La ley, la moralidad y el señor Calpe
El miércoles 25-9, día siguiente a la Merced en el que el alcalde y un grupo de concejales salieron en procesión vela en mano y yo ultimaba mis preparativos para partir hacia el Camino de Santiago, me crucé con el señor Calpe delante de la Caja Rural cuando yo volvía de dejar a mi nieto en el colegio y él se dirigía, esta vez sin escolta, a su despacho.
El primer edil se detuvo y se acercó a mí. Un mes antes yo le había escrito una carta, entregada personalmente a su secretario, en la que le exponía unas actuaciones aparentemente irregulares que yo había detectado en mis visitas al Ayuntamiento tras haber sido denunciado por añadir 20 metros cuadrados de madera a mi casita de verano.
Nunca, sin que se sepa porqué, he tenido con Calpe otras palabras más allá de “Adiós” “Bon día” pese a que vivimos en la misma calle y alguna vez nos cruzamos.
Esta vez, por aquella carta que le remití, el diálogo fue algo más extenso. Lo reproduzco textualmente:
- Recibí -me empieza diciendo el alcalde- tu escrito y quise responderte en el mismo tono que tú lo has hecho, pero rompí la respuesta, para no caer en tu misma línea. Hablar de actuaciones irregulares de terceros sin dar más explicaciones, y tirar la piedra y esconder la mano es muy poco ético.
-Si quieres –dije- te demuestro, con más datos, lo que te decía en mi escrito.
-Atacar de esa forma es muy poco ético.
- Si quieres -insisto- te concreto más. Solo hay que coger el Boletín Municipal.
-Tú has construido sin licencia ¿no? Pues ya es suficiente. Me sobran tus lecciones de moralidad.
(Dicho esto giró la cabeza con gesto de enfado y se fue rápido dejándome plantado)
Tras nuestra “conversación” que yo más bien calificaría de “bronca esclarecedora”, proveniente de una persona a la que siempre he considerado educada (aunque otros me decían que se esconde otro Calpe tras la primera piel), he llegado a las siguientes conclusiones:
1.- Creo que trasladar a la alcaldía unos hechos detectados en el Ayuntamiento, no debiera ser motivo de enfado, sino de reflexión, de iniciar actuaciones o de pedir excusas: “a veces es difícil controlarlo todo” “no somos perfectos”. Pienso que se debe proceder así porque es lo que yo he hecho siempre a lo largo de mi vida laboral. Cualquier queja era mejor conocerla que taparla o que no me llegara.
2.- Está claro que a JR Calpe me acusaba de “decir cosas sin dar detalles” pero no le importaba conocer esos detalles cuando yo le insistí en que podía demostrárselos con su Boletín Municipal.
3.- No he pretendido dar lecciones de moralidad en aquella carta, pero si en ella o en algún escrito mío las diera, creo que puedo darlas y no me invalida el hecho de haber sido denunciado por cualquier infracción. ¿Hay que estar impoluto para poder decir lo que uno piensa?
Yo, por encima de la legalidad, distingo lo que es moralmente justo y lo que no lo es. Si yo fuera político no me dotaría de privilegios por muy legales que sean y rechazaría leyes injustas, como tampoco acepté en su día la legalidad de los PAIs, y sufro el daño económico de tener una vivienda, en primera línea, destrozada en Sant Gregori, dos hanegadas permutadas por una futura parcela y el pago de un aval hasta no se sabe cuándo. Como también me opuse frontalmente al PAI Pedrera-Port que nos ignoraba y expulsaba a los pequeños propietarios.
Con la ley en la mano se puede hacer eso y también se puede multar y derribar, pero… solo eso Sr. Calpe, solo eso. La moral y los principios son otra cosa.
La legalidad, ¡ay la legalidad! La esclavitud y el derecho de pernada fueron legales y también lo sigue siendo que un político tenga un chofer a su disposición pagado por todos y que cobre de aquí y de allá como asesor o por asistir a comisiones. Es legal multar en Madrid a los indigentes que limpian parabrisas o piden limosna; también lo es que en Lampedusa se multe a los inmigrantes y que la ley sancione a los que les ayuden. La legalidad y los principios morales van por caminos diferentes y chocan demasiadas veces.
PD He releído la carta que le escribí al primer edil y sigo pensando que la hice con toda corrección. También pienso, sinceramente, que la reacción de mi vecino debiera haber sido otra.
CUATRO NOTICIAS
Cuatro noticias han coincidido en el tiempo. La primera son informes económicos de organismos internaciones que hablan de que el paro no bajará en España del 25% hasta dentro de, nada menos, 5 años. En la segunda, un informe de Cáritas nos habla de que hay tres millones de pobres en España y de que las familias, como soporte, están muy debilitadas. La tercera nos dice que el número de millonarios ha crecido en plena crisis y la cuarta la genera el gobierno repitiendo con optimismo que estamos al final de la crisis y que ya empezamos a crecer, mientras continúan los recortes y Montoro (ajeno a la realidad y padre de tantos dramas ocasionados, entre otras muchas cosas, por su rebaja del 36% en ayudas sociales) se expresa de forma chulesca y provocadora, mintiendo en el Congreso al afirmar que los salarios están creciendo y que el PP ha conseguido dar la vuelta a las malas cifras económicas heredadas.
Si yo tuviese pruebas de esas acusaciones tan graves que alega en esa carta no dudé por mi honradez que ya lo hubiese puesto en conocimiento de la fiscalía, de no hacerlo pierde toda credibilidad.