BUREXPORT: Un presidente, un gerente y un estrepitoso fracaso

Atrás quedan seis años de gestión emborronada en los que las cuentas -según reconocen ahora- no han reflejado la verdadera situación contable de la cooperativa, a pesar de que “estuvieron a disposición de los socios y fueron auditadas”.

¿Nadie es responsable de lo que ha ocurrido? ¡Nadie! Tal vez la Caja Rural. Tal vez la cooperativa de San José… pero en todo caso habría que culpar –según versión del presidente- a los anteriores encargados de la contabilidad y “por eso ha habido que despedir a cinco de ellos”. ¿Y el gerente? ¿No tiene ninguna responsabilidad el gerente? No. El gerente no se ocupa de la contabilidad, ni de calcular los costes, ni de sacar el precio al que hay que pagar las naranjas. ¿De qué se ocupa el gerente? ¿De organizar el trabajo en el almacén? No, de eso se ocupa el encargado del almacén. ¿Se ocupa de organizar la recolección de naranjas en el campo? No, para eso están los tasadores. El gerente se ocupa de vender las naranjas a Anecop y por lo tanto tampoco necesita buscar clientes para dar salida a la fruta. También se ocupa de llevar al personal a gritos, según me han dicho varios testigos ¿es ése su modelo de “gestión empresarial”?

El gerente se distingue de los demás trabajadores de la cooperativa porque cobra un sueldo de Gerente. Lo que él cobra no importa a los socios. (En esos o parecidos términos respondió a un socio -cooperativista, es decir propietario- en una asamblea cuando osó preguntarle cuánto ganaba).

Al lado del gerente está el presidente. Otro personaje importante de la cooperativa que viene de un fracaso y nos ha guiado hacia otro fracaso. Juan es un vendedor de sueños que empezó culpando y hasta denunciando al anterior gerente. Supo vender a los creyentes socios la fantasía de instalar placas solares para reducir costes. Se propuso instalar una gasolinera, distribuir abonos y productos fitosanitarios y hasta dice haber gestionado para que el Ayuntamiento aprobara un PAI con el fin de vender muy caros los terrenos de Cohobo. Ocurrió que cuando estaba a punto de venderlos el alcalde le dijo que “por ese precio se los quedaba él”. Se rompió un trato que ya tenía prácticamente cerrado “porque Ferrada no cumplió su palabra.”

En todo el periodo de mandato de esta Junta, el presidente y sus colaboradores han repetido hasta la saciedad que la gestión de ellos iba a ser “muy empresarial.” Nadie les preguntó nunca cuál era el modelo de gestión empresarial.

Ahora, arrinconados en el baúl todas aquellas fantasías, el presidente vende “su responsabilidad para no abandonar el barco en medio de la tormenta y en las avanzadas negociaciones que dice tener entre manos para enajenar un almacén, con el que sacar adelante a la cooperativa.”

Sería injusto no destacar las virtudes del máximo responsable de la cooperativa y su capacidad para aguantar improperios, mandar callar enfadado como hizo el Rey con Chávez, pedir acelerar “debates innecesarios”, invitar y lograr que abandonen la cooperativa los socios más críticos y llenar al auditorio de palabras en los momentos adecuados. No es fácil saber hacer todo eso y que le funcione. Juan ha demostrado ser más listo de lo que muchos pensaban.

¿La Asamblea de socios? La Asamblea es un ejemplo de que, en este país, la democracia sea lo que es. En la asamblea la gente levanta la mano y salen 134 votos a favor, sacados por diferencia en un cuadre perfecto realizado por el gerente, para que no haya dudas. ¿134 brazos levantados contó Ud. señor gerente? Ni de coña.

Las cooperativas, ésta y todas, toman sus decisiones en asambleas. El resultado de las asambleas se refleja en un acta que no necesita ser ratificada si la signan dos personas (dos buenas personas de casa) que se comprometen a firmarla sin poner pegas. Con ese requisito el acta es firme. Son las reglas del cooperativismo.

Esta vez, con la suspensión de pagos presentada las cuentas sí están claras. Lo dice el nuevo auditor, como antes lo dijeron colegas suyos que se ocuparon de realizar el mismo trabajo. Además, las cuentas “están en la oficina a disposición de los socios” (como siempre han estado). No hay responsables. Perdón, sí, los contables. ¡Un aplauso para el nuevo contable que se ha ocupado de poner todo en orden!

Me pregunto si no seremos responsables los socios por haber aprobado este año y los anteriores unas cuentas de ejercicios pasados que ahora nos dicen que estaban mal y antes nos dijeron que “estaban bien y que habían sido auditadas y que la documentación estaba a disposición de todos.” Si no seremos responsables los socios por no haber exigido que se redujera, hace tiempo, un inmovilizado que valía entonces muchísimo dinero (ahora no) y que desde la fusión ha venido lastrando a la cooperativa. Actuar como debía haberse actuado ni lo propuso la junta, ni lo propusieron los socios que, vencidos, creen ahora que todo está muy claro y esperan cobrar lo que se les adeuda “porque la Junta Directiva tiene intención de pagar”.

Unos socios que, cargados de resignación, aceptan que unas personas hayan llevado a la cooperativa al límite de la desaparición y que siguen creyendo que los mismos se van a ocupar ahora de vender bien la nave y de que el mismo presidente y el mismo gerente vayan a ocuparse, ¡ahora sí! de “controlar todo” para que nuestras naranjas “salgan mejor porque habrá menos gastos.”

Cualquier gerente, cualquier presidente, ante tan enorme fracaso, se habría presentado ante la asamblea de socios compungidos, cabizbajos y pidiendo perdón por haber llevado a la sociedad a donde la han llevado tras cinco años de gestión. Muy lejos de todo eso, han sacado pecho y han lanzado balones fuera. ¿Y los socios? Los socios bien, gracias.

La fe mueve montañas y hay magos dotados de unas virtudes, de las que pocos disponen, para moverse sabiendo decir las palabras adecuadas en cada momento. ¿Lo que nos pasa, en esta cooperativa y en este país, es por culpa de los magos o de quienes con el voto en la mano no sabemos qué hacer con él?