Al calor de agosto yo me acuso
Hace muy pocos años, un alcalde que hizo muy poco en favor de Burriana y mucho (equivocado ,con mala fe o inconscientemente) en favor de la especulación, cegado por la ambición de injertar los huertos de “solarina”, se acercó a una de mis propiedades rústicas y de la mano de la promotora Albia se dispuso, con la ley en la mano, a echarnos a mí y a todos mis vecinos de nuestras viviendas veraniegas.
Un minúsculo grupo de propietarios nos opusimos decididamente a un proyecto excluyente. Emprendimos una larga batalla, contando, por suerte como aliados a los medios de comunicación que vieron en nuestra causa, una causa justa.
La empresa promotora y aquel alcalde, hoy senador a dedo, salieron trasquilados y tras una larga lucha de David contra Goliat, la empresa protegida por la ley y por un vendedor de humo, se avino a modificar su proyecto de Pedrera-Port para que en él se respetaran los derechos de los pequeños propietarios a permanecer en el espacio ocupado durante décadas.
Quien fue alcalde, acabó su mandato sin haber hecho nada en favor de nuestro desarrollo turístico y dejó el término municipal abandonado y al servicio de ratas y serpientes, tal como ahora mismo puede contemplar cualquiera que se atreva a pasear por los caminos rurales, muchos de los cuales están dejando hasta de ser caminos.
Aquel alcalde no llevó adelante ningún proyecto y hasta puso (él y su imputado Presidente provincial) piedras en Sant Gregori para que no se desarrollara cuando podía haberse desarrollado, dilatando negociaciones y trámites.
Hoy, por culpa de aquellas trabas, el primer proyecto urbanizador de Burriana está muerto por los siglos de los siglos y los demás proyectos se han quedado en nada tras un largo e inútil proceso especulador, dejando a Burriana sin la mínima infraestructura necesaria para desarrollarse turísticamente como única vía para salvarnos del fracaso colectivo como ciudad.
Quienes desde el partido debieron frenar a aquel alcalde no lo hicieron por la maldita “disciplina de partido” y hoy, los mismos, con viejos y nuevos rostros, siguen anclados en las consecuencias de lo que fue una gestión nefasta, sin instrumentos en sus manos para cambiar la herencia recibida. (He escrito “herencia recibida” sin saber por qué).
Miro hacia atrás y, para evitarles el bochorno de que me acusen por mis actos, lo hago yo a mí mismo y de manera solemne me acuso de haber movilizado a los propietarios de Pedrera-Port tras recibir el primer escrito sobre el proyecto en la antesala del mes de agosto para dificultarnos buscar abogados y dar respuesta legal a los plazos que la LRAU tiene establecidos.
Me acuso de haber escrito comunicados de prensa, de haber asistido a manifestaciones en los plenos y, en definitiva, de haber plantado cara a un alcalde y a un proceso especulador demasiado apoyado por las leyes. Me acuso también de haberme construido en espacio rústico, sin licencia, un añadido de madera de 20 metros cuadrados. Me acuso de haber cometido dos infracciones de tráfico. Me acuso de mis defectos y lo hago públicamente al calor de agosto.
Me acuso, antes de que me acusen, porque en este tiempo sofocante ya siento que lo están haciendo algunos que estaban y siguen estando sentados en el salón de los drones envenenados, pertrechados en el silencio de sus pantallas operativas.
El calor del mes de Agosto es muy adecuado para desarrollar la imaginación y también para reflexionar y jugar con dardos lanzados a la diana situada a la sombra de mi frondoso aguacate. Tiempo de relax y ocio.
BARBARIDADES
Para mí es una barbaridad defender que se construyan torres de apartamentos u hoteles en primera línea de mar, entre otras cosas porque, aparte del agotamiento irreversible de nuestra costa, la sombra de esos inmuebles acaba con la playa al proyectarse sobre ella a partir de las cuatro de la tarde.
No es la única barbaridad, en este caso proyectada. Tenemos una ermita dedicada a nuestro patrón con viviendas apoyadas sobre sus muros. Tenemos una acera en el Camí de la Serratella hecha solo para farolas, postes y cables, sin que los peatones puedan circular por ella.
Barbaridad es también que se corte el acceso a la playa del Puerto al Grao en un domingo de agosto por la mañana para que circule por sus cercanías una carrera ciclista o que se quite una escultura para poner en su lugar a un muñeco fallero.
Hay, en mi opinión, demasiadas barbaridades. No sigo.
Mi apreciado amigo,la razón cono tal no existe.Es como una imágen en el horizonte en el que cada uno ve o cree ver un hecho y cuando lo alcanza descubre perplejo que ya es otro.