Ecoparks, verdes pero no tanto

Cualquiera que se lea los programas con los que los partidos se presentan a las elecciones municipales descubrirá que en todos ellos, los partidos de uno u otro signo, dedican un apartado en defensa de la ecología.

Lo verde vende y en mayor o menor grado, todos almacenamos una conciencia ecologista que nos hace estar de acuerdo en principios como que hay que proteger a nuestra casa común que es la naturaleza.

Fruto de esa demanda/moda verde nacieron años atrás los ecoparks que cumplen una misión que yo considero a todas luces insuficiente y les explico por qué.

Acudí, hace un tiempo al ecopark con unos envases de productos químicos para el tratamiento de las naranjas que, distribuidos por el agua de riego o depositados por alguna mano que considera basurero todo lo que no es su casa, habían acabado en mi huerto.

Allí, en el punto verde, me dijeron que no, que no los recogían. Pregunté entonces qué debía hacer con ellos y el muchacho me dijo que debía llevarlos al vendedor de esos productos. Eso hice.

Era una solución, aunque poco satisfactoria y nada práctica, ya que su complejidad invita a que tales recipientes acaben repartidos por el término municipal o quemados, trasladando sus ingredientes venenosos al aire que respiramos.

Estos días, escarbando un montículo en mi huerto, me encontré con basura que algún antepasado mío, con menos información de la que hoy tenemos, debió depositar allí en los tiempos del DDT.

Había plásticos, botellas de vidrio, zapatillas, hierros y uralita.

Lo clasifiqué todo, lo deposité en sus correspondientes contenedores y cargado con la uralita me fui al Ecopark.

La mujer que allí estaba me dijo que no se hacía cargo de la uralita. Le pregunté qué debía hacer con ella, que preguntara a Ayuntamiento a algún superior y me contesto: “Haga lo que quiera. Esto es una empresa privada y yo soy una empleada”.

Me quedé con la contaminante uralita en mis manos y sin saber qué hacer y me marché con el convencimiento de que a la empresa privada teóricamente preocupada por el medio ambiente, le importaba un comino que yo me fuera y depositara un producto tan contaminante en el contenedor de basuras orgánicas.

La empleada no podía preguntar a nadie “porque ellos son una empresa privada”. Tuve que decirle con cierto enfado: Sí, una empresa privada que gestiona una instalación pagada con mi dinero, que recibe ayudas para reciclar y que se lava las manos hasta para consultar alguna solución a un problema de reciclaje”.

Estaría bien que desde el Ayuntamiento se plantearan un problema que no es pequeño y que se facilitaran en determinados puntos el almacenaje de ciertos productos peligrosos que todos sabemos que son muy dañinos para nuestras salud y la de nuestros descendientes.

MARACANÁ

Hemos visto en Brasil a miles de “revolucionarios” protestar, ante una barrera de 10.000 policías, por las inversiones millonarias destinadas al futbol en detrimento de la salud y la educación. Aquí, con crisis o sin ella, las diferentes administraciones hacen/hicieron piña para poner dinero en Expos, luego para mundiales de futbol o juegos olímpicos y mañana, en plena crisis, queremos repetir con olimpiadas para Madrid. Ha habido y habrá dinero para ése déficit a pesar del momento tan duro en el que vivimos.

Allá hubo discrepancia y la hemos conocido. Aquí, no es verdad, pero parece que todos estamos de acuerdo en que el estado se endeude para un nuevo derroche en fuegos artificiales. Sí hay discrepancia pero la ocultan. Quede constancia de que, al menos yo estoy en contra de estos eventos y más en el momento actual.