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Diversidad, tolerancia y pluralidad

    Por Jesús Salmerón (Ciudadanos)

    Tras las elecciones de 2015, con la entrada de los autodenominadas fuerzas del cambio en las Instituciones, algunas de ellas como elefante en cacharrería, la imposición de políticas sectarias, destinadas a beneficiar únicamente a los suyos ha venido colmada de despropósitos y mala gestión, acompañada de pintorescas y arbitrarias imposiciones, así como de controvertidas medidas y decisiones en los ámbitos de celebración de determinados festivos arraigados en la propia sociedad o en un territorio.

    La situación alcanza hasta el punto de que sin ir más lejos, en la ciudad de este columnista, Valencia, concurren paradojas tales como que su alcalde, el señor Joan Ribó, menosprecie la máxima expresión de la fiesta grande de Valencia, los monumentos falleros, valorándolas como grotescas, mientras que sin embargo es el responsable último del esperpento que tuvo por espectáculo la cabalgata de Reyes de las tres reinas magas republicanas en 2016.

    Ciertamente, toda manifestación de diversidad, tolerancia y pluralidad ha sido, es y será siempre aplaudida y defendida, de cualquier sitio que venga, por quien les escribe, un incansable activista y acérrimo defensor de los derechos LGTBI. En estos últimos días, se ha anunciado que la celebración la cabalgata de Reyes en el barrio de Vallecas contará con una carroza por la expresión de la diversidad y la normalización de los derechos de las personas LGTBI.

    Se trata pues de una decisión que, independientemente de la polémica surgida por la indumentaria o temática más o menos adecuada al público infantil, si por un lado reivindica la inclusión y la diversidad familiar existente, por otro, debe ir necesariamente acompañada de la implementación de políticas que promuevan y posibiliten la realidad de la diversidad y plural de las familias. Puesto que lo contrario no es otra cosa que frivolizar con las conquistas, derechos y avances que quedan por recorrer de un colectivo que durante tantas generaciones ha luchado y sufrido incansablemente, hasta el punto de tener el valor necesario para enfrentarse y desafiar a toda suerte de imposiciones, estereotipos y estigmas, saliendo precisamente a la calle hace hoy ya más de 40 años, para proclamar la libertad, igualdad e identidad de cada persona y su derecho a expresar su propia realidad.

    Desde aquella histórica salida de la clandestinidad al orgullo, que supuso la primera manifestación en Las Ramblas de Barcelona aquel 26 de junio de 1.977, las movilizaciones por los derechos y visibilización de las personas LGTBI se han ido sucediendo junto con los cambios del paradigma social y con necesarias aunque insuficientes medidas legislativas de lucha contra la discriminación y reconocimiento de la igualdad, diversidad, identidad y orientación de género de cada individuo.

    Es por ello que la realidad que se exterioriza al mundo en cada manifestación del Orgullo LGTBI es la de celebrar, conmemorar, proclamar y reivindicar los derechos, conquistas, reconocimiento y visibilización de la realidad LGTBI logrados hasta el momento, pero también la necesidad de seguir avanzando en la lucha contra la lacra que todavía supone la LGTBIfobia, en la promoción de la igualdad real, la deconstrucción de estereotipos de género, la consolidación de la percepción social, los necesarios avances legislativos en el reconocimiento de los derechos de las personas Trans, como es la aprobación de la futura Ley Trans a nivel estatal o la implementación de la recién aprobada en la Comunidad Valenciana - por todos los grupos políticos salvo el Partido Popular - Ley Integral de Reconocimiento del Derecho a la Identidad y Expresión de Género, o la aprobación de un marco normativo que visibilice y apueste de forma efectiva por la realidad diversa y plural de las familias LGTBI, así como por su igualdad real en derechos y oportunidades, como es la Proposición de Ley presentada por Ciudadanos, que regula la gestación subrogada con carácter altruista y garantista en España.

    Cabe pues, a juicio de este columnista, reflexionar acerca del reduccionismo que supone representar el movimiento, lucha, conquista y reconocimiento de los derechos LGTBI, únicamente desde un desfile o una carroza en un ámbito festivo de celebración, puesto que el compromiso y movilización LGTBI comprende, sin duda alguna, cualquier expresión que conmemore, visibilice y reivindique en cualquier acontecimiento festivo los derechos de las personas LGTBI, sí, pero es mucho más que eso.

    Hasta el punto de ser un movimiento que dejó de esconderse saliendo precisamente a la calle, superando el miedo a una brutal represión así como la crudeza y consecuencias de la discriminación sufrida históricamente, para proclamar la dignidad, diversidad e igualdad en derechos y libertades de todas las personas y hacer frente a cualquier forma de discriminación, violencia, agresión o trato degradante hacia cualquier persona por su orientación o identidad de género.

    Son éstos pues, los fines que deben marcar la hoja de ruta de las políticas de igualdad que deben implementar de forma transversal los distintos poderes públicos, a través de medidas que promuevan la concienciación, sensibilización, inclusión y diversidad así como las medidas de apoyo y erradicación de cualquier conducta discriminatoria, especialmente hacia aquellas personas y colectivos más vulnerables.

    Por lo que quienes únicamente se acuerdan del colectivo LGTBI en acontecimientos festivos, desfiles o jornadas de celebración, banalizan la realidad LGTBI y olvidan que se trata de un movimiento cívico, plural y diverso. La mejor manera de que los derechos y avances de las personas LGTBI vayan sobre ruedas es, más que en una cabalgata de la noche de Reyes, visibilizando su realidad de forma transversal, desde todos los ámbitos, implementando políticas de igualdad que apuesten decididamente por la igualdad real en derechos y libertades de las personas LGTBI, desterrando cualquier forma de estigmatización y LTBIfobia.

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