridad -dicen-tocar los ingresos a las rentas altas en un 1% porque eso hunde más el mercado y desincentiva la inversión). Austeridad es la palabra de moda. Hay que reducir el déficit como sea y “como sea” es lo  fácil: a cargo de trabajadores y jubilados , que muy poco han tenido que ver con el derrumbe de los mercados,  para intentar quitarles su manía de cobrar cada fin de mes.

    Que las reglas no han cambiado, es evidente, lo vemos en  la especulación  que, tras ganar mucho dinero en Grecia, se centra ahora con fuerza en España. Las “noticias” que salen del Financial Times y el Frankfurter Alleheine no las apaga, como debiera, Angela Merkel (con lideres como ella Europa no necesita enemigos). Así, mientras los mercados actúan  expandiendo noticias nefastas sobre España, el Deutsche Bank (banco apuntalado por el Estado alemán) adquiere, especulando a la baja, 500 millones de euros  contra el BBVA, Ferrovial, Gamesa, Grifols y Popular. Todo según las reglas del mercado, que continúan intactas e intocables.

    Curiosamente “los mercados”  que se salvaron gracias a los Estados, a los que acudieron para evitar su colapso, miran ahora a los Estados para acusarles de su abultada deuda y decirles qué reformas tienen que hacer  para  que ellos (los mercados) se sientan satisfechos. Mientras dictan sus condiciones, cada vez más duras,  prestan a los Estados el dinero que necesitan para cubrir sus deudas: a unos al 2%, a otros al 4% y a alguno hasta el 9%. Pero que nadie piense que éso es una cosa distinta  a la actuación “lógica” de los mercados.

    Ahora podemos hablar de Zapatero o Rajoy, del PSOE o del PP. Vamos a distraernos un poquito.

     

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    comentaris 7 comentaris
    miguel bataller
    miguel bataller
    03/07/2010 11:07
    a JP

    Tienes razón, en que todo ha influido, pero hay cosas determinantes, y otras colaterales. Si no cambio de opinión, quizas en mi proxima columna te lo pueda explicar con mas detenimiento , ya que hacerlo aqui, seria muy largo. Ni tu ni yo, tenemos verdades absolutas, y seguramente, mezclando las de los dos, llegariamos a una aproximación a la realidad. Un saludo

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