Parece increíble, pero…
Parece increíble que en pleno siglo XXI, en plena era digital, en la que tenemos la sensación de que toda la información está a nuestro alcance, los y las adolescentes tengan dificultades para obtener información válida y rigurosa sobre el sexo, pero así es, y esa falta de formación sexual les lleva a navegar por los espacios del porno, donde reciben clases directas, crudas, sin filtro ni mensaje aclaratorio, sobre lo que están viendo, y aprenden a violar a las mujeres, entendiendo que somos objetos sexuales a los que se puede penetrar sin ningún escrúpulo y sin que sea necesario el consentimiento para ello.
Parece increíble (pero ahí están los resultados) que en el 2018, con todo el mundo conectado a esa inconmensurable red, donde encontramos toda la información envuelta en mucha desinformación, no se trabaje para enseñar a la población dónde encontrar noticias veraces y críticas, que nos alejen de la tentación de dar nuestro voto a partidos de extrema derecha, que se publicitan con mensajes manipulados, racistas, machistas y homófobos, como acaba de pasar en Andalucía.
Parece increíble que en este siglo y con todas esas tecnologías, nuestros y nuestras adolescentes no sepan cuantos agujeros tiene una mujer, o como darse placer sin tener que llegar a la penetración, siendo verdaderos analfabetos sexuales, lo que les lleva a tener graves frustraciones y desequilibrios funcionales, sexual y psicológicamente hablando.
Parece increíble que sigamos teniendo en nuestro país esa disfunción mental, arrastrada desde el franquismo, o tal vez del más allá, que impide a algunas personas entender lo que es la derecha y lo que es la izquierda, lo que es memoria y lo que es desmemoria, lo que es avance y lo que es retroceso, lo que es machismo y lo que es feminismo, llevándoles a tener graves problemas de comprensión oral y escrita, y una grave falta de empatía hacia las personas que les rodean.
Y parecerá increíble, pero estas disfunciones del entendimiento, vienen dadas por un mismo mal: neoliberalismo patriarcal, se llama.
Ese feroz neoliberalismo que nos enseña a consumir, a ser egoístas e individualistas, a no mirar a y por nuestro entorno, a ver pornografía y comprar sexo, a no entender en qué lugar del cosmos político nos encontramos, haciéndonos pensar que somos semidioses cuando nunca hemos dejado de ser pueblo y seguimos sometidos a sus arbitrios. Ese neoliberalismo patriarcal al que le molesta que las mujeres defendamos nuestros derechos, porque sabe que somos fuertes y que no vamos a retroceder, y eso les preocupa, pues el feminismo ha venido para quedarse y presentar batalla a todos esos que insultan, denigran, violan e, incluso matan, a las mujeres y sus derechos.
Creo recordar que a principios de curso, en Navarra se implementaron clases de educación sexual y las AMPAs pusieron el grito en el cielo "¡Cómo van a darles educación sexual a niños y niñas de tres, cuatro y cinco años! Escandaloso" decían. Como si la educación sexual tratase de posturas eróticas o manipulación digital entre menores. La educación sexual sigue siendo tabú, el gran secreto que se descubre solo y te apañas como puedes, como si nadie sintiese necesidad sexual por el placer que ello produce. Eso podía hacerse cuando no había revistas porno ni Internet. Descubríamos nuestra sexualidad más o menos experimentando. Pero ahora, con la Sociedad de la Información y el acceso libre a ella, los jóvenes y las jóvenes solventan sus dudas consultando con Google... y aprenden con no sabemos quién, ni de qué manera ni de qué imágenes. Padres, Madres, despertad... es necesaria la educación sexual, sobre todo para que nuestros/as hijos/as no se eduquen sexualmente con esas bazofias