El defraudador poderoso
Si Ud. o yo, que somos dos personas del montón, defraudáramos a Hacienda y Hacienda descubriera el fraude, lo normal es que tuviéramos que agachar la cabeza y tragarnos la sanción y las consecuencias que de ella se derivaran. Hacienda, en su caso y en el mío, habría descubierto que, Ud. o yo, hemos ganado dinero, o nos lo han regalado, de forma poco clara y nos habría descubierto al ingresarlo, en montoncitos de 3.000 en 3.000 euros, en diferentes cuentas bancarias, intentando disimular y para que no nos pillaran.
Con toda seguridad, en su caso y en el mío, Hacienda habría logrado, que, con rapidez, los bancos le entregaran los extractos de las cuentas y el organismo estatal nos pediría justificación de la procedencia del dinero. SI Ud. o yo pudiéramos demostrarle a Hacienda, con claridad, de dónde procede el dinero, Hacienda estaría en un error, se cerraría el expediente y punto final. Todo en un plazo que, en el peor de los casos, sería de una semana como mucho. En caso contrario habríamos cometido un delito y eso conllevaría multa y cárcel, si el delito ascendiera, por ejemplo, a casi un millón de euros, porque eso es lo que dice la ley cuando habla de fraude tributario.
Ocurre que, si quien ha cometido un fraude similar al que supuestamente pudimos cometer no somos Ud. o yo los delincuentes, y el presunto delincuente es un defraudador poderoso y no puede demostrar que el dinero es legal y que no ha habido fraude, entonces, el poderoso , que lo es porque dispone de un buen número de buenos abogados, tiene muchos amigos también en la justicia, está asesorado por buenos publicistas, expertos en marketing, tiene escritores (buenos o malos no importa, importa que su pluma escriba al dictado) y controla emisoras de radio, periódicos y canales de TV, además de tener el apoyo de un partido político que le protege y capacidad para influir en la legislación ¿saben lo que ocurre entonces? Ocurre entonces que el defraudador poderoso, bien informado y abundantemente asesorado, se dedica a fabricar, a envolver y a expandir por los aires, los argumentos que crea su nutrido equipo, argumentos que encuentra donde no los hay, pero que quizá… tal vez… rebuscando, se puede detectar un pequeño matiz, diciendo algo razonable… con cierta lógica…
Rebuscando en sus brillantes cabezas, estimuladas por generosas chequeras, los asesores apuntan en el manual de procedimientos que:
-El dinero -dirían- es de procedencia legal, pues el presunto defraudador poderoso es un hombre de fortuna al que todos los años le toca el primer premio en sus apuestas a carreras de caballos, a las quinielas, a la primitiva y hasta al juego de los chinos que comparte con sus tertulianos a la hora del café. Es un hombre de suerte y que siempre gana. Así es la vida.
-El defraudador poderoso no es si no una víctima a la que persiguen para derribarle de su puesto. Todo es envidia y detrás hay batalla política.
-El defraudador poderoso es un hombre con grandes virtudes. Están detalladas en un extenso apéndice confeccionado por el gabinete de asesoramiento.
-Procede, dirían los asesores, recurrir todas y cada una de las decisiones de la Justicia haciendo un recurso tras otro, para lograr que el proceso se demore y se demore...
-La demora se logra también diciéndoles a los amigos de los bancos que no tengan prisa para apretar el botón que da acceso a los extractos bancarios que pide el juez. Hay que poner freno a la tecnología. Un proceso que no cuesta más de un segundo debe prolongarse por lo menos un año.
-Por el camino hay que sembrar dudas sobre los enemigos políticos escudriñando en sus baúles en busca de que la gente se distraiga y que una noticia se diluya tapada por otra. Una corrupción no lo es tanto si se airea la del contrincante. Hay que evitar que nadie piense: “¿Qué tendrá que ver mi fraude fiscal con el que también ha cometido mi vecino del octavo?.”
-Hay que dejarse de “bermejadas”, son cosa de pusilánimes. Además, no es lo mismo imputar que condenar. Incluso, si hay sentencia condenatoria puede recurrirse hasta llegar a Estrasburgo, y de no ser favorable el fallo se puede minimizar diciendo que allí hay jueces partidistas.
-A quien se le ocurra hablar de culpable hay que recordarle que la Constitución habla de presunción de inocencia ¿porqué no hablará de presunción de culpabilidad cuando lo que se ve es tan evidente?. Acusar a alguien sin pruebas es un delito.
A mí, en mi reflexión, he de confesar que no me resulta extraño el argumentario elaborado por el gabinete de expertos, ya que ese es su trabajo. Las dudas sembradas o la basura expandida, llámenlo como quieran, realmente consiguen su objetivo y calan en mucha gente, más de la que cabría esperar. En cierto modo, debe ser así porque si los mensajes no lograran su objetivo, la legión de asesores no serviría de nada y dejarían de ser expertos en crearlos y difundirlos y de cobrar por ello. Sí me resulta extraño que el público a quien se dirige ese bombardeo publicitario (que llega de forma tan sutil en forma de artículos, opiniones de militantes y simpatizantes, entrevistas, declaraciones de allegados y otros cauces) olvide que el poderoso cometió un delito fiscal y que le han pillado, como nos pillaron a Ud. y a mí y al vecino del octavo, sin que nadie dijera nada y sin que ni Ud. ni yo echáramos la culpa a nadie, ni tuviéramos el apoyo de nadie. Claro que ni Ud. ni yo somos poderosos y no podemos pagarnos, con dinero público, a un montón de gente experta para que nos defienda, recalque la presunción de inocencia y vocifere dudas ilógicas en forma lógica.
Recollons, es que els tens tots controlats ¡¡¡ Me refiero a los del capullo, porque de los otros nunca dices nada. Bien, pues yo te diré que has dicho una verdad como un templo (frase hecha). En todas partes cuecen habas, pero es que el que dice el amigo JP, como está tan cerca y nos cae a todos "tan bien", pues nos acogeremos al refrán aireado por el amigo SR y nos sentaremos a la puerta de casa y... Hay un osario en Portugal (no me hagas decir ahora mismo en qué población), que a la entrada pone un letrerito muy cachondo que dice: Nuestros huesos están aquí esperando la llegada de los vuestros... (Mes o manco). Un saludito.