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Per J. P. Enrique
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¿Dónde vas España? ¿Dónde vas triste de ti?

    No me gustan las fronteras, ni creo en independentismos, ni siquiera en las autonomías después de que de aquel “llibertat, amnistía i Estatut d´Autonomía”, hayamos llegado al gobierno que tenemos en esta Comunidad. Por supuesto que no siento dentro de mi alma ninguna bandera ni himno (que a alguien se le ocurrió inventar un día, como hizo recientemente Leguina en la Comunidad de Madrid), ni estoy dispuesto a derramar una gota de sangre por ninguna patria, ni por un peñón o un islote. Lo que a mi realmente me interesa es que las políticas económicas y fiscales sean justas y que los gobernantes piensen en las personas. No me interesa para nada que se intercambie Rajoy por Más, si, como todo apunta, van a practicar la misma política al servicio de los mismos intereses y en contra de los ciudadanos.

    ¿Se puede entender la independencia de Cataluña sin ser independentista? Se puede si se observa que la convivencia es difícil porque una de las partes o las dos, no está de acuerdo en compartir cosas en común.

    No es cuestión de mirar atrás a la Guerra de Sucesión para interpretar, según convenga, la historia, ya que en realidad fue un tema de dinastías y de adherirse a uno u otro monarca. Cataluña optó por alinearse con la sangre azul de Carlos y fue aplastada por la sangre, también azul, del borbón Felipe V. Tampoco es cuestión de contar agravios económicos, ni de sentirnos molestos por unas charlas cuando no nos escandalizamos de que este país siga financiando a la Fundación Francisco Franco. No, no es eso.

    Los catalanes han sido empujados a dar el portazo por un anti catalanismo azuzado desde el poder valenciano y también desde el poder central más rancio. Desde ahí les han montado campañas contra su cava y han logrado hasta que digamos al camarero una y otra vez: “Esta agua yo no la quiero porque es catalana”.

    Hemos rechazado a los catalanes cuando, desde la Generalitat Valenciana, nos han prohibido usar palabras catalanas como esport, quadre, vacances o sublevació, a la vez que hemos abrazado, con normalidad, otras llegadas de más lejos: Corner, play out, mach, snack, magazine, cash, mouse, jeans, shopping, sandwich, ok, mail, short, basket o zapping.

    Hemos rechazado lo catalán cuando hemos pensado que los catalanes se proponían invadirnos y someternos a través de los Països Catalans.

    Hemos rechazado a los catalanes cuando hemos tenido contactos con comerciantes de allí y les hemos dicho cabreados: “No l´entenc, a mi parlem en cristiá”, sin hacer el menor esfuerzo por entenderles. Un esfuerzo que seguramente sí hemos hecho ante un portugués o un gallego o hasta con un italiano, lenguas con las que es imposible escribir, como ocurre con el valenciano y el catalán, veinte folios, uno en Cataluña y otro en Valencia, exactamente iguales.

    Considero que hemos despreciado su lengua de un modo exagerado. Recuerdo que en un albergue del Camino de Santiago me pidió un hospitalero que le corrigiese un texto escrito en un papel colocado en la pared, “porque habían llegado tres peregrinos de Valencia y se habían cabreado mucho diciendo que aquello era catalán”. Todo porque en el texto había una palabra usada en Cataluña y rechazada, por decreto, en esta Comunidad.

    En el camino de rechazos, hemos rechazado también que nos instalaran emisores de TV3 para que esa lengua no nos dominara y ha tenido que intervenir la justicia para parar multas millonarias que les impuso una Generalitat, manipuladora de sentimientos, que ha visto en el enfrentamiento un vivero de votos.

    No hace tanto también vimos al PP recurrir ante la justicia el Estatut. Un PP que no ha denunciado estatutos muy similares como el valenciano y al andaluz.

    Tampoco hace tanto que vimos el enfrentamiento contra una compañía de gas catalana por pretender adquirir una eléctrica madrileña, a la que sí autorizó Aznar a que la comprara una empresa alemana (un tiempo después -dicho sea como curiosidad- aquel presidente ocupa un puesto como asesor de Endesa con un sueldo de 130.00 euros).

    Ahora los catalanes dicen, muy en serio, que quieren independizarse, y ahora resulta que los mismos que rechazaban hasta ayer y seguramente hoy también, el agua, el cava, la televisión y cualquier palabra catalana se echan las manos a la cabeza.

    Quiero acabar diciendo que a mí me importa relativamente poco lo que ellos decidan. Que si quieren envolverse en una bandera cuatribarrada en lugar de una roja y gualda que lo hagan. No me interesa. Ya me decepcioné pidiendo autogobierno valenciano, al comprobar que hemos pasado a convertir nuestra autonomía en Calatravas carísimos, pagos millonarios a magnates de velas y bólidos, en políticas de especulación del suelo, televisión basura, donativos generosos a clubes de futbol, recortes en sanidad y educación y políticos corruptos por todos los rincones. Con aquella petición de autogobierno, hemos construido una gran falla, instalada en Valencia.

    Cuando los catalanes piden la independencia sin debatir lo que habría que hacer el día después y se olvidan de resolver los graves problemas que tienen, pienso que pueden salir tan trasquilados como salimos nosotros.

    Admito opiniones y toda la pasión que este tema, sin duda, suscita.

    TOROS-DIPUTACIÓN

    Carlos Fabra y Paco el de Vall d´Alba, desde su poder en la Diputación organizan corridas de toros y por decreto obligan (¡así va de bien el mundo taurino!) a los Ayuntamientos a comprar entradas. Burriana y Vila-Real se han negado a pagar. Vila-Real, aparte de negarse, fue al juzgado y ganó. Burriana presentó un recurso a modo de capote y finalmente ha asumido pagar 28.300 euros en estos tiempos de dura crisis, con el informe en contra de Intervención. Vila-Real ha hecho lo que debía y Burriana ha tirado de chequera como en los mejores tiempos para quedar bien ante Don Carlos. Somos espléndidos. También con grandes imputados que se ufanan de ser diestros y maestros no solo en el arte del toreo.

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    comentaris 6 comentaris
    paco planelles
    paco planelles
    02/02/2014 05:02
    Mirando al futuro

    Mi querido amigo, comparto en un todo tus argumentos. Es un placer leerte, tu opinión siempre constructiva invita a la reflexión y a la convivencia. Quizas sea una coincidencia pero, todos los amigos catalanes que he atesorado son como tu.

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