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Per J. P. Enrique
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Un ruego a mi sargento, mi cabo, mi número de la Guardia Civil

    Acudí el pasado día 23 al cuartel de la Guardia Civil de Burriana para denunciar la desaparición de mi perro que, desde hace dos años, tengo como animal de compañía y guardián de un huerto vallado a donde yo voy todos los días.

    Mi perro es un podenco andaluz, hijo de una perra callejera. Lo adopté a los pocos días de haber nacido tras parir su madre en las cercanías del chalet de un amigo.

    Es la segunda vez que he presentado denuncia en el Cuartel de la Guardia Civil, aunque el animal se me ha fugado varias veces y lo he recuperado gracias al chip que le puso mi veterinario. Tres veces he ido a Almazora a Servican a recogerlo; dos veces lo he recuperado gracias a la policía local que lo ha encontrado vagabundeando por la ciudad y una vez lo recuperé gracias a que, casualmente, un amigo lo reconoció perdido en la calle Virgen de las Nieves.

    Dije que esta es la segunda vez que presento denuncia (la primera hace escasamente mes y medio) y voy a contarles lo que me sucedió en la Casa Cuartel en esta segunda visita.

    Eran las 10 de la mañana y el Guardia que atendía en la puerta nos invitó amablemente, a las personas que estábamos allí, esperando a que nos atendieran, a entrar “porque el cabo estaba a punto de llegar”. Después de una larga media hora entró (no se si el anunciado cabo) y dijo a los que esperábamos: “el del perro que pase”. Una mujer sentada a mi lado para denunciar un asunto de unas llaves, se sintió molesta, y con razón, porque me llamaban a mí el primero y yo era el último que había llegado.

    Ante la respuesta del agente: “No se preocupe señora que acabo con este hombre en menos de dos minutos”. Me sentí extrañado por tanta rapidez, ya que no es precisamente agilidad lo que he detectado cuantas veces he tenido que acudir, por motivos diversos, al cuartel de la Guardia Civil.

    Fui con el guardia a la puerta de entrada, convencido de que quería despachar rápido el tema y no me equivoqué: “Déjeme una foto del perro -me dijo- y su número de teléfono y ya le diremos algo”.

    -Mire Ud., yo no tengo ningún interés en venir aquí y presentar una denuncia, pero tanto el veterinario como otras personas entendidas, me han dicho que debo denunciar la desaparición del perro para que no me acusen de abandono del animal. Necesito un papel en el que simplemente conste que he estado aquí para decir que mi perro se ha fugado.

    Poco convencido, el tal vez cabo, fue a un despacho y vino al instante con un folio impreso en el que anotó mi nombre, teléfono, referencia del perro, además de mi domicilio. Datos identificativos lógicos; no tan lógico fue que me preguntara, a mi edad, el nombre de mi padre y de mi madre. Tras acabar de cumplimentarlo me firmó el papel y me lo dio con estas palabras: “Tenga en cuenta de que, si se le ha escapado tantas veces, los del Seprona pueden denunciarle por posible maltrato del animal”.

    ¡Vaya hombre, encima eso! dije mientras recordaba que he consultado con tres expertos: Un especialista de un programa de Onda Cero que atiende consultas de los oyentes sobre los perros, mi veterinario y una responsable de Servican. Los tres me han dado la respuesta, a la actitud escapista del animal, en razones dos similares:

    1.- Se escapa por estar en celo, y
    2.- Hay animales que no se adaptan a un espacio cerrado y tienen tendencia a vagabundear.

    Si lo dicho por los expertos es cierto, le ruego, mi sargento, mi cabo, mi número, que se deje de insinuaciones infundadas porque yo, sépalo, no he maltratado a mi perro y por lo tanto no es justo que me maltrate Ud. a mi con sus injustificadas sospechas carentes de toda base.

    Las personas entendidas con las que he hablado me han dado dos soluciones:
    1) Castrarle, o
    2) Que el veterinario le ponga una inyección letal.

    Como no soy partidario de tan drásticas soluciones, posiblemente el animal (que ya he recuperado de nuevo dos días después, gracias a que me llamaron de Servican que me identificó gracias al chip) aproveche alguna oportunidad o descuido y vuelva a escaparse. Si eso ocurre, por más precauciones que yo tome, tendré que volver a su Casa Cuartel a efectuar la correspondiente denuncia. Le ruego que, en ese momento, se limite Ud., a realizar su trabajo, tomándose el tiempo necesario, y en lugar de amenazas me aporte algún consejo que pueda serme de utilidad. Muchas gracias.

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    comentaris 14 comentaris
    Jo
    Jo
    02/09/2010 11:09
    Moltes gracies

    En primer lloc agrair-vos la invitació a l'acte. En segon lloc, es per a mi dificil decidir, per un costat de veritat que m'agradaria poder comentar i "xarrar" "en viu" amb els columnistes als que solc dedicar els meus comentaris, D'una altra banda pense que al identificar-me es perdria l'encant de l'anonimat, de lo desconegut, Es perdria l'encant del "qui será este imbécil?". Comentari que de ben segur hauran fet alguns columnistes, no sense raó. Reconec que a voltes soc un poc tocacollons. Y en tercer lloc, tinc familia i hipoteca i no m'agradadría que fora una "encerrona" i se m'enportara la guardia civil pels meus comentaris. Iiiiiiiiieeeeeeeeeeiiiiiiiiii que es broma!!!!! A les hores estime que lo millor es seguir com anem, comentan uns i responen els altres com fins ara. I per adelantat demanar disculpes si en el futur algun comentari meu ofen algú. No m'ho tinguen en conter. Una forta abraçada per a tots.

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