Esperanza Aguirre: ésta es su vida
Esperanza Aguirre llegó al poder tras lo que se conoce como el tamayazoque estuvo tan bien ejecutado como escasamente investigado. Para quienes no lo recuerdan, en aquella oscura jugada política, dos diputados del PSOE (Tamayo y Sáez) con escusas sibilinas rompieron la disciplina de voto que debía investir a uno de los suyos y se escondieron bajo la tutela de un empresario. Ello obligó a convocar nuevas elecciones en Madrid que cabrearon tanto a los votantes por lo ocurrido que cambiaron el sentido de su voto o no votaron.
Amiga y admiradora de Aznar, Esperanza se define como liberal, ocupa el ala más a la derecha de su partido y rechaza y demoniza lo público al que se ha enfrentado siempre como causante de todos los males: despilfarro, mala gestión y enchufismo.
Copió la privatización de la sanidad que se hizo aquí en Valencia en busca de generar negocio y cedió hospitales al sector privado para, desde ellos, desviar dinero al partido y a bolsillos privados, precarizando los servicios sanitarios, pagando salarios bajos, obligando al estado a poner más dinero en un sector en donde Ribera Salud fue el germen.
Los hospitales públicos los fue vaciando de trabajadores molestos y llenándolos de enchufados, generadores de agradecimientos en la misma línea como hizo Fabra en su Hospital Provincial.
Para la misma cruzada, doña Esperanza (experta en seleccionar personal) se rodeó de un ramillete de amigos que, sin excepción, le han salido todos ranas ¡cosas de la vida! Pero ella no tenía nada que ver con aquella panda de golfos.
En su lucha contra lo público maniobró para colocar a Ignacio González como número uno en Caja Madrid, cargo en el que otros de su partido le ganaron la batalla para situar allí a otro grande, Rodrigo Rato. Fue íntima de Arturo González, presidente de la patronal madrileña que actualmente viste traje a rayas. El sumario contra él no tiene fin y su círculo alcanza a Esperanza que se lo sacude con una habilidad innegable.
Alguno de los suyos, honrado, le remitió informes de las graves irregularidades que veía en su partido, pero, tan ocupada como ella estaba no tuvo tiempo de leerlos.
A otro grande los suyos, Enrique Granados, le trincaron los jueces, pero ella, la pobre, no sabía nada de sus negocios y cuando estalló lo de su famoso ático millonario en Estepona que primero no era suyo y luego lo escrituró a su nombre, vendido por unos extraños que nunca han sabido qué es Estepona o qué es Málaga. Ante el escándalo, ella actuó haciendo lo que debía y le preguntó a su mano derecha y se quedó tranquila con la respuesta: “es que mi mujer es decoradora y esa casa no es mía”. Granados, un gran líder y persona muy afortunada al que hasta los fontaneros le han hecho de rey mago en casa de sus suegros depositándole allí, sin ser Navidad, un millón de euros en un maletín.
No hizo caso a esos temas pero sí hizo caso a una denuncia anónima en la que le decían “que en el Severo Ochoa se habían asesinado a 200 personas tal como hacían los nazis”. Estaba muy claro que eso sí era verdad de la verdadera.
Saltó la noticia de que la “lideresa” se benefició con subvenciones de la Unión Europea, aunque ya se sabe que ella está en contra de las subvenciones. Eran cosas de su marido. Ella no se ocupaba de los negocios familiares.
Esperanza, por esas casualidades de la vida, también tuvo la suerte de que el Ave a Guadalajara (uno de esos destinos tan importantes) pasara justo por unos terrenos de su familia que, con la expropiación se pagaron a muy buen precio. La acusaron sin fundamento porque los terrenos eran de una tía de su marido.
De largo le ha pasado a Esperanza lo de la Gürtel. Fue ella la que lo destapó. Hay otra versión: Un afiliado del PP, José Luís Peñas quiso trasladarle lo que vio hasta que, cansado de que no le hiciera caso, acudió a la policía a denunciarlo.
¿Responsable ella? Es evidente que de nada. En todo caso lo sería por “in vigilando”. Y, coherente con su “honradez y asumiendo responsabilidades” dejó el cargo de presidenta de la Asamblea de Madrid tres meses antes de que concluyera su mandato.
Todo de lo que se la ha acusado no han sido sino montajes. Ya se vio el lio que montaron los de la prensa por su aparcamiento ante un cajero. Se marchó tranquilamente. Dio un golpe a un vehículo policial y se metió en su garaje. Algo normal sin mayores trascendencias. A cualquiera que cometa una infracción de tráfico como esa tampoco le pasaría nada.
Mientras a Esperanza Aguirre se le acumula a su alrededor la corrupción y logra evadir a la justicia, a pesar de la Gürtel, Púnica, Canal Isabel II, Fundescam, etc., sigue recibiendo aplausos de sus seguidores y la justicia se muestra contundente y condena a un año de cárcel a la joven tuiteraCassandra Vera (con ella ya son 48) por unos chistes en los que la acusan de burlarse del asesinato de Carrero Blanco, un destacado personaje de un régimen que se instaló en el poder mediante el golpe de estado de un general que estuvo dictando sentencias de muerte hasta sus últimos días, que dejó cien mil muertos en las cunetas y muchísimos más españoles en el exilio.
Esperanza sabe moverse muy bien en aguas turbias. Las últimas apuntan a que el partido presidido por ella de 2004 a 2016 se financió ilegalmente. De momento todo son presunciones y ella es presuntamente inocente. Hasta hoy, claro. La coraza se le puede caer en cualquier momento. Instantes después su partido la pondrá en la vitrina de los corruptos junto a Rato, Bárcenas, Rus, Matas, Ripoll y Fabra. A partir de ese momento nos dirán que “ya no es militante y que lo que ella hizo pasó hace mucho, mucho tiempo”.
La joven tuitera, en cambio, sí es culpable y no tiene otros apoyos que el de quienes nos sentimos escandalizados por una sentencia que no es sino la nueva censura que se están logrando imponer pasito a paso con el artículo 578 del Código Penal que habla de “enaltecimiento del terrorismo” y que pretende introducir, de nuevo, la Ley franquista de Orden Público para tenernos a todos asustaditos y callados.
El chiste de la tuitera habla de un vuelo del dictador. Un vuelo del que, sin querer, también habló el jefe policial de Franco que coordinaba las investigaciones “A ver si pueden enterarse si el coche del señor presidente del gobierno está por ahí volando puesto que no sabemos nada y pasaba por ahí hace un momento”. Debía ser un coche con más sentido de responsabilidad que Carrero porque se fue directo a meterse en un convento.
En Alcalá Meco hay habitaciones, pero quienes tienen muchos puntos para residir allí, dejan que las ocupen tuiteros que simplemente se ríen de dictadores. Dictadores cuyo legado aun sigue vivo casi un siglo después.