Malos empresarios y tiempos difíciles
Es sabido que para iniciarse en cualquier actividad profesional hay que realizar unos estudios o unos cursos que sirven para formar y acreditar a fontaneros, médicos, electricistas, abogados, asesores de seguros, aparejadores, …Curiosamente para ser Empresario, para montar una Sociedad y tener trabajadores a su cargo, no es necesaria ninguna formación ni se exige requisito alguno a nivel de conocimientos, basta con aportar tres mil euros (que pueden ser virtuales y entregarse solo de viva voz en el instante de abrir una cuenta) y ya tenemos a un flamante Empresario como Gerente de una Sociedad que, frecuentemente, no sabe lo que es un Balance o desconoce lo que es el TAE o que no sabe convertir el tipo de interés trimestral en anual o no sabe calcular sus gastos mensuales o que no sabe interpretar los datos contables que le presenta su Asesoría o que sabe muy poco del entorno en el que se mueve.
No considero empresario, con mayúsculas, al tallista o al fontanero o al chofer que trabajan como autónomos, con el fin de sobrevivir o de que otro empresario contrate sus servicios, ni me refiero en este artículo a aquellos que con mucha dedicación y esfuerzo sortean dificultades para salir adelante.
¿Que es ser empresario? Me quedo con la definición de que empresario es la persona que ostentan la responsabilidad de la dirección de una empresa y de ahí deduzco que esa persona debe ser responsable y tener una mínima formación económica que le permita evaluar riesgos, saber interpretar una contabilidad, conocer el entorno en el que se desenvuelve y tener nociones de la existencia de ciclos económicos.
Aunque parezca increíble, en el sector de la construcción, me he encontrado con algunos empresarios que no han sabido repercutir el valor del solar sobre la vivienda y simplemente se han puesto a vender las viviendas a 200.000 euros “porque es lo que me ha dicho mi gestor.” Naturalmente empresarios así -y no son una excepción- saben muy poco de evaluar riesgos y de análisis de mercados, porque para desenvolverse en su empresa nadie les había exigido esos conocimientos.
Curiosamente en la épocas de vacas gordas cuando la exagerada demanda de viviendas (en un buen porcentaje puramente especulativa) superaba a la oferta y los compradores salían por debajo de las piedras, nuestro empresario al que hacemos objeto de crítica en este artículo, cuando más irresponsable era y más se endeudaba, más dinero ganaba, hasta tal punto que el “no formado” incrementaba su autoestima y se consideraba a sí mismo el más inteligente mientras creía elevar su rango social a través de gastos suntuarios: espectaculares coches, vestidos de marca y actos sociales dilapidadores.
Curiosamente, en época de vacas flacas, el derrumbe de los empresarios sin formación alguna arrastra también, en mayor o menor grado, a los mejor preparados y con los motores de la economía de mercado parados o funcionando al ralentí, todos miran ahora al gobierno Autonómico y al Nacional, discutiendo sobre derechas o izquierdas, sobre Rajoy o Zapatero que es como distraerse entre “purisimeres o rosarieres” sin que ni unos ni otros sepan realmente qué hacer para sacarnos de este desaguisado que no es normal como tampoco lo era que la vivienda subiera un 20-25% cada año y los bancos -aparentemente más listos- dieran el dinero a manos llenas a cualquiera que les presentara una nómina con un contrato para tres meses.
El hecho es que con sus actuaciones, unos empresarios y otros, entre todos, nos han conducido a una crisis sin precedentes que es más compleja y grave que la que se produjo en el año 1929 porque a su carácter universal se une el altísimo endeudamiento de instituciones, empresas y familias.
Estaría bien que, para cuando salgamos de ésta, no antes de muchos años, se impulsaran cursos obligatorios de formación empresarial, a los que también deberían acudir muchos banqueros irresponsables que, fomentando el endeudamiento, lograban exhibir en sus balances crecimientos en beneficios del 40-60% un año y también el siguiente. ¿Era eso normal? ¿Nadie debía poner freno y controles a tan exuberantes y escandalosas ganancias? ¿Cómo han pasado de aquellos beneficios a tener que acudir al Estado para que intervenga en facilitarles liquidez? ¿Cómo se podía presentar un PAI y otro PAI y otro? ¿Era normal que un constructor ganara 8-12 millones de pesetas por cada piso que construía? - y se construían en cualquier lugar, allí donde hubiera un solar disponible - ¿Era normal que un solar se vendiera cinco veces en seis meses incrementando el precio en cada transacción? ¿Era normal que un banco financiara la totalidad de la compra de un piso más los gastos? ¿Era normal que un especulador comprara tres viviendas dando una señal y las revendiera a los cuatro meses ganando varios millones de pase? ¿Era normal que, para no reventar el negocio, se criticara al FMI cuando nos avisaba de que la vivienda estaba sobrevalorada en un 30% y anunciaba el posible estallido de la burbuja inmobiliaria?
Al lado de estos empresarios existe un grupo de ellos, por suerte minúsculo, a los que les fue mal su empresa y como salida han contratado los servicios de un abogado sin escrúpulos que “ha arreglado” la situación concursal (suspensión de pagos) de acuerdo con la legalidad para que el empresario deje de pagar y haga acopio de enormes cantidades de dinero que le permitan vivir con holgura y hasta realizar ostentación de su riqueza. Son empresarios a los que nada se les puede recriminar legalmente (el abogado ha hecho muy bien su trabajo), pero si se les puede decir que tienen un bajísimo nivel moral y que están en las antípodas de aquellos comerciantes, antepasados nuestros, que vendían todos sus bienes, tras un revés metereológico, porque “habían dado su palabra y tenían que pagar la naranja al precio estipulado”.
Evidentemente ni aquellos (lanzados irresponsables que no saben calcular sus gastos mensuales) ni estos (delincuentes, aunque la ley les proteja y prescriba su delito) nos sacaran de la crisis. Aquellos y éstos echaran la culpa de la grave situación (que si es angustiosa y grave lo es sobretodo para los trabajadores que pierden su trabajo) a cualquier menos a ellos mismos, cuando son en realidad, con su mal hacer, su torpeza y su avaricia (unidas a la irresponsable actuación de los bancos), los únicos culpables de una recesión que los más pesimistas temen pueda dejar caer el PIB a niveles jamás vistos del 14-20% y ocasionar “un estallido social”, tal como se dejo dicho en el Foro de Davos.
Mientras espero que no llegue lo peor (para que se equivoquen de nuevo los que predican el fatalismo y, otra vez, vislumbran el fin del mundo), el dilema está en la necesidad de seguir consumiendo para que no se destruyan más puestos de trabajo y la obligación de ahorrar para que este país que ha estado viviendo, por encima de sus posibilidades, del ahorro exterior, pueda seguir atendiendo sus deudas que el año fueron 137.000 millones y este año son 87.000, de los cuales parece que solo podremos atender la mitad.
Agradezco la lectura de mi artículo y tu comentario. He anotado esa definición de empresario,que comparto, tomada de "Economia.Diccionario enciclopédico. Ed. Planeta pg. 238 del tomo IV" y la comparto porque entiendo que el empresario responsable de la dirección de una empresa, lo es tambien para nombrar al gestor que como tu bien dices es un profesional, que simplemente toma decisiones pero "por delegación" y nada tiene que ver con la propiedad.