Por quienes dan la cara todos los días
En política hay que dar la cara. En tu partido y en la calle. En las instituciones y ante los colectivos ciudadanos. Hay que dar la cara para que te puedan mirar a los ojos y tú puedas hacerlo también; para escuchar y ser escuchado. Para que te reprochen o para que te feliciten. Hay que dar la cara, como dice un buen amigo, hasta para que te la partan. Hay que darla siempre.
Dar la cara es lo que tienen por costumbre hacer las alcaldesas y alcaldes socialistas, y también portavoces, concejalas y concejalas que conozco en esta tierra. Una por una, y uno por uno. Cada cual a su manera, de maneras tan diversas como diferentes son sus personalidades. Jóvenes, medianos, mayores que se interrelacionan en sus pueblos y ciudades con sus vecinos y vecinas.
Son gente que dan la cara, sí, somos gente normal, no somos perfectos, como dice nuestro compañero candidato al Congreso, Julián López; gente que se equivocan y aprenden, que caen y se levantan. Que tienen más de spiderman (que se cae cuando le falla el disparador de telaraña, para luego volver a levantarse) que de supermanes.
Personas que hace un año asumieron importantes responsabilidades en sus ayuntamientos en un momento complicado, con muchos pactos, con muchos condicionantes, a sabiendas que los inconvenientes para gobernar serían muchos, que tendrían que subir muchas cuestas, pero que dijeron “¡caray, para eso estamos aquí, para sacar adelante nuestros pueblos, pese lo que pese la mochila”.
Es cierto que la mochila en muchos ayuntamientos venía cargada de plomo, a modo de despilfarro, corruptelas y mala gestión tras demasiados años de gobiernos del PP. También en la Comunitat Valenciana. Hay que recodarlo, y pese a que no somos las y los socialistas muy proclives al lloriqueo, estamos obligados a denunciar que lo que el PP dejó en los consistorios y en la Generalitat es una rémora que sin duda lastra y dificulta la agilidad de acción de muchos gobiernos del cambio.
Pero sabedores de estas dificultades, los socialistas nos presentamos a las elecciones del 24 de mayo con nuestras siglas. Todo el mundo sabía a quién representaban nuestros candidatos: al PSOE. Esto que digo puede que a alguien le resulte obvio, pero no lo es: recuerden sino la cantidad de candidaturas que poblaron nuestros pueblos con conjugaciones del verbo “poder” obligados por sus dirigentes para que su posible fracaso no les afectará de cara a su estrategia nacional.
Y llegó el día 13 de junio, y tras días de mucho diálogo y consenso, se presentaron en los plenos de sus respectivos ayuntamientos y levantaron la mano diciendo “aquí está el grupo del PSOE y asumimos nuestra responsabilidad”. Y formaron gobiernos, y ayudaron a formar otros, o asumieron la oposición, y dejaron las estrategias de partido a un lado. Y lloraron, rieron, se emocionaron tras días de mucha tensión. Pero valía la pena: su gente, sus vecinos, sus barrios eran lo importante.
¿Todo el mundo hizo lo mismo?. Parece que nadie se acuerda, pero no, no todo el mundo hizo lo mismo. Parte de la mal llamada nueva política prefirió quedarse en la oposición. Es cierto que en algunos casos facilitaron la formación de gobiernos, pero, por el contrario, no quisieron asumir responsabilidades municipales, aquellas que a la postre te permiten actuar por el bienestar de nuestras sociedades, de la gente.
Alguien me dirá que en política la estrategia partidista es legítima. No lo niego. No critico, ni menosprecio: solo comparo. Pero también reivindico mi derecho a manifestar que en la comparación me quedo con quienes dieron la cara, la dan y la van a seguir dando, frente a los intereses partidistas.
Unos intereses que coinciden con los mismos que impidieron un gobierno de progreso en España y que han hecho que ahora nos encontremos en una campaña electoral que muchos decían no desear, pero que al mismo tiempo ya preparaban con ahínco. Y mientras, Rajoy, el del sms a Bárcenas, el de los recortes, el que debió dimitir por todo los casos de corrupción que le acorralaban, se fumaba un puro tranquilo en la Moncloa. Le queda poco, Pedro Sánchez, completará el cambio que nuestros pueblos, ciudades y nuestra Comunitat inició hace un año.