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Per J. P. Enrique
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El mensaje de Valladolid

    Se levanta el telón y aparece un nuevo partido de derechas, más a la derecha del PP, para que el partido matriz, aglutinador de una argamasa imbebible de centro, derecha, derecha-derecha, democracia cristiana, liberales y extrema derecha, intente acercarse a ese centro en el que cree estar.

    Las turbulencias internas han estallado y no parecen estar controladas. Quizás sea mejor decir que no sabemos quién las controla, y ese PP, olvidadizo de la herencia que nos está dejando en dos años de gobierno, intenta asirse a una virtual salida de la crisis apoyándose en las cifras de una EPA que, por más que se empeñen, no dice lo que ellos dicen que dice. Tampoco es para echar las campanas al vuelo un crecimiento de un 0,3 % en el PIB, como tampoco lo es la promesa (¿será por promesas?) de una bajada de impuestos que se ceban, exclusivamente, en las depauperadas clases medias.

    Ante nuestros ojos, levantado el telón, Cataluña sigue profundizando en su apuesta soberanista, y Rajoy, como en el tema del final de ETA, teme dar pasos siquiera tenues para no alejar de su partido, definitivamente, a la insaciable ala más dura que se mueve agitada por Aznar y Mayor Oreja.

    Debilitados, pero con el poder en sus manos, aún tienen capacidad para mover los hilos para defenestrar a Pedro J. por sus delitos de haber hurgado en las finanzas ocultas del PP y de no haber aceptado que la justicia trate a la realeza con privilegios. Todo ello ocurre después de meses de ir marginando a El País y a El Mundo para favorecer de forma muy descarada, desde la Moncloa, a periódicos como La Razón y ABC, tan minoritarios y serviles como poco leídos.

    En el espectáculo que observamos, parece que quieran (pero no pueden) ocultar el tema del aborto, sacado a escena desde la chistera de un mago con el fin de pretender tapar otros graves problemas internos. Se equivocaron sacando a debate un tema tan controvertido. El resultado ha sido un enorme fiasco en donde la tapadera, ella misma, se ha convertido en un nuevo problema y motivo de mayor división interna.

    Suenan, en el escenario, las notas de las asociaciones de víctimas del terrorismo, tan útiles en tiempos de Zapatero para desgastar al poder. Suena también la música del Fiscal general del Estado para defender a la Infanta y desmentir a su padre para que nunca más diga, sin reírse, que “en este país la justicia es igual para todos.”

    En el decorado del fondo, Caixabank, Santander, BBVA y Popular exhiben sus cartas repetidas del rey de oros, sin sonrojo. Dicen que ellos y el gobierno lo han hecho muy bien y que hay que “profundizar en los ajustes” (¡socorrooooo!). Al otro lado, la autopista de Barajas, a la que Aznar aportó 550 millones, produce una nueva grieta, un fiasco que también deberá ser cubierto con “ajustes”. Un poco más allá Florentino Pérez, también con el rey de oros en la mano, se propone derrochar, en su estadio de futbol, 400 millones de euros. El Barça le mira y le copia. Como en los mejores tiempos. En la escena, al fondo a la derecha aparece de nuevo Fco. Camps tras haberse escondido para no ir a declarar. A lo lejos, la marca España se deteriora en Panamá por una una forma de hacer negocios que ha arruinado a nuestra Comunidad, en donde los empresarios modelo se dedican a repartir cheques a los que mandan y se entrega el aeropuerto de Castellón a una empresa vetada por el Banco Mundial por corrupta.

    Después de haber evitado la quiebra de la banca y de haber contribuido a levantarla, es ahora la Coca-Cola -que nunca ha perdido dinero- la que se propone aumentar, aún más, su cuenta de resultados cerrando plantas y despidiendo gente (¡bendita reforma laboral!) para que así Obama siga aplaudiendo a Rajoy: “ lo estás haciendo muy bien” y que le dé todas las facilidades para que nos siga instalando aquí sus peligrosas armas que nos convierten en blanco en caso de conflicto internacional.

    La radiografía del país señala que el paro no deja de crecer; muestra que el 33,8 % de niños sufren carencias alimentarias; que un millón y medio de españoles no pueden pagar la factura de la luz; que crece el número de suicidios; que la sanidad es de prepago y de copago; que los convenios colectivos los han lanzado a la basura; que tener un salario ya no es garantía de tner ingresos. Demasiados daños colaterales. En ese caldo saltan chispas que prenden muy rápido y se llaman Gamonal o marea blanca. Hasta ahora el gobierno ha echado agua sobre ellas cediendo, congelando subidas de la luz y hasta con alguna dimisión. Tienen claro que es mejor apagar el descontento sin bolas de goma y eso es una buena noticia.

    La escena invita a dejar caer el telón sin ver como acaba la función y a cerrar los oídos para no escuchar los mensajes de Valladolid que nos dicen que la economía “empieza a ir bien porque el gobierno ha tomado las decisiones correctas” y que “vamos a bajar los impuestos y a crear empleo”. En lugar de felicitarse por lo que hacen deberían sentir vergüenza por cebarse con quienes se han cebado y a la vez continuar con sus dietas, sus coches y sus asesores. (“How many ears must one man have before he can hear people cry? “).

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    comentaris 7 comentaris
    paco planelles
    paco planelles
    09/02/2014 07:02
    Entre lo ideal y lo real

    Sr. Vigorhumus. Valoro su atención al responder a mi comentario. Evidentemente no he sido lo suficientemente explicito al exponer mi reflexion. Lo cierto es que, del parto partimos y de ahi en más depende de nuestra capacidad en encarar cada situación. Alemania perdio en la guerra y ganó en la paz. No crea, yo tambien lloro: sobre todo cuando pelo cebollas Espero seguiremos en contacto. Sus opiniones siempre son enriquecedoras

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