Se llamaban Cajas de Ahorros / El debate
Nacidas al calor de unos Montes de Piedad que combatían la usura desde el siglo XVIII, las Cajas de Ahorros se fueron ganando la confianza de las clases populares, y con el tiempo llegaron a convertirse en la primera entidad financiera de España con, nada menos que el 55% del negocio bancario.
Nuestra banca y el poder económico europeo tuvieron claro que había que acabar con aquello tan inentendible que les dejaba sin una parte importante del pastel.
El asalto comenzó con el decreto de “democratización” de las Cajas. Se legisló dar cabida en los Consejos de Administración (además de a las entidades fundadoras y a los trabajadores) a Diputaciones, Ayuntamientos y colectivos de votantes.
Los nuevos dirigentes, sin entender de “la virtud del ahorro y de la prudencia en la concesión de créditos” (más bien expertos en todo lo contrario) fueron avanzando en control y privilegios. Un cargo necesitaba de un buen sueldo y con el dinero (que allí había en abundancia) era fácil comprar voluntades e incrementar adhesiones.
A pesar de todo, la gente seguía vinculada a sus Cajas y el negocio seguía funcionando.
Un apretón más y el poder que se había instalado en las Cajas fue avanzando y tomando con descaro decisiones cada vez más temerarias.
Aquello del “ahorro como virtud y aplicar la prudencia a la concesión de créditos” eran unas lacras del pasado. Que se lo digan si no a don Carlos Fabra, un personaje tan alejado de esas virtudes y ejemplo de vicio y despilfarro donde los haya. Don Carlos y otros muchísimos personajes similares fueron los encargados de plasmar allí su “sabiduría” manejando en la sombra los hilos de los órganos de gobierno de las Cajas.
Con políticos tan “ejemplares”, aquellas entidades que se habían fraguado tan sólidamente durante siglos se convirtieron en un apetecible tesoro muy útil para viajar gratis, repartir regalos, colocar a allegados, asignarse sueldos, planes de pensiones, tarjetas, créditos, préstamos a los amigos, engrasar sus maquinarias electorales, etc. etc. etc.
Con las Cajas se apoderaron también de la Obra Social que ellas realizaban. ¿Había que traer unos payasos para las fiestas del pueblo? ¿Habían de contratar a un grupo musical? Las cajas estaban para eso.
A su manera siguieron impulsando el negocio hasta que resultó que las arcas se vaciaron. Hay que solucionar esto -les dijo el Banco de España- Ningún problema. La solución era fácil: convertir a las Cajas en Sociedades Anónimas (ya se sabe que para que algo funcione debe de estar en manos privadas que son las únicas que gestionan bien).
Dicho y hecho. La falta de capital se solucionó emitiendo una deuda perpetua llamada Preferentes y unas aportaciones de capital que se conoce con el nombre de acciones.
¿Quién iba a comprar eso? Quién va a ser: los millones de clientes que estaban tan vinculados a ellas. Nunca se habían sentido engañados. ¿Cómo iban a rechazar ser dueños de unas entidades de demostrada solvencia? ¿Cómo no iban a tener confianza con quienes llevaban décadas asesorándoles honradamente?
El argumentario elaborado era convincente: “Tendrás dividendos cada año.” “Esto es garantía de seguridad. Como el plazo fijo de toda la vida.”
Cayeron como moscas. Cuando ya estaban todos vino el estallido. Y papá Estado acudió al rescate con dinero de Europa para que no dejaran de cobrar quienes habían comprado fondos con garantía de inmuebles devaluados.
A partir de ahí los nuevos gestores empezaron a aplicar sus recetas: No se pagan intereses y se cobran comisiones por todo: Por tener una libreta, por usar una tarjeta, por… por… por… Y a la vez volver al principio de los tiempos y cobrar intereses de usura por los préstamos. La oficina que no es rentable se cierra y punto. ¡Cuánta sabiduría! ¡Que inteligencia! Eso sí es gestionar.
Se sigue en el avance y, tal como ya hacen en Suecia y Dinamarca, el siguiente paso será cobrar por el dinero depositado. Más se ahorra, más se paga. El cliente al servicio de la banca. Las Cajas, reliquia del pasado, ya están donde deben estar. Todo en orden.
EL DEBATE DEL ESTADO DE LA NACION
Tras haber escuchado a Rajoy decir, en el debate del Estado de la Nación, lo bien que va España, otros gobernantes han acudido a él para pedirle consejo y aprender de su éxito.
Miren -les ha dicho Rajoy con claridad- para salir de la crisis hay que quitar gastos en investigación y enseñanza. Si alguien quiere estudiar que estudie y si quiere investigar que lo haga, pero por su cuenta y riesgo o que se busque la vida en otro país. Es de sentido común.
También es importante reducir los gastos en sanidad. Sobre todo en medicinas, ya que alargar la vida va contra natura y además recarga el gasto en pensiones. De sentido común. Lógico.
Otro punto muy importante -continua nuestro Presidente- son los salarios. Hay que bajarlos de forma agresiva. Con la medida se reducen costes y a la vez se incrementan los beneficios. Además, si uno trabaja dos horas al día, mejor que nada ¿no? Es de sentido común. De libro.
Posiblemente, ante esos ajustes, dije ajustes, no recortes -recalca Rajoy- la gente protestará. Eso se soluciona poniendo elevadas multas y penas de cárcel de nueve meses. A la vez es importante controlar prensa y televisión. Desde ahí hay que repetir el mensaje de que no se está recortando y de que todo va bien. Es de libro y funciona.
¡Tan sencillo y no nos habíamos dado cuenta! -se dijeron los allí presentes- Es tan simple como que paguen más quienes ganan menos. Un receta venida de Europa fácil de aplicar que no provoca las temibles huidos de capitales.
RITA BARBERA
Si es grave que la alcaldesa de Valencia no sepa expresar ni dos frases en nuestra lengua, lo es más, que no se quedara en blanco, sino que acudiera a un acto público con toda la apariencia de estar ebria. Lamentable que personajes así continúen ocupando cargos con el voto de los ciudadanos.
PP i PSOE tenen el greu problema de portar anys tapan-se i cambian-se el cromos del poder.