1% de mayo
Repasando números que representan logros o fracasos a la hora de hablar del 1 de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, es fácil caer en la cuenta de que solemos hablar de porcentajes muy a la ligera.
Calcular en tantos por cien nos facilita la comprensión y es útil para observar cualquier fenómeno según su evolución en el tiempo. El problema viene cuando nos saltamos la regla básica de hacer comparaciones a partir de bases comunes. O sea, no es acertado hablar de cuánto sube el paro o cuánto poder adquisitivo se pierde si no nos estamos refiriendo en la comparación a periodos equivalentes. Sumamos con frecuencia porcentajes y erramos: crecer un 15% anual no es crecer un 60% en 4 años, sino un 75% ya que la base cambia cada año.
Tan fácil es entenderlo como no caer en la cuenta. Hay datos, sin embargo, que en términos relativos pueden ser más o menos exactos pero nos invitan a ponerlos de manifiesto con o sin porcentajes y en días como hoy luchar por cambiar estas cifras.
Desde CSI·F estamos trabajando con ahínco por invertir algunos de estos números críticos y un primero de mayo es obligación recordarlos. Por ejemplo, que Castellón tenga aún aún más de 50.000 parados no hay símbolo matemático que lo maquille. Siete de cada 10 nuevos contratos en la provincia duran menos de una semana y aunque se diga que el 30% es de larga duración o que el 70% son contratos basura, tan precario es el dato que no encuentra símbolo que lo vista. Por no hablar del porcentaje pírrico que ha representado la contratación en la Magdalena, que ha sido del tipo de 0%, ese que presentan los alimentos bajos en grasas, que sí que tienen grasas, azúcares o suben el colesterol pero que, como en el caso del paro provincial, la porción es tan grande que se puede vender como un rotundo cero y no engañaríamos con la etiqueta.
Los sindicatos nos ahogamos a diario en porcentajes y el más sangrantemente falso es el que da a los sindicatos de clase la representatividad del 100% de los trabajadores en España, excluyendo al resto de fuerzas y repartiéndoles subvenciones millonarias. El ‘bisindicalismo’ excluye por sistema al resto de agentes sociales basándose en delegados ‘fantasma’, aquellos contabilizados pero que corresponden a empresas que desaparecieron con la crisis. Y mientras el bipartidismo ha llegado a su ocaso, en materia sindical la realidad española está muy lejos aún de caminar hacia unos sindicatos independientes, no subvencionados y transparentes.
Las cifras sindicales para que hagan cálculos son estas:
En España trabajan ahora 17 millones de personas. De ellos 3 millones son autónomos y 4,3 millones trabajan en empresas donde no hay elecciones sindicales. Quedan poco menos de 10 millones y según los datos oficiales más de una tercera parte de esta ‘mitad’ de la población activa elige ya opciones sindicales diferentes a los sindicatos de clase. Y ellos dicen que representan al 100% y el Gobierno les paga por ello. Saquen ustedes los porcentajes reales, que a mí me da la risa.
