Burriana está "tocada2 pero no "hundida"

Como suelen decir los historiadores, es importante conocer el pasado para comprender el presente e imaginar el futuro, lo que puede ser muy aplicable a la política local de nuestra ciudad.

Sin remitirnos más allá de los últimos 25 años, creo que no miento al decir que Burriana se adentró en el siglo XXI con un sinfín de proyectos  que prometían  cambiarla de arriba a abajo, aprovechando la boyante coyuntura económica del país, pero pronto chocó con la realidad, ya que nuestros gobiernos de entonces no supieron aplicar las medidas valientes que se necesitaban para propiciar el cambio deseado.

Más aún, la prepotencia, arrogancia  y el abuso de poder practicado, desembocó en una parálisis absoluta al llegar la crisis económica de 2007, al coincidir ta la vez con la nefasta operación de la Papelera, en la que dos o tres listillos condenaron a Burrriana a pagar unos 12 MM€ por unos terrenos que ni entonces ni ahora valen casi nada. Los gobiernos posteriores pocas inversiones pudieron realizar con una deuda indecente e inasumible del 50% del presupuesto municipal de esos años, limitándose a la gestión del día a día en las siguientes dos legislaturas.

Con la entrada de un nuevo gobierno en 2015, la situación económica empezó a cambiar, aunque tampoco sus miembros fueron valientes para imaginar ese camino hacia el futuro que muchos deseábamos, a pesar de intentos desde la misma política aunque no desde el mismo partido, como el Plan Estratégico de Turismo de 2017, o desde la propia ciudadanía, como el documento del Foro 2030 en plena pandemia, que quedaron pronto en el olvido ante la pasividad, acomodo  y falta de empuje de quien dirigía y sigue dirigiendo hasta ahora nuestro Ayuntamiento.

Muchos proyectos  se han ido quedando en el tintero en estos años, lo que provoca que Burriana sea actualmente una ciudad aletargada, con bastantes carencias de infraestructuras, servicios inadecuados o falta de limpieza, alumbrado y seguridad en nuestras calles o plazas.

Burriana es, quizás, demasiado introvertida, tanto que muchos siguen creyendo que vivimos en el mejor de los mundos, cuando muchas ciudades de nuestro entorno van mejorando año tras año y aquí todo sigue igual, como en la célebre canción. Nada más hay que desplazarse unos cuantos kilómetros y comparar nuestra zona marítima o nuestro centro con el de otras ciudades similares para darse cuenta enseguida de nuestros evidentes retrasos.

Pero tenemos la obligación de ser optimistas y aunque Burriana está “tocada”, no está para nada “hundida”, ya que presenta un futuro prometedor en donde casi todo está por desarrollarse todavía, como en la mejora de nuestro centro de la ciudad y barrios periféricos, o de nuestra fachada marítima, donde nos deberíamos de implicar en los próximos años de la mano de nuestros políticos y con la colaboración de todos los sectores sociales y económicos de la ciudad.

Tenemos por delante proyectos muy importantes para que Burriana sea una ciudad amable para sus vecinos y sus visitantes, como la rehabilitación del centro urbano, la apertura de museos como el de Naranja, Cardenal Tarancón, del Toro o una más adecuada ubicación del Museo Fallero, con una mejora de infraestructuras, así como de los servicios y dotaciones necesarias por nuestro tamaño y relevancia, tanto para los niños y jóvenes como para las personas adultas y mayores.

Pero también tenemos proyectos muy importantes en nuestra zona marítima, como la urbanización de nuestro Arenal, que debemos acometer sin pausa, ya sería hora después de 50 años, la solución a las viviendas de la Marjalería para solucionar los problemas de legalidad  de las viviendas, la regeneración de la costa, las obras necesarias para evitar las periódicas inundaciones que sufrimos o la mejora de la Malvarrosa, el Grao o el Paraje del Clot.

Sobre el proyecto de Sant Gregori, después de la bomba que ha caído sobre él hace unos días anulando los tribunales el acuerdo transaccional por el que se rehabilitaba al agente urbanizador, los augurios no pueden ser nada satisfactorios, por cuanto el cansancio de muchos propietarios y de toda la ciudad después de casi 23 años es tan evidente que pocos pueden esperar que se vuelva a comenzar desde el principio con un nuevo Programa  por gestión privada o por gestión directa municipal, cuando el ahora revocado se presentó en 2001.

Tampoco ahora podemos calcular  las consecuencias que tendrá en nuestras arcas municipales este final abrupto del proyecto, ya que es fácil esperar peticiones de indemnizaciones millonarias tanto desde la empresa como de los mismos propietarios perjudicados, que pueden dejar en un juego de niños el pasado estropicio de la Papelera.

Nunca se debería haber llegado a esta situación en un proyecto tan importante para la ciudad, que todos los partidos en el consistorio lo apoyaban, aunque no coincidían en los medios para llevarlo a cabo, pero eso tenía que haber sido salvable.

Nunca la alcaldesa y su equipo, por acción o por omisión, debería de haber dejado que se creara una administración paralela en donde solo valían los informes externos cuando los de los técnicos municipales decían lo contrario, lo que propició un caldo de cultivo para que muchos propietarios instaran cerca de 500 contenciosos en contra del Ayuntamiento y varias querellas, incluso en una de ellas siguen imputados la alcaldesa y el concejal de urbanismo.

Pero, a pesar de todo, hay que tener esperanza en que las desdichas alguna vez terminarán y podremos imaginar el futuro boyante que muchos ciudadanos esperamos desde hace mucho tiempo. Siempre Burriana ha renacido de sus dificultades y seguro que volverá a hacerlo.

Las  elecciones del próximo domingo, con el gobierno que los ciudadanos libremente elijan, deben suponer, sin falsas ilusiones, un cambio importante y definitivo hacia un camino para el progreso de nuestra ciudad, la que queremos y la que merecemos.

Como dijo Víctor Hugo, “el futuro tiene muchos nombres, para los débiles es lo inalcanzable, para los temerosos lo desconocido y para los valientes la oportunidad”.

A quien corresponda mucho ánimo en el empeño.