Los muros que nos rodean
Esta semana se celebraba el aniversario de la caída del muro de Berlín. Un vergonzante muro construido la noche del 12 de agosto de 1961, con una alambrada provisional de 155 km, separando las dos partes de Berlín. A la mañana siguiente comenzó la construcción del muro, que cada vez se iba ampliando más para evitar los intentos de escapada, quedando convertido en una pared de hormigón de casi cuatro metros de altura, rodeado por una alambrada y diversos sistemas de alarma y seguridad. En los años que estuvo en pie, más de 5.000 personas trataron de cruzar al otro lado, siendo más de 3.000 las detenidas y casi 100 las que perdieron la vida en el intento. El 9 de noviembre de 1989 el gobierno de la República Democrática Alemana permitió el paso al oeste con lo que miles de familias que habían estado separadas durante 28 años, pudieron reencontrarse.
Pero quedan muchos otros muros a nuestro alrededor, algunos visibles y otros imaginarios, aunque tanto los construidos con las manos, como los construidos con el pensamiento, nos impiden ver la realidad de la otra parte, nos impiden avanzar como personas y como sociedad.
De los muros construidos con las manos tenemos las fronteras de nuestro país con vallas con concertinas (esos pinchos lacerantes que tienen en lo alto) con los que se pretende evitar el éxodo de nuestros vecinos del sur... Funesto y doloroso muro, que nos separa y aleja de ellos... También tenemos otras tapias de la misma calaña dentro de nuestras ciudades, los Centros de Internamiento de Extranjeros o CIEs, que sirven para mantener encerradas a las que de una u otra manera han conseguido salvar los primeros, sin haber cometido ningún delito más que el de ser ciudadanas del mundo y no entender de fronteras... Tristes y trágicas paredes que contienen personas...
Algunas murallas son solo imaginarias, pero están coronadas por estiletes lacerantes también, y crecen como la espuma, sin darnos cuenta, pero irremediablemente. Me estoy refiriendo a las banderas, los credos, los posicionamientos políticos, los fanatismos deportivos... todo aquello que nos hace enrocarnos y odiar lo diferente, odiar a las personas que no piensan como nosotras... Lamentables muros que, aunque no se vean, duelen tanto o más que los físicos, y se alimentan de las verdades amañadas y mentiras maquilladas que podemos encontrarnos en los medios de comunicación, las redes sociales y los cotilleos sin argumentación.
Sería necesario hacer una buena reflexión ante lo que estamos viendo y oyendo durante los últimos tiempos y valorar si esas personas hacia las que destilamos nuestros miedos y construimos esos tristes muros, merecen esa actitud o, si por el contrario, somos capaces de ir un paso más allá y ver cuánto hay de manipulación interesada por parte de otros para dividir a la ciudadanía y que no hablemos de otras cuestiones que nos afectan directamente y de las que nadie habla...