La Panderola
Desde el año 1888, hasta 1963. funcionó entre Onda, Villareal, Castellón, Grao de Castellón, Almazora, Borriana y puerto de Borriana, la línea de ferrocarril conocida como “La Panderola”, por el color de su máquina de vapor, que su combustible era el carbón, y a lo lento e irregular de su marcha. Su paso por Borriana es uno de los primeros acontecimientos impactantes que recuerdo de mi infancia. Pasaba a solo 40 metros de mi casa, en la Calle San Andrés. Podéis imaginar, a principio de los 50, lo que significaba para un niño de 2 o 5 años ver pasar un tren, en un barrio en el que solo circulaban bicicletas y carros, porque no había coches, ni siquiera motos. Recuerdo que dejó de pasar en 1956, y volvió a pasar en 1961 hasta el 31 de agosto de 1963,
El paso de la Panderola, para los niños de mi barrio, era todo un acontecimiento que rompía la monotonía diaria de ver siempre lo mismo. El mismo ferrocarril se convirtió en un medio de juego para los niños del barrio. Será difícil encontrar un niño de mi barrio, que en esa época no pusiera alguna vez, una moneda sobre la vía, para que el tren la aplastara. El poste de telégrafos del ferrocarril que había en la esquina de la calle San Andrés, soltaba descargas eléctricas, si lo tocabas. Los niños descubrimos que si lo tocabas mientras sujetabas alguna persona, la descarga eléctrica, la recibía la persona que tocabas Así que cada vez que se acercaba un niño que no lo sabía, lo cogías de la mano, tocabas el poste, y todos a reírse. La corriente debía ser de baja tensión, porque vi acojonarse a más de uno, del susto, pero nadie tuvo que ir al médico. Juanillo (Juan Parra DEP), hizo un carro de madera, con cuatro ruedas, con rodillos, acoplados a la vía, con pedales como una bicicleta. Lo colocábamos sobre la vía, subíamos 3 o 4, y a pedalear. Cuando durante el paseo por la vía, nos encontrábamos al tren de cara, como no llevábamos frenos, nos costaba frenar y sacar el carro de la vía. Nuestra suerte era que el tren llevaba poca velocidad.
Todavía deben quedar muchas personas vivas que puedan contar alguna anécdota vivida en La Panderola, propia de una de las películas de los hermanos Marx. Yo recuerdo en pleno verano, en la estación del Puerto, estar el tren lleno, por el personal que regresaba de la playa, no tener fuerza el tren para arrancar y pedir el revisor que bajaran algunas personas y empujaran. Los más jóvenes bajaban a empujar, y una vez el tren conseguía arrancar, de un salto todos para arriba. Las personas mayores recordaran que, entonces, los trenes solo iban hacia delante, no como ahora que van adelante y atrás. Así que en las estaciones había una plataforma que giraban a las maquinas según la dirección que tenía que ir. El caso es que La Estacioneta de La Panderola de Borriana, estaba a la parte norte de la vía, que era ya toda zona urbana. Pero en el lado sur de la vía, era campo de naranjos. En esos naranjos nos escondíamos los niños y cuando el tren iba a arrancar, salíamos desenganchábamos el ultimo vagón y cuando los viajeros venían que el tren avanzaba y ellos se quedaban, veías como los que estaban agiles salían corriendo, detrás del tren y lo alcanzaban, a unos 100 o 150 metros y subían. Las personas viejas, tenían que esperar el próximo viaje, porque el tren ni paraba ni regresaba. Mientras tanto los niños a correr, para que no nos pillaran.
Muy cerca de la Estacioneta de la Panderola, vivía un chico, que yo y mi pandilla no conocíamos, porque había estado unos años ingresado en un reformatorio para jóvenes, de Valencia, por unas trastadas que había hecho. Era conocido como “Xufo” (DEP). En el año 61, apareció por el barrio. Él tenía unos 14 años y nosotros unos 10. En esos días no se llevaba bien con la familia, por lo que comía lo que encontraba en el campo, y creo que también dormía alguna noche, para no ir a casa. La vía de La Panderola, antes de llegar a la Estacioneta de Borriana, tenía una recta de unos mil metros. A la mitad de esa recta, el “Xufo”, tenía construido sobre la copa de un nisperero una cabaña, a solo a unos 25 metros de la vía. Nos llevó a la pandilla y nos la enseñó. El nisperero sobrepasaba unos cuatro metros los naranjos. Así que desde arriba de la cabaña se veía la llegada del tren desde varios kilómetros antes. Para nuestra pandilla tener, como Tarzán, una cabaña en la copa de un árbol, era emocionante. Un día colocamos, en medio de la vía cañas y paja seca. Nos subimos a la cabaña y cuando vimos que el tren venía a Borriana, desde Villareal, el “Xufo”, bajó de la cabaña y prendió fuego a las cañas y paja. Como el tren vio el fuego a unos 500 metros de distancia, tuvo tiempo de parar, gracias a la poca velocidad del tren. Bajaron del tren varias personas e hicieron una batida por los alrededores para encontrarnos. Nosotros no perdíamos detalle, desde la cabaña, que solo se veía si se mirada desde bajo el árbol. Pasaron muy cerca, pero no se les ocurrió mirar hacia arriba del árbol. Nos asustamos, y yo no recuerdo que volviéramos jamás.