Julio Iglesias o Miquel Navarro
“Cuando oigo la palabra cultura, echo mano a la pistola”. Se trata de una frase denigrante y soez que la leyenda atribuye al militar Millán Astray, fundador de la Legión, procurador en Cortes franquista y amigo personal del dictador. Sin duda, se trata de una afirmación incapaz de superar el filtro de cualquier persona con un mínimo sentido común que, sin embargo, anida todavía en demasiados cerebros de la derecha. En Riba-roja de Túria, hemos vivido, los días previos a la campaña electoral, algunas situaciones que nos han trasladado en el tiempo a una época que creíamos olvidada, ciertamente.
Los hechos estigmatizan a pulso a aquellos que intentan acreditar una hoja de presentación impoluta mancillada a fuego lento por la mentira, la falsedad y la hipocresía. Es triste que todavía haya gente que intente desacreditar a uno de nuestros más insignes escultores y artistas valencianos, Miquel Navarro, natural de Mislata y de renombre internacional, pero con fuertes lazos familiares con Riba-roja de Túria.
Con un bagaje artístico prolífico en su composición e imbatible entre expertos y estudiosos, Miquel Navarro ha expuesto una de sus obras en el Espai d’Art Contemporani (ECA) del Castell y, además, desde el ayuntamiento hemos instalado una de sus magníficas esculturas en una rotonda de acceso al municipio, dentro del denominado Passeig de l’Art, que transcurre desde el Molinet al camí de les Ànimes. Sin embargo, el Partido Popular, la derecha de siempre, se ha dedicado a denigrar la obra y a hablar de gastos fastuosos de tan magna escultura. Más lejos de la realidad.
La escultura ya fue en su día alabada por el Partido Popular de Rita Barberà que la quería para València. Además, al municipio no nos ha costado ni un céntimo, gracias a los fondos de Cooperación de la Generalitat Valenciana y la Diputació. Quizás la derecha echa de menos aquellos fastos del verano del año 2002, cuando Julio Iglesias ofreció un concierto en la explanada del río por la “módica” cifra de 300.000 euros pagados por sus amigos los empresarios de forma “altruista”. El tiempo coloca a cada cual en su sitio. Sus gustos culturales permanecen hieráticos.
