España aguardará en Bruselas la más insufrible negociación de su vida
El acceso a fondos de recuperación y resiliencia
Recordarán nuestros lectores, especialmente en el verano y principios de otoño de 2020, los desaires y desatenciones soportados por España tanto en sus giras previas por nuestros representantes a la búsqueda de apoyos, así como el vacío soportado en los largos días y noches de celebración de la Cumbre del Consejo Extraordinario Europeo.
Simplificadamente, se trataba en aquellos momentos de fijar por cada Estado Miembro, un punto de partida de carácter económico para hacer frente a los daños sufridos por el COVID-19.
España, aparentemente, no salió mal parada, ateniéndonos a la cifra genérica de 140.000 millones de euros, y respectivos desgloses posteriores entre Subvenciones (72.000 millones) y Créditos (68.000 millones), lo cual, le garantizaba convertirse en un bocado apetitoso cara al capítulo de inversiones a realizar.
Pero según nuestras fuentes, estas cifras probablemente no se verán alcanzadas en su plenitud, para su disfrute independiente.
¿Razones?, por un lado:
Algunos países, habituales conocedores de nuestras “peculiaridades”, cargan sus armas a la espera de que no seamos capaces de ser a partir del próximo mayo, lo suficientemente claros y explícitos a la hora de explicar contundentemente, a la Comisión, nuestro PLAN NACIONAL DE RECUPERACIÓN Y RESILIENCIA, hasta 2026 y aprovecharse de nuestras debilidades.
Abunda lo anterior, en que la crisis se multiplica, “geométricamente”, causando mellas cada vez más profundas en las economías europeas, y, donde en un antaño no muy lejano, la situación se valoraba de forma económicamente menos dañina, meses más tarde, nos encontramos que las iniciales previsiones de distribución de Fondos, resultarán probablemente insuficientes para la mayoría de los países.
Me comentaba días atrás un antiguo compañero, “senior” por más señas, y curtido en batallas europeas, que la Comisión podría convertirse en los próximos meses en una “sabana” africana de carácter económico, en la cual, la situación podría convertirse en un guion cinematográfico al estilo del añorado Félix Rodríguez de la Fuente, pero elegante o como dicen los franceses mediante “savoire faire”.
La otra opción consistiría, en la no existencia de una lucha política fratricida, de supervivencia entre “los poderosos” y su sobrevenida insuficiencia de Fondos en detrimento de un mejor derecho y necesidades más perentorias de otros países, por ejemplo, los del Sur de Europa. Mucho más sencillo y sin beligerancias políticas.
Los países ricos, ofrecerían a los menos afortunados una amplia oferta de todo tipo, eso sí, dentro de un Menú tecnológicamente avanzado consistente en una amplia cesta para potenciar el crecimiento en medioambiente, transición ecológica y digital, sin despreciar el crecimiento económico de cuantos más mejor.
Como ya conocen, el pasado 11.2.21, La Comisión y el Parlamento Europeo, algo después, dieron el visto bueno a las normas establecidas que regirán el MECANISMO DE RECUPERACION Y RESILIENCIA, documentos extremadamente complejos y probablemente versátiles, los cuales canalizarán las daños económicos y sociales causados por la Pandemia.
Tal instrumento financiero se encuentra englobado en esa especie de “LEVIATÁN FINANCIERO”, que supone el septenio plurianual, con 1.824,3 billones de euros en el panorama presupuestario de la U.E significado para la Comisión “comenzar a llamar a puertas” de mercados bursátiles, así como emisión de deuda para financiar tamaño Presupuesto, y posteriormente, pagar las posibles deudas contraídas.
¿Quién se atreve a asegurar que España cumplirá adecuadamente, dadas sus “peculiaridades”, en las farragosas elaboraciones de los Planes de Reforma e Inversiones meticulosamente exigidos por la Comisión, sin sucumbir a cantos de sirenas?