OPINIÓ
Las cruces de la discordia
04/05/2009
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Las fiestas populares llámense fallas, carnavales de Río o fiestas de S. Fermín, nacen del esfuerzo de muchas gentes que dedican, con cariño de forma voluntaria, la totalidad o la mayor parte de su tiempo de ocio para que el espectáculo sea lucido.
Dentro de esas gentes hay un disperso colectivo formado por personas a las que les toca -siempre a las mismas- hacer los trabajos más duros y otras que acuden solo a la hora del cubata, la comida o a lucir el traje. Es algo habitual que pasa en todas partes.
Del trabajo de esas gentes, de su esfuerzo, de su dedicación, de su altruismo, nacieron aquí las fallas que yo siempre he visto desde fuera, aunque me han llegado las buenas sensaciones de familiares y amigos al recibir en su casa, en su enfermedad, la visita de una comisión fallera o cuando me han trasladado su profundo sentimiento al decir que “les falles son lo millor del mon” o cuando he visto a algunos emocionarse viendo en un desfile o en una presentación “lo guapa que estaba la xiqueta i quins brodats i quins colors mes bonics portava al traje” o los cálidos aplausos en la entrega de una placa de homenaje a una sencilla mujer mayor que rompía a llorar por las atenciones afectuosas de la comisión fallera.
Cuando una celebración festiva se realiza año tras año pasa a formar parte de las raíces de toda la población, se incorpora a las tradiciones de una colectividad y mucha gente organiza su vida alrededor de ella: Restaurantes, bares, joyerías, artículos de regalo, tiendas de moda, peluquerías, etc. De tal modo que la actividad económica que se genera alrededor de la fiesta es muy importante y por ello las arcas públicas contribuyen con aportaciones dinerarias que están plenamente justificadas.
Detrás de lo que acabo de decir, en lo que podemos estar todos de acuerdo, es frecuente que aparezca el despilfarro por parte de un Presidente de una comisión fallera (que a veces pretende llevar las cuentas de una asociación y no sabe llevar las de su propia casa) o el excesivo gasto por parte de la Junta Local Fallera, mientras el partido político de turno en el poder engrasa la maquinaria y se vuelca en promesas de aportaciones dinerarias, con el aplauso o silencio de los partidos de la oposición “porque ahí hay muchos votos”. Cuando la irresponsable aportación prometida desde las arcas municipales choca con la realidad de los bolsillos vacíos, entonces el mundo fallero se planta y boicotea una de las actividades que realiza: las cruces de Mayo.
He hablado de despilfarro y cuando lo hacía me refería, sobretodo a la experiencia que he vivido en carnes propias, cuando asistí, hace más de quince años, a una celebración de “despedida de la reina”. Créanme sentí vergüenza al ver, en un Llar fallero repleto de invitados, grandes bandejas de langostinos rodando por las mesas. Y los langostinos eran solo una parte de la cena.
El boicot a las cruces de Mayo (hay que decirlo así simple y llanamente) nos ha dejado este año el triste espectáculo de convertir imaginativas construcciones, orgullo de burrianenses y de cuantos nos visitan, en simples mamotretos llenos de hojas para vergüenza de todos. Tal vez sea éste un buen momento para reflexionar sobre algunas cuestiones en torno al mundo de las fallas:
¿Hasta donde debe ir la aportación monetaria del Ayuntamiento? Si las fiestas dan un beneficio económico a un amplio tejido empresarial ¿no debería contribuir ese colectivo en mayor medida en los gastos de las comisiones falleras?. ¿Son necesarias comidas/comilonas como la que me he referido anteriormente de despedida de una reina? ¿Qué se está apoyando o que se está buscando cuando se prometen elevar las subvenciones a las fallas en época electoral? Cuando se promete y no se paga a su tiempo ¿no es consciente el Ayuntamiento que está cabreando a un sector que se sacrifica y se divierte trabajando?. De nuestras fiestas ¿qué es imprescindible apoyar y de donde pueden retraerse gastos innecesarios y dilapidadores? ¿No forman parte las Cruces de Mayo de una de las actividades de las que se ocupa, disfruta y se luce el mundillo fallero? ¿Se pueden gastar más doce millones de pesetas en un monumento fallero y construir una ridícula cruz? Con el acuerdo de boicot, con la excusa de castigar al Ayuntamiento, se está destruyendo una tradición y decepcionando a toda la ciudad y cuantos nos visitan en estas fechas. Al hilo de esas preguntas sería conveniente abrir un debate sereno.
Que el mal espectáculo de este año sea un paréntesis y que las cruces que iban camino de declararse en “fiesta de interés turístico nacional” sean un necesario atractivo más de nuestra ciudad, en beneficio de todos.
PD. Me cuenta alguien muy conocedor del mundo fallero que vio un anterior alcalde arrodillarse y suplicar a los presidentes falleros ante su amenaza de boicot.
Dentro de esas gentes hay un disperso colectivo formado por personas a las que les toca -siempre a las mismas- hacer los trabajos más duros y otras que acuden solo a la hora del cubata, la comida o a lucir el traje. Es algo habitual que pasa en todas partes.
Del trabajo de esas gentes, de su esfuerzo, de su dedicación, de su altruismo, nacieron aquí las fallas que yo siempre he visto desde fuera, aunque me han llegado las buenas sensaciones de familiares y amigos al recibir en su casa, en su enfermedad, la visita de una comisión fallera o cuando me han trasladado su profundo sentimiento al decir que “les falles son lo millor del mon” o cuando he visto a algunos emocionarse viendo en un desfile o en una presentación “lo guapa que estaba la xiqueta i quins brodats i quins colors mes bonics portava al traje” o los cálidos aplausos en la entrega de una placa de homenaje a una sencilla mujer mayor que rompía a llorar por las atenciones afectuosas de la comisión fallera.
Cuando una celebración festiva se realiza año tras año pasa a formar parte de las raíces de toda la población, se incorpora a las tradiciones de una colectividad y mucha gente organiza su vida alrededor de ella: Restaurantes, bares, joyerías, artículos de regalo, tiendas de moda, peluquerías, etc. De tal modo que la actividad económica que se genera alrededor de la fiesta es muy importante y por ello las arcas públicas contribuyen con aportaciones dinerarias que están plenamente justificadas.
Detrás de lo que acabo de decir, en lo que podemos estar todos de acuerdo, es frecuente que aparezca el despilfarro por parte de un Presidente de una comisión fallera (que a veces pretende llevar las cuentas de una asociación y no sabe llevar las de su propia casa) o el excesivo gasto por parte de la Junta Local Fallera, mientras el partido político de turno en el poder engrasa la maquinaria y se vuelca en promesas de aportaciones dinerarias, con el aplauso o silencio de los partidos de la oposición “porque ahí hay muchos votos”. Cuando la irresponsable aportación prometida desde las arcas municipales choca con la realidad de los bolsillos vacíos, entonces el mundo fallero se planta y boicotea una de las actividades que realiza: las cruces de Mayo.
He hablado de despilfarro y cuando lo hacía me refería, sobretodo a la experiencia que he vivido en carnes propias, cuando asistí, hace más de quince años, a una celebración de “despedida de la reina”. Créanme sentí vergüenza al ver, en un Llar fallero repleto de invitados, grandes bandejas de langostinos rodando por las mesas. Y los langostinos eran solo una parte de la cena.
El boicot a las cruces de Mayo (hay que decirlo así simple y llanamente) nos ha dejado este año el triste espectáculo de convertir imaginativas construcciones, orgullo de burrianenses y de cuantos nos visitan, en simples mamotretos llenos de hojas para vergüenza de todos. Tal vez sea éste un buen momento para reflexionar sobre algunas cuestiones en torno al mundo de las fallas:
¿Hasta donde debe ir la aportación monetaria del Ayuntamiento? Si las fiestas dan un beneficio económico a un amplio tejido empresarial ¿no debería contribuir ese colectivo en mayor medida en los gastos de las comisiones falleras?. ¿Son necesarias comidas/comilonas como la que me he referido anteriormente de despedida de una reina? ¿Qué se está apoyando o que se está buscando cuando se prometen elevar las subvenciones a las fallas en época electoral? Cuando se promete y no se paga a su tiempo ¿no es consciente el Ayuntamiento que está cabreando a un sector que se sacrifica y se divierte trabajando?. De nuestras fiestas ¿qué es imprescindible apoyar y de donde pueden retraerse gastos innecesarios y dilapidadores? ¿No forman parte las Cruces de Mayo de una de las actividades de las que se ocupa, disfruta y se luce el mundillo fallero? ¿Se pueden gastar más doce millones de pesetas en un monumento fallero y construir una ridícula cruz? Con el acuerdo de boicot, con la excusa de castigar al Ayuntamiento, se está destruyendo una tradición y decepcionando a toda la ciudad y cuantos nos visitan en estas fechas. Al hilo de esas preguntas sería conveniente abrir un debate sereno.
Que el mal espectáculo de este año sea un paréntesis y que las cruces que iban camino de declararse en “fiesta de interés turístico nacional” sean un necesario atractivo más de nuestra ciudad, en beneficio de todos.
PD. Me cuenta alguien muy conocedor del mundo fallero que vio un anterior alcalde arrodillarse y suplicar a los presidentes falleros ante su amenaza de boicot.
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me enncanta leerte, por la sensatez que destilan tus opiniones, aunque no tenga el gusto de conocerte. el boicot de las Cruces de Mayo, debe de servirnos, para darnos cuenta de que con sensatez, y con buena administacion, tambien se pueden hacer cruces de Mayo, que en definitiva forman parte de una tradicion secular, y requieren mucha menos fantasia que las fallas. si las comisiones falleras, quieren mantener esa tadición, bastara con que reducuzcan insignificantemente el presupuesto del monumento fallero, para tener una Cruz muy digna, pero en mi`opinión, tenemos que acostrumbrarnos todos, a pagar con nuestras aportaciones personales a la fiesta, aquella fiestas que queramos vivir.