Los toros y el derecho a divertirse
“La patética y operística corrida de toros, último remanente de una era bárbara y pasada, todavía deshonra a nuestra civilización.”
Desmond Morris, zoólogo y etnólogo inglés.
Las personas tienen derecho a divertirse. Por eso, los poderes públicos tienen el deber de promover y tutelar el acceso a la cultura de toda la ciudadanía, por mandato expreso del art. 44 de la CE. Pero sin olvidar qué ningún derecho puede ser ilimitado.
Para saber la pasión que en España hay por el futbol, la música o los toros, solo hay que mirar el dinero que se gastan en España los aficionados en futbol, música y toros. El futbol y la música son fábricas de producir millones, para sus organizadores. Sin embargo, las corridas de toros, hoy son un negocio ruinoso que necesita de subvenciones para poder mantenerse. El número de personas que se gastan dinero por asistir al campo, o ver por televisión un partido de futbol es indicativo de la gran pasión por el futbol. Lo mismo se puede decir de la música. Mientras los que se gastan dinero para ver corridas de toros en la plaza o televisión, hoy son una minoría, según dicen los mismos empresarios taurinos. Ello quiere decir que la pasión por la tradicional cultura de los toros, hoy es minoritaria, y no es representativa de los españoles.
El caso de els bous al carrer, es muy diferente a las corridas de toro. En mi opinión, las personas que se lo pasan bien en els bous al carrer, si se encontraran de paso en una población que hicieran bous al carrer, donde no conocieran a nadie, la mayoría no irían. Y, de los que irían, la mayoría se aburriría. Solo una minoría de apasionados de los toros, se lo pasaría bien. Trataré de exponer mis razones. En mi opinión, la satisfacción por participar en un acto social, puede tener un doble motivo, o uno solo. Veamos ejemplos. Si vas al baile con tus amigos, y te encuentras con personas conocidas que estimas, y encima la música te gusta, estarás contento por un doble motivo: por la música y la convivencia con amistades. Pero si no conoces a nadie, la música tendrá que gustarte mucho para aguantar mucho rato. Una boda en la que solo conoces a los novios, resulta aburrida, pero si te encuentras con familiares y amigos, que apenas ves, la vives con gran satisfacción. Opino que, salvo en aquellos actos, por los que uno siente pasión, lo que nos arrastra a los actos sociales, y nos hace felices, son las personas con las que nos vamos a encontrar y convivir durante el acto. Un apasionado a la música, al futbol, o los toros, será capaz de ir solo a ver una actuación a un gran recinto donde no conozca a nadie. El mismo espectáculo será suficiente para pasárselo bien. Pero sin pasión, no irá a los espectáculos donde no conoce a nadie.
El éxito social de las fallas, moros i cristians, procesiones de semana santa, y els bous al carrer, radica en tener una base organizativa fuerte, gracias a que se nutre de espacios territoriales reducidos donde la mayoría se conoce. Además, sus actos se celebran en espacios abiertos, donde caben todas las personas que quieran ir. Eso es lo que garantiza un éxito de participación. Es así, porque las personas nos encontramos más cómodas en aquellos actos sociales que compartimos con un número mayor de conocidos, familiares y amigos. En eso reside el éxito de las fiestas y manifestaciones culturales: en que se celebran en espacios abiertos, que el número de participantes es ilimitado, y la asistencia gratuita.
Así las cosas, mientras desde los poderes públicos no se ofrezcan alternativas, a “els bous al carrer”, que sirvan de encuentro y diversión, estos se seguirán celebrando con gran éxito de público. Esas alternativas deberán ofrecer una partición ilimitada y gratuita como en els bous. Además, cualquier fiesta alternativa, no tendrá fácil su implantación, porque cambiar de hábitos es un proceso costoso para la mayoría de personas.
El éxito de participación de la feria de abril de Sevilla, y de tantas otras ciudades andaluzas que celebran fiestas con los mismos criterios, radica que la fiesta se convierte en punto de encuentro de conocidos, amigos y familiares, sin limitación alguna. Como en las fallas y Moros y Cristians caben todas las personas que quieran ir. El bous al carrer se mantienen vivos, porque se celebran en espacios abiertos, con asistencia gratuita e ilimitada. Mientras las corridas de toro mueren porque se celebra en espacios de asistencia limitada y pagando.
Si nos fijamos en las fiestas les Fogueres d’Alacant, Gaiates de Castelló y Falles de València, podemos ver que si se deja un espacio público abierto para la diversión la ciudadanía lo ocupa. Acuden a divertirse en grupos asociados por afinidad. Los colectivos locales son muchos, y muy variados Pensemos en cualquier ciudad media del litoral valenciano, y veremos la cantidad de colectivos asociados que pueden haber, entre comisiones de fallas, asociaciones de vecinos, jubilados juventud, culturales, deportivas, religiosas, musicales, sindicales, empresariales, ONG etc. En ellas, se encuentran representados todos los sectores de la ciudad. Si a esas asociaciones, durante el periodo de fiestas los Ayuntamientos les facilitaran una estructura de casetas donde recibir a los asociados, amigos y conocidos, ese espacio se convertiría el lugar de encuentro para la mayoría de la ciudadanía. Así ocurre en las ciudades que se les facilita, casetas y espacio. Durante las fiestas cada colectivo acude a su caseta. Allí reciben la visita de amigos, familiares y conocidos Esos encuentros resultan satisfactorios, porque cada persona se encuentra con los que comparte algo común, como puede ser las fallas, la cultura, la solidaridad, el deporte u otra actividad o pasión. O simplemente porque te encuentras con amigos y conocidos que no ves a menudo. La integración de las asociaciones civiles en las fiestas, conlleva garantía de participación masiva. Si se crea un espacio amplio de participación, cabe que al mismo momento confluyen dentro de recinto de fiesta, actuaciones de teatro, de un canta autor, de baile con una orquesta, u otro tipo de actuaciones que no monopolice la fiesta. Dando así, satisfacción al máximo de gustos. Con el dinero de los toros se puede pagar, todo ello.
Está claro, que la ciudadanía seguirá divergiéndose. Y mientras no se le ofrezca, alternativa de diversión que cumpla la amplitud y gratuidad que ofrecen els bous al carrer, seguirá acudiendo als bous al carrer. La administración tiene el reto de seguir reforzando els bous al carrer, que se trata de una práctica de tiempos pasados, o proponer alternativas de diversión propias de los tiempos que vivimos donde la violencia y la tortura no deben tener cabida.