Jueces valientes

Harto de escuchar mis dosis de corrupciones diarias. Harto de leer informes económicos como el que acaba de publicar el prestigioso Servicio de Estudios del BBVA, que pinta tan malos augurios y aún peores para una Comunidad como la nuestra que el partido enquistado en el poder (sin oposición) ha destrozado con sus chanchullos, dejándonos en quiebra, con el más bajo presupuesto en sanidad y las cifras más altas de paro, mientras reiteradamente culpaba a Zapatero de obviar a un millón de valencianos y a los catalanes por no darnos el agua del Ebro (temas ya olvidados). Harto de ver lo que han hecho con nuestras entidades financieras y tener que aguantar que me hayan hecho socio del Valencia para pagar las deudas de ese club y de saber que han gastado 150 millones en “la lum de les imatges”. Harto del Gürtel, de Emarsa, de… Harto de todo eso, hoy me apetece hablar de quienes hacen posible que no se esconda y salga a la luz tanta porquería como ocurre en los regímenes dictatoriales. Hoy me apetece hablar de los jueces, de algunos jueces.

Pablo Rus es uno de ellos. Tiene en sus manos un voluminoso paquete lleno de flechas que apuntan al partido en el poder. El juez necesita ser muy inteligente para apuntar bien evitando cometer el más mínimo desliz, porque al otro lado le vigilan gabinetes de prestigiosos abogados al servicio de ricos y poderosos imputados.

Rus está en la tarea de escudriñar el olor putrefacto que llega hasta su cerebro. Él, como todos, lo percibe pero no le basta con olerlo, se ve obligado a obtener pruebas concluyentes viajando hasta Suiza. Allí poderosos bancos están, no para ayudarle a él sino a sus clientes y por eso avisaron a Bárcenas con tres meses de antelación de que le estaban investigando. Es una de las muchas piedras en el camino como las que pusieron los bancos para dilatar la entrega de extractos del gran dilatador Carlos Fabra, como las que le pusieron a la jueza Mercedes Anaya cuando pedía las actas a la Junta de Andalucía, como la jueza Lugo Pilar de Lara que ha podido ir avanzando en el Pokemon desde Galicia a Cataluña o Vicente Ríos indagando en los fuertes olores de Emarsa.

El más famoso tesorero, con el chivatazo, tuvo tiempo de asesorarse de sus abogados de cómo hacer alguna maniobra de despiste y si era conveniente o no acudir a la amnistía fiscal del Sr. Montoro.

Rus juega contra las trampas que le van instalando y a la vez contra la prescripción, sabiendo que no puede cometer el menor desliz porque otros expertos están al acecho para lograr que se declare “en derecho el caso archivado” como suele ocurrir frecuentemente a estos niveles.

El juez hasta ahora lo está haciendo muy bien, como muy bien lo hizo Antonio Pedreira y antes Garzón, al que le escrutaron con lupa hasta que finalmente creyeron encontrar algún indicio y se lo cargaron pensando que lograrían la nulidad de todo el trabajo documental que dejó recopilado.

Rus por el momento ha logrado poner contra las cuerdas al Dresdner Bank que había recibido órdenes de no entregar los extractos que le pedía con el argumento que “estaban en la lista de Falciani”.

Los abogados que se encargan de poner piedras y escudriñar cada documento del juez pertenecen a gabinetes muy profesionales muy, muy caros a los que no tiene acceso la mujer a la que condenaron a un año de cárcel por haber sustraído menos de 200 euros de una tarjeta de crédito (finalmente indultada gracias a la presión mediática) o quienes nos atrevemos a añadir ilegalmente un habitáculo de madera de 20 metros adosado a una edificación construida en suelo rústico.

La justicia con buenos abogados es sorteable. Quien tenga dudas que mire al chino mafioso, al capo gallego de la droga, a quienes edifican pegado al mar en Benicasim, a quien amplia una piscina cubierta, a quienes construyen dos altura más de las que fijan las ordenanzas, al hotel de Algarrobico o al presidente del PP de Castellón.

Los importantes y bien untados gabinetes de abogados saben también que si al final algo falla siempre cabrá el recurso al Consejo de Ministros que agilizará los trámites de un indulto.

Al lado de tantas trabas, Rus sigue trabajando como también lo hace Jacobo Pin en su intento de hacer justicia entre tantas piedras, presiones, bloqueos (también de la Audiencia Provincial de Castellón) y recursos que solo buscan dilatar en busca de que finalmente cometa algún error.

Otro juez al que hay que poner en el cuadro de honor es José Castro que ha tenido la valentía de actuar, nada menos que contra el yerno del Rey, un sujeto que repugna y cuyo abogado se atreve a hablar, sin sonrojarse, de “injusto empobrecimiento” de su defendido.

Tras años de haber contemplado como los políticos acuden en tromba a los juzgados para arropar a los suyos cuando son citados a declarar, propongo que los ciudadanos libres de corporativismos y afiliaciones, acudamos allí con un cartel que diga por un lado: “Tan chorizos son los corruptos como los que les apoyan” y por otro: “Viva Rus, Castro, Pin y todos los jueces valientes que tratan de impartir justicia”. Con jueces así es posible creer en Ella.

SUCEDIÓ AYER

Ayer, Alberto Fabra inauguraba el Teatro Payá, en donde la Generalitat ha invertido 900 millones de pesetas dentro del Plan E de Zapatero (o el Plan Confianza de Camps). El teatro es un bonito envase al que le falta contenido porque ni Ayuntamiento ni Generalitat disponen de dinero para dotarlo de una programación digna.

Ayer, a 6 Kms., en Almazora, una mujer desesperada acababa ardiendo entre llamas en una sucursal bancaria. La Generalitat no dispone de fondos para ayudar a una mujer sin trabajo, con dos hijos y con graves problemas económicos.

Algo muy grave falla en nuestra sociedad.