Arriba el telón: Gürtel
Se apagan las luces del patio de butacas, suena la música y se levanta el telón. El decorado es un espacio público con conocidos personajes. Algunos deambulan, otros se agrupan y dialogan. Un potente foco luminoso centra la mirada de los espectadores en dos de los actores que ocupan un rincón del escenario. Uno es el Juez Garzón y otro menos conocido ¿es Judas Iscariote?, ¿es alguien que se mueve por venganza? ¿o se trata de una persona con la conciencia recta?. Cualquiera que sea el motivo, el juez acepta su denuncia, se ocupa del caso y decide colocar micrófonos en el bolsillo de su interlocutor.
Las voces que graba el artilugio electrónico del juez se trasladan al papel impreso y ahí, en 17.000 folios, están escritas toneladas de conversaciones y declaraciones que golpean las conciencias de quienes dejan de echar las culpas a la persecución, al juez, al Fiscal General del Estado, a la policía o a las nimiedades de tres trajes, un reloj y dos bolsos, con las que se ha tratado de restar importancia a cuantiosas adjudicaciones amañadas de obras públicas con millonarios beneficios.
Las grabaciones demuestran la connivencia entre mafias, partidos necesitados de dinero (Como Filesa; como el 3% de CIU; como la tramitación ágil de PAIs pasando por caja e ingresando; como Matas en Baleares) y políticos que sucumben fácilmente ante amistades peligrosas para llenar sus bolsillos o que buscan hacer méritos entregando dinero en las arcas de su partido. En las conversaciones grabadas el jefe de la trama se vanagloria ante su “amigo confidente” de “la maleta que él ha llevado a Génova” y de que es tan listo y poderoso que hasta “sabe cómo han sacado el dinero del país y a qué paraíso fiscal lo han llevado.”
En el escenario en donde se desarrolla el vodevil, en un rincón decorado con la senyera valenciana, un Capitán Regional, que fue salvado provisionalmente por un juez bueno, decide con su Jefe Superior salvarse a toda costa; y pensando en Costa, ambos toman la decisión de que sea el Vice Presidente el chivo expiatorio que cargue con las culpas, aunque Ricardo sea su más fiel escudero, sólo esté dos años en su cargo y se haya esforzado en demostrarnos que Camps ha pagado los famosos trajes.
Pero hete aquí que el condenable no acepta el nuevo papel que le han asignado y decide plantar cara y suelta algo así como: “Yo soy inocente. Yo he hecho lo que me han dicho. Nadie me dijo, ni aquí en Valencia ni en Génova, que no me relacionara con Orange Market. Las contrataciones de obras no las hacía yo”. Y sus jefes que veían la solución del embrollo haciendo rodar su cabeza, temen que el chico no se calle, que hable más de la cuenta y que complique las cosas, deciden sin decidir -en un galimatías que nadie entiende- recitar conjuntamente los verbos “mevoy-mequedo” : “Yo me voy. Tú no te vas. Él se queda. Yo me voy si… Dime que no me voy por malo. Dime que me quedo”.
Mientras eso pasa en el escenario y María Dolores de Cospedal trata de controlar las riendas de su partido, el joven Feijoo comenta que cuando la trama se acercó a su casa, él y sus compañeros no estaban allí y Antonio Basagoite, sin retórica, sin escucharse con complacencia, sin arrogancia y sin levantar la voz, dice de forma muy clara: “Mientras en el País Vasco mucha gente humilde se juega la vida por defender unos valores en los que cree, una serie de sinvergüenzas se corrompen por cuatro regalos. Siento preocupación, pena y asco”.
Se cierra el telón y nadie sabe lo que ocurre en ese momento detrás pero suenan ecos de zaplanistas en busca de venganza, insultos de se sabe de quien contra quien y en el gentío todos echan en falta la voz del líder que dice, otra vez, aquello de “¡joder que tropa!”, mientras coloca paños calientes para no hacer una reparación a fondo que limpie la casa, arroje fuera toda la basura y siente en la mesa a militantes con las manos limpias, aunque tenga que cambiarlos a todos y deba esperar, para ganar las elecciones, hasta que veamos la casa reluciente y con olor a limpio.
En el patio de butacas, sentado en un palco preferente José María Aznar contempla los actos del vodevil, se acaricia el bigote y no quiere pensar en Correa y el Bigotes, con los que ha compartido mantel, para seguir siendo ídolo de quienes continúan pensando en su España que “fue bien” gracias a que saneó las cuentas públicas con la venta del patrimonio del Estado y no tuvo que lidiar con una Depresión. El hábil gobernante Justificó las subidas de precio de las viviendas (que han continuado con la inercia) porque, “los españoles podíamos pagar más y había más demanda”. A su lado Esperanza Aguirre crecida, porque ella supo anticiparse y ser la primera en cortar cabezas, sonríe complacida.
PD La transmisión televisiva de la función teatral ha corrido a cargo de un tal Pedro García que la trama tenía anotado en sus libros desde el 6-4-04 “Pedro quiere ser director de Canal Nou”, y los telespectadores que no se han enterado de que el Gürtel existía (porque eso eran solo patrañas de inquisidores), saben ahora que “Costa sigue como Secretario General de los populares y que en el PP hay “fortaleza y unidad” y ¡vamos a lo importante!: Mañana se va a elegir a la reina de las fiestas falleras, a Zapatero le ha costado ir a la Casa Blanca y hay una plaga de mosquitos. ¿Y de chorizos -como ha apuntado algún compañero-? ¿Dónde están los chorizos del Gürtel?. Vamos a esperar los próximos actos. La función va a ser larga.
.....se llama usted Jesus ??? Poruqe todos los que gracias al trabajo de nuestros padres hemos podido asisitir humildemente a una escuela donde nos han enseñado a leer, cuando leemos "De: Jesus", por no se que causa lo asociamos con la idea de que el que ha escrito el comentario se llama "Jesus"