La mancha de Zaplana y el principio del fin del PPCV
Ayer quedó rubricada en la Comunidad Valenciana otra de las páginas más oscuras que se han escrito a costa de todos los valencianos, aunque más que otra página, mucho me temo que va a ser este, el capítulo de la esperada caída de quien fuera la insignia del Partido Popular en la Comunidad Valenciana, de quien fuera el primogénito de los desmanes, saqueos, corruptelas y mala gestión en nuestra Comunidad.
La vergüenza y estupor que siente quien escribe estas líneas, deviene en repulsa y profunda indignación frente a quien todavía hoy, ostenta el distintivo de Molt Honorable y especialmente, frente a otro nuevo caso que añadir a la pesada mochila de corrupción de cargos del Partido Popular, ya que no se trata de los ya conocidos casos Taula, Valmor, Púnica o Gürtel, cuya sombra de duda ya planeaba sobre el señor Zaplana, sino que se trata de una nueva causa, la Operación Erial, una nueva mancha teñida de 'presuntas' mordidas, sobornos y blanqueo de capitales, que afecta a unas instituciones valencianas sobradamente castigadas por la corrupción de los Gobiernos del Partido Popular.
Disponemos pues, de una parte más de un diagnóstico demoledor, de la radiografía de una negra etapa, en la que se identifica una concreta patología, que no tiene otro nombre que Partido Popular en la Comunidad Valenciana, un partido cercado por los casos de corrupción, por las prácticas que se le imputan y por su connivencia y beneficio de las mismas, un partido que se instaló en las Instituciones para saquearlas y enriquecerse a su costa.
El hasta hoy reverenciado por muchos Expresident Zaplana, no merece honorabilidad ni distinción alguna por las instituciones ni por los valencianos, sino que merece el mayor de los desprecios y repudio a quien nada de Honorable tiene. Los desmanes, tramas y ruinas perpetradas como Terra Mítica o la Ciudad de la Luz, sello de la gestión del señor Zaplana y la del Partido Popular en la Comunidad Valenciana, tan solo han sido el preludio de la marabunta de corruptelas latentes en su gestión como representante público. Hasta el punto de que no ha habido maraña de clientelismo y opacidad suficiente para ocultar una abominable trayectoria de enriquecimiento, insultos y engaños a todos los valencianos, en forma de cobro de comisiones, cohecho y blanqueo de capitales, que precipitan su caída y la de su prole de seguidores.
La mancha de corrupción con la que vuelve a quedar señalada la Comunidad Valenciana, se extiende a lo largo y ancho de la gestión del señor Zaplana, de su séquito de secuaces y por ende, del Partido que lo encumbró y encubrió hasta la saciedad, por lo que de nada sirve a los valencianos, que el Partido Popular ahora se desmarque, ni que suspenda de militancia al primogénito de la corrupción endémica del Partido Popular en la Comunidad Valenciana. De nada sirve el perdón de un Partido Popular que trajo consigo la cuna de la corrupción a nuestra Comunidad y que tuvo a un Jefe de filas que no solo ha robado y saqueado 'presuntamente' el bolsillo de los valencianos, sino que también ha pervertido la confianza en él depositada y que se empeña en seguir manchando el nombre de la Comunitat.
La incesante fuente de corrupción, saqueos y desmanes que ha traído el Partido Popular a los valencianos, no solo es motivo de repudio sino de su disolución. No puede representar a los valencianos una formación cuyos miembros se han dedicado sistemáticamente a corromper, saquear y pervertir nuestras instituciones y el dinero de todos los valencianos en beneficio propio, ni mucho menos, cuando siguen negando la mayor y mirando hacia otro lado.
Si, bien es cierto que no habrá olvido ni perdón, ni para el Partido Popular, ni para ninguno de sus corruptos lugartenientes por el daño causado a todos los valencianos, con la detención de su máximo exponente, el señor Zaplana, este columnista vaticina que el ya conocido como el caso Erial, será el principio del fin de una oscura etapa y de un partido que se desvanece devorado por sí mismo, víctima de su propia corrupción.
Jesús Salmerón Berga.