Somos más ricos culturalmente hablando... gracias a la inmigración

Sí, somos más ricos que hace unas décadas. Y lo somos gracias a la inmigración que hemos recibido en nuestro país. Somos más ricos culturalmente hablando y en cuanto a tolerancia, empatía, solidaridad y respeto intercultural también hemos crecido mucho. Y me alegro.

Me alegra saber, que a pesar de los brotes racistas que existen, a pesar de los recortes en las políticas educativas y sociales, a pesar de todo ello, los hijos de los que vinieron a buscarse la vida, a labrarse un futuro, a tener unas condiciones económicas dignas, se sienten satisfechos e integrados en nuestra sociedad y son muy pocos los que en algún momento se han sentido rechazados, solo un 5%, cifra similar a la de los nativos que también se sienten discriminados.

Esto es al menos, lo que refleja el documento publicado el otro día por la Obra Social de “La Caixa” sobre una investigación en la que se mide el nivel de integración de la segunda generación de inmigrantes. En él se comparan los datos obtenidos por los hijos de los inmigrantes con los de los hijos de los españoles y en todos los factores trabajados se pueden observar unos resultados muy similares entre ambos grupos.

Sin embargo, algunos factores, como el porcentaje de alumnado que abandona sus estudios, alrededor de un 15 % tanto para inmigrantes como para nativos, (aunque la cifra va descendiendo debido a que la crisis hace que muchos de los que dejaron los estudios prematuramente vuelvan a ellos), siguen siendo preocupantes. Y en cuanto al rendimiento académico se constata, al igual que en los informes PISA, que los hijos de los inmigrantes tienen notas inferiores a las de los hijos de los españoles. También se observa una clara diferencia en cuanto al acceso a los estudios universitarios, ya que entre los hijos de los inmigrantes solo llegan a la Universidad un 4,7% frente al casi 30% de los hijos de españoles.

Queda patente pues que aún queda mucho por hacer, así como la importancia de la escuela en el proceso de integración y aceptación, en el proceso de creación de una ciudadanía en un espectro amplio, en el que se puedan incluir aspectos como la participación, el sentido crítico, la interculturalidad, y que pueda reconocer diferentes tradiciones culturales y ponerlas en valor. Esta tarea es difícil, por lo que en ella han de contribuir también para su logro las diferentes organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales, estando presente esta formación en el ámbito no formal e informal de la educación.

Pero para ello, es fundamental que se lleven a cabo políticas que tengan en cuenta estos aspectos y que inviertan recursos para favorecer esa verdadera igualdad de oportunidades y la efectiva integración.

Esa integración, que en definitiva nos hace enriquecernos a todas y todos, nos hace ser mejores, nos hace crecer como pueblo.