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Per J. P. Enrique
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Chapuzas

    Los romanos nos dejaron puentes que todavía hoy podemos contemplar en un estado que ha resistido con dignidad el paso de los años. De la cultura egipcia conservamos construcciones espectaculares, gráficos, papiros y también  momias,  de hace más de tres mil año  que aquel antiguo pueblo aprendió a  tratar  con pócimas  para que soportaran el paso de los años en un buen estado de conservación. Más lejos todavía, en la prehistoria, unos rudimentarios hombres aprendieron a mezclar pigmentos de diversas plantas para  dar color a unos  dibujos que increíblemente aún  perduran. No eran gentes chapuceras, si lo hubieran sido no podríamos contar hoy con su legado.
           
    Hoy, disponiendo de un alto nivel de conocimientos, tecnología punta y  una gran diversidad de materiales, hacemos puentes espectaculares que tal vez no lleguen hasta finales de siglo. El mismo arquitecto diseñador Santiago Calatrava  se ha manifestado declarando que los puentes que ahora construimos “no perduraran más allá de una generación”.

    ¿No sabemos construir para transmitir nuestras obras a las futuras generaciones o tal vez no queremos hacerlo inmersos como estamos en la cultura del beneficio rápido, de lo efímero, de usar y tirar, de convertir pronto en basura todo lo que usamos?

    No voy a hablar de lavadoras, teléfonos móviles, neveras y otros enseres domésticos que se fabrican con una vida cada vez más corta para obligarnos a gastar en su renovación, sino de chapuzas,  de las construcciones que se realizan  y son ya viejas apenas se han inaugurado a causa del método chapucero empleado en su construcción.

    ¿Quién no conoce a alguien -familiar, amigo o vecino- que se ha comprado una vivienda y a los cuatro días ha tenido que reclamar por el mal estado del suelo, el deficiente enlucido de las paredes, el descorchado de la grifería o por fallos en la carpintería?.  Son defectos causados por empresarios poco responsables que ven  en cada saco  menos de cemento un saco de beneficios más.

    He pensado en esto, cuando en nuestra ciudad he visto en la calle La Carrera  cientos de baldosas de las aceras rotas que el Ayuntamiento ha intentado estos días acondicionar (aumentando la base de hormigón en algunos tramos, sustituyendo unas, enmasillando otras) con un resultado chapucero que deja muy mucho que desear, por mas buena voluntad que hayan puesto los operarios en su intento de hacer una reparación barata.

    Sería normal que el pavimento sufriera un desgaste  con el paso del tiempo pero da la casualidad que es nuevo, casi está recién colocado. Algunos pensaran e intentaran justificarse diciendo que su deterioro es  por culpa de las furgonetas que se suben en las aceras ante la estrechez de la calle, para no caer en la cuenta de que el encofrado no tiene la solidez suficiente y que las baldosas son muy frágiles. Me pregunto si no hay ninguna responsabilidad  exigible a la empresa que ganó la contrata para remodelar la citada calle ¿No se le puede reclamar nada a quien hizo semejante chapuza?  Parece ser que a quien hizo la obra no se le puede exigir  ninguna responsabilidad  y ahora el arreglo (lamentable arreglo, ya que para quitar los desmochados han convertido las aceras nuevas en viejas) corre a cargo de todos los ciudadanos y  todos,  y a cada uno debemos contribuir con el  dinero que, saliendo  del Ayuntamiento, sale  de todos nuestros bolsillos.

    Otro ejemplo de mal hacer es el puente de Cuarts de  Calatrava ¿Se ha detenido  Uds. a ver  la hierba que está brotando entre las baldosas en amplios tramos de esa construcción? Un puente que como quien dice acaba de inaugurarse (todavía debe haber un  trozo de la cinta en algún lugar) y  ya  se percibe la falta  de suficientes hormigón en la base o deficiente argamasa para el rejuntado de las baldosas que las irá erosionando poco a poco  hasta soltarlas  para dar trabajo extra  a la brigada municipal y aumentar las cargas municipales (es decir las de Ud. y las mías).

    Y los ejemplos se multiplican: Casa de la cultura de la Merced, Escola de la Mar, las baldosas de la calle Sant Vicent, …

    Otro gallo cantaría si  quién hiciera tales chapuzas tuviera que ocuparse de  su restauración, porque estuviera obligado a dar una garantía que no finalizara con la entregar de  la obra o muy poco tiempo después;  pero quienes nos representan parece que no se ocupan de exigirla, ni de que los técnicos comprueben fehacientemente que la obra se ha realizado correctamente y los ciudadanos de a pié  estamos más ocupados en escandalizamos criticando de lo lamentable que es -y lo es-  que  un pillo  haya robado el bolso a una mujer en el mercado con 50 euros, sin caer en la cuenta  de que  hay  robos millonarios, de otra forma, verdaderamente escandalosos que  no causan  alarma social.
     
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    comentari 1 comentari
    miguel bataller
    miguel bataller
    01/04/2009 06:04
    mas razon que un santo....

    acstumbro a leerte porque destilan sensatez tus comentarios. segun tengo entendido toda obra publica, tiene un periodo de garantia obligatorio, y por lo tanto durante ese tiempo que creo que son cinco años, los daños ocasionados por deficiente construccion o defectos "ocultos"en la obra son responsabilidad total de la empresa adjudicataria..... otra cosa es , que los organismos correspondientes exijan el estricto cumplimiento de la legalidad vigente. y es que en este pais, no nos faltan leyes.....nos faltan ganas de cumplirlas, sin eludir la obligación ciudadana de hacerlo ejemplarmente. un saludo y enhorabuena por tus acertados comentarios

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