Sobre el debate de la Comunitat | Opinión de Jesús Salmerón (Cs)
Tras dos intensos días de debate en Les Corts, se han podido comprobar varias cosas. La primera de ellas, es que ha quedado patente la inevitable tensión que anuncia que nos encontramos en el ecuador de la Legislatura y que se avecinan en apenas dos años nuevas elecciones, tanto autonómicas como locales en la Comunitat. Por su parte, los Partidos del arco parlamentario han intentado sacar pecho de lo que han hecho en este tiempo, lo que ha permitido desenmascarar a algún que otro Partido Político de les Corts.
La segunda de ellas, es que ha quedado más que probado que a un costado del hemiciclo hay un tripartito carente de proyecto alguno para la Comunitat, que han pasado del "rescatem persones" al "enxufem persones i deixem escapar inversions", que no se entienden entre ellos, y que son de los de mucho ruido y pocas nueces. Mientras, al otro lado de la Cámara, un PP que sigue anclado, encorsetado a su pasado, que no reconoce la corrupción que los pudre y los carcome por dentro, ni tampoco el saqueo al que sometieron la Comunidad Valenciana, sin propósito de enmienda y sin atisbo alguno de, idea, alternativa ni proyecto político, más allá que el que desde Madrid se pueda ofrecer.
Durante la intervención del M.H. President, Ximo Puig, no escuchamos ni una sola propuesta que no escucháramos el año pasado, propuestas que sigue sin cumplir, pese a haber prometido en sede parlamentaria nada más ni menos que 56 propuestas, 46 de las cuales sin cumplirse a fecha de hoy. Un insulto y una tomadura de pelo en toda regla a los valencianos que sufrimos el castigo de tener un gobierno preso de su propio mestizaje y radicalismo, que lejos de solucionar los problemas que afectan a la Comunidad, no cesa en su empeño de crear otros donde antes no había.
Los valencianos no fueron a las urnas hace dos años con el único propósito de criticar la herencia recibida y el expolio del PP a las arcas de la Comunidad. El diagnóstico es bien conocido por todos, como también que en Política se está para solucionar problemas, no para crearlos, ni aferrarse al discurso del eterno lamento, sino para gestionar, dialogar y trabajar por la sociedad a la que se representa.
Así es como se llega al hartazgo de que el tripartito excuse sus continuos incumplimientos, escudándose en la herencia recibida, escurriendo el bulto y echando toda la culpa a Madrid.
Ya les hemos visto la careta, ya pueden quitársela y sobre todo arremangarse y gestionar los recursos de los que disponen, de manera eficiente, que dejen de lado sus cuitas internas, sus luchas por el poder político y mediático y se dejen la piel por los valencianos, que dejen de imponer y pasen de una vez a proponer, gestionar y dialogar.
El sectarismo radical y excluyente que inunda la gestión del Consell ha dejado su impronta, y no hace más que debilitar, más aún si cabe, la reputación de un Consell que sufrió largos años de un gobierno vorazmente corrupto, que en lugar de gestionar se dedicó a saquear y mercadear con los recursos de los valencianos, situando a la Comunidad Valenciana en el epicentro del mapa de la corrupción.
No queremos tal deshonroso título, no nos lo merecemos los valencianos, pero tampoco queremos estar a la cola de la competitividad y de la creación de empleo, a la cola de la sanidad en España y mucho menos queremos seguir sufriendo la imposición, la radicalidad y arbitrariedad de una política educativa sectaria que divide y discrimina a valencianos y valencianas, cuyo único objetivo es adoctrinar e imponer su ideología cueste lo que cueste, obviando solucionar una de las lacras más representativas de la etapa anterior: los barracones.
Es cierto, que en 2015 se vió con buenos ojos el cambio de gobierno, no voy a ser yo quien lo critique, pero ello fue consecuencia del anhelo colectivo de querer pasar página a una de las etapas más oscuras de la Comunidad Valenciana, en la que quienes gestionaban los recursos se apropiaron de ellos sin pudor alguno, para enriquecerse a costa de nuestros bolsillos, pero como señaló la Síndica de Ciudadanos, Mari Carmen Sánchez, se ha pasado del gobierno del saqueo y la corrupción al de la improvisación, la no gestión y la creación de problemas donde no los había.
Ni quiero un gobierno de garrapatas, vividoras y sustractoras de los recursos públicos, ni quiero un gobierno de marmotas impasibles ante las necesidades de los valencianos, únicamente afanadas en fragmentar a los valencianos y de paso acaparar la atención mediática.
Ha quedado claro, tras dos años de Legislatura, que el proyecto del Consell del "RESCATEM PERSONES" no es más que una falacia, un producto vacío de contenido. Pues no ha habido cambio del modelo productivo, no se ha acabado con el enchufismo, la opacidad y la oscuridad en la contratación, no ha habido reforma educativa, siguen las listas de espera, y qué decir de la casi inexistente regeneración democrática.
Ellos mismos han condenado su discurso de limpieza, decencia y regeneración democrática que tanto pregonaban, que iba en su ADN, con una cuestión tan elemental como es la supresión de los aforamientos. Lo cierto es que ellos mismos han dinamitado sus propias proclamas votando en contra, junto a ese PP al que tanto criticaron por escudarse tras esta figura arcaica, utilizada para eludir rendir cuentas con la Justicia.
Se avecinan pues, dos años difíciles, dado que el escenario político se mueve a velocidades de vértigo, y que como hemos podido comprobar tras estos dos días de Debate del estado de la Comunidad, ha quedado escrito el guion de lo que nos deparan estos dos años restantes, ha quedado claro que seguirán siendo de proclamas vacías de ideas y llenas confrontación social e institucional.
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