Y el turismo, en Alzira... nos matará de hambre
Me contaban de niño que nuestra región valenciana, antes de la adhesión a la Comunidad Económica Europea, era una zona de prosperidad económica. Me decían que en nuestras comarcas del norte había refinerías de petróleo, siderúrgia y una importante producción cerámica; que en nuestras comarcas centrales existía industria química, naval, ferroviaria y automovilística, además de una prestigiosa producción en el sector de la madera y del mueble; y que en nuestras comarcas del sur había tradicionales factorías tanto del textil y del calzado, como del turrón y del juguete. Sí, eso me decían. Por descontado, la agricultura, la ganadería y la pesca tamizaban toda nuestra geografía. Me lo creo, porque eran personas muy cercanas a mí las que me lo contaban. Todo un acto de fe hoy, dadas las circunstancias. Y es que, en algún momento, a alguien se le ocurrió la idea de que esa prosperidad económica resultaba 'indecente' para las dignísimas personas que pretendían hacer uso del suelo valenciano como residencia jubilosa, tal y como ya se había conseguido hacer con suelo balear décadas atrás. De esta forma es como, desde instancias 'mesetarias', se descubrió que el futuro de los españoles (y por ende, de los valencianos) estaba en el TURISMO.
Alzira es turística al año solamente en dos ocasiones: en Fallas y en Semana Santa. Dos celebraciones que se molestan la una a la otra, dada su proximidad 'temporal'. Alzira es turística, sin duda alguna, en los meses de marzo y abril; pero, ¿qué podría ofertar Alzira durante los otros diez meses restantes del año? ¿Un cauce convertido en vergel, como en Valencia? ¿Una 'Sagrada Familia', como en Barcelona? ¿Una 'torre Eiffel', como en París? ¿Un 'coliseum', como en Roma? ¿Que puede ofertar Alzira, turísticamente hablando? ¿Alguien conoce a alguien que venga a Alzira por gusto, por puro placer? En todo caso, vendrán a la Murta o a la Casella, pero no a la urbe. Posiblemente, en la ciudad, el evento más turístico de todos (por su continuidad ininterrumpida durante todo el año) sea el mercadillo de los miércoles. Fuera de esto, el alzireño que puede huye literalmente de su municipio en épocas de descanso laboral. Pero, si incluso popularmente se dice que la playa de Cullera es de Alzira por el número de alzireños que han adquirido allí una parcelita de terreno. ¿Cómo, pues, una ciudad tan turística produce anualmente, sin excepción, un éxodo tan masivo durante los meses de verano?
La gravedad de la situación se incrementa exponencialmente ante la falta de imaginación política municipal. El gobierno alzireño local desde los últimos diez años, con Elena María Bastidas Bono a la cabeza, cree que Alzira tiene potencial turístico, que el turismo es el motor económico que nos sacará a todos de la penosa situación ocupacional por la que estamos atravesando. CRASO ERROR. Llega a rozar el patetismo ver cómo todos los años, desde instancias municipales, se afanan las autoridades porque ALZIRA esté presente en FITUR, cueste lo que cueste.
Por nuestra parte, desde Inicativa per Alzira, queremos tranquilizar a nuestros convecinos. Cuando el año que viene alcancemos la máxima responsabilidad municipal con el apoyo de la mayoría de nuestros conciudadanos, nuestros esfuerzos se centrarán en invertir en agricultura, en ganadería, en industria, en comercio, en investigación y desarrollo, en prestar óptimamente nuestros servicios públicos. Que todos lo tengan bien presente, Alzira ya no volverá a perder ni un sólo céntimo más en un espejismo.