Adiós LOMCE, adiós
El Gobierno de Pedro Sánchez anunció esta semana las medidas que acabarán con esa LOMCE que hemos rechazado desde su nacimiento, por sus formas y por sus hechos. Ley Educativa que no aportaba nada a la Educación (y mucho menos calidad) y que, sin embargo, eliminaba de un plumazo la participación democrática, incluía itinerarios sin salida para el alumnado y reválidas que solo pretendían clasificar a los centros, colocaba la religión en las aulas como materia evaluable y primaba los conciertos de escuelas, incluso a las que segregan a su alumnado por sexo.
También se han puesto encima de la mesa un par de novedades para mejorar la educación en nuestro país:
- Por un lado, se ha planteado la evaluación del profesorado, algo que considero muy importante, puesto que es preciso hacer una buena evaluación de cualquier programa que se aplica, para poder ver dónde están los errores y corregirlos para mejorarlo, y maestros y profesores forman parte del “programa educativo”, por lo que no deben quedar exentos de esa evaluación formativa, que ayude a poner el foco en las verdaderas necesidades existentes en nuestras escuelas.
- El otro planteamiento es el de ofrecer al alumnado medidas educativas previas a la repetición de curso, para intentar evitar esas repeticiones que suponen un verdadero lastre (en España tenemos la mayor tasa de alumnado repetidor de la OCDE) y que se ha demostrado que es una medida totalmente ineficaz, que supone un enorme gasto, y que no ayuda a que chicos y chicas mejoren los resultados, sino que contribuye al abandono temprano del sistema. Para quienes excepcionalmente tengan que repetir curso, se propone un plan individualizado para evitar la desmotivación de seguir con los mismos contenidos.
Y sin embargo, a pesar del avance, no es suficiente. Sigue sin ser suficiente…
Los datos están ahí y no son buenos. Tenemos unas altas cifras de fracaso escolar (aunque no son los escolares quienes fracasan, evidentemente) y abandono temprano, y seguimos sin abordar el problema de una manera valiente. Nuestro sistema educativo hace aguas y hay que revisar toda la estructura comenzando en Primaria, que es donde se detectan las primeras filtraciones y no poniendo parches en Secundaria, o, lo que es peor, buscando salvavidas para el alumnado que ya ha abandonado el barco sin, siquiera, haber conseguido el graduado.
¿Quién le pondrá el cascabel al gato? ¿Quién será capaz, en este país en el que se ha dañado tanto y con tanta enjundia la imagen de la educación, de hablar de una vez por todas de ella sin querer poner su sello partidista en el programa? ¿Cómo vamos a conseguir ese pacto por la educación, que ofrezca una estabilidad legislativa, si hay un amplio sector político que solo ve la educación como un arma arrojadiza? ¿Cómo vamos a avanzar en este tema de vital importancia para el desarrollo de un país, cuando ese mismo sector del que hablaba antes solo lo mira con ojos economicistas? Y lo que es peor, con visión segregadora… ¿Quién va a poner el foco en lo verdaderamente importante, que es el alumnado, y va a hacer el acompañamiento que necesita durante toda su trayectoria educativa?
Muchas preguntas sin respuesta, muchos frentes abiertos, muchos intereses mezclados que hacen que la solución no sea sencilla, pero que deberemos buscar para poder alcanzar esa educación pública, democrática, laica e integradora que deseamos.
Una vez más, una nueva ley educativa. La definitiva? seguro que no. Como bien dices, querida amiga, las leyes educativas en nuestro país tienen tintes economicistas y están muy politizadas, por lo que si cambia la bandera política en el gobierno, volverá a cambiar la ley educativa. Otra vez. No tengo nada en contra de la religión, y cada cual puede elegir la que quiera para sí mism@ y para sus hij@s, pero el tiempo en la escuela es muy caro y, si nos paramos a analizar la diversidad cultural de nuestras escuelas y aplicamos el mismo principio a todo el estudiantado, el coste se incrementa exponencialmente. Derroche de recursos útiles para utilizar en unificar valores, la convivencia pacífica, la resolución de conflictos, habilidades interpersonales y competencias emocionales, que tanto hacen falta en esta nueva España multicultural, por lo que la religión debería impartirse en templo e iglesias, a gusto de cada familia e implantar la figura de la Educación Social en los centros