Eutanasia y el derecho a decidir
La pasada semana tuve que acudir al funeral del padre de una gran amiga. El hombre, de avanzada edad, pasó los últimos años de su vida acompañado por esa terrible enfermedad llamada Alzheimer y que le fue anulando como persona poco a poco, pero inexorablemente, hasta convertirlo en la sombra de lo que fue... Sin embargo, al dar el pésame a uno de sus hijos, su respuesta me dejó bastante desconcertada, pues aunque es algo que se suele pensar cuando fallece una persona mayor y en unas condiciones tan difíciles, no se suele verbalizar así, ya que me dijo que era uno de los días más alegres de los últimos años, pues su padre había dejado de sufrir.
Esto me llevó a pensar en un tema delicado que hemos hablado en casa innumerables veces, y es el derecho a decidir la propia muerte.
Cuando estamos inmersos en un debate interminable sobre el derecho a la autodeterminación de Cataluña, a mi me queda más que claro que solo disponemos de una ficticia sensación de ser dueños de nuestras acciones, por el hecho de vivir en un Estado, presumiblemente, democrático.
Si de verdad viviéramos en una democracia, los catalanes hace mucho tiempo habrían participado en un referéndum para su autodeterminación, y ahora no estaríamos pasando por esta situación de crisis, convenientemente acrecentada y tergiversada, para que no se hable de otras cosas que también ocurren en nuestro país y de las que no interesa tanto entablar debate, como que el partido en el gobierno tiene una caterva de imputados por cuestiones de corrupción y financiación ilegal de su partido que obligarían, en cualquier otro lugar de Europa claro está, a que el señor presidente dimitiera "ipso facto".
También podríamos decidir, porque se nos habría vuelto a preguntar, si queremos una monarquía o una república, o si queremos ser un Estado aconfesional o un Estado laico, o si preferimos hablar de un Estado Federal porque esto de las Autonomías se nos ha quedado pequeño... en fin, una serie de cuestiones importantes sobre nuestro país, que lo convertirían en uno un poco menos anclado en su pasado, ya que seguimos reproduciendo los cánones que nos marcan cuarenta años de dictadura.
Y, por supuesto, se nos permitiría opinar sobre nuestra propia muerte, debate íntimo y muy particular, que debería estar más que superado en nuestra sociedad.
Y es que tenemos una serie de derechos y libertades (de los que habría mucho que hablar, y más viendo las últimas actuaciones de la policía en Cataluña) pero, sin embargo, no tenemos derecho a elegir cómo y cuándo queremos morir de una manera digna.
La muerte es un tema tabú en nuestra sociedad, pero este debate debería estar encima de la mesa y trabajarse convenientemente, pues las personas, al igual que tenemos alguna opción a decidir cómo y dónde vivir, deberíamos poder elegir las condiciones y el momento de nuestra muerte, sin que esto supusiera ningún trauma para nadie, ni un delito para quién quiere ayudar a otra persona a que esto suceda. Pero, en esta España, en la que en estos momentos es difícil expresarse libremente, resulta delicado pedir que se considere el debate de la eutanasia...